El ejército libanés se desplegó en los barrios sunitas de Beirut, donde se enfrentó a tiros con hombres armados, y el líder de la oposición, Saad Hariri, se mostró decidido a acabar con el gobierno de su rival Najib Mikati.
En un comunicado, el ejército manifestó su determinación de "restablecer la seguridad y preservar la paz civil" en el país, e indicó que mató al palestino Ahmad Quaider (de 20 años), que disparó con un arma ligera contra una patrulla en el suroeste de la capital.
Los soldados se desplegaron en Tariq al-Jdidé y los barrios vecinos, bastiones de los partidarios de Saad Hariri, y todas las avenidas fueron abiertas en la capital, constataron los fotógrafos de la AFP.
Por la mañana, los soldados fueron blanco de disparos de hombres armados cuando quisieron reabrir la carretera que conduce a Tariq al-Jdidé. El ejército respondió a los tiros, constató un periodista de la AFP.
"El ejército tomará medidas enérgicas sobre todo en las regiones donde hay enfrentamientos confesionales, para impedir que el Líbano se transforme de nuevo en un campo de batalla para solucionar diferendos regionales", advirtió el ejército.
Temiendo una situación de caos, los embajadores de los cinco miembros permanentes del Consejo de seguridad llamaron a "la unidad nacional".
El Líbano es un país multiconfesional donde cristianos, sunitas y chiitas representan cada cual un tercio de la población.
Si la mayoría de los sunitas es hostil al régimen sirio de Bashar al Asad, por el contrario, la mayoría de los chiitas lo apoya. La comunidad cristiana está dividida.
Por otra parte, el ejército pidió a los dirigentes políticos libaneses "ser cincunspectos en la expresión de sus posiciones y de sus ideas (...) pues el destino del país están en juego".
El domingo, los funerales de uno de los jefes de la seguridad libanesa, un sunita allegado a Saad Hariri y enemigo jurado del gobierno sirio, degeneró en manifestación violenta contra el primer ministro Mikati, después de que un dirigente de la corriente de Hariri pronunciara un encendido discurso, acusándolo de encubrir este "crimen".
Si bien el jefe del gobierno y varios ministros son sunitas, el actual gabinete está dominado por aliados del Hezbolá chiita, movimiento armado allegado a Siria e Irán.
Durante la noche, el ejército había perseguido a hombres armados en Tariq al-Jdidé, en el oeste de Beirut, donde se escucharon ráfagas de armas automáticas y explosiones de cohetes antitanques, según una fuente de la seguridad.
Según fuente oficial, seis personas resultaron heridas, entre ellas un sirio y un palestino.
En Trípoli, en el norte del país, una mujer alauita y cuatro jóvenes sunitas murieron este lunes, y otras once personas resultaron heridas en enfrentamientos entre un barrio de mayoría alauita, la confesión del clan Al Asad, y otro sunita, según fuentes de la seguridad. El domingo, los tiroteos dejaron 3 muertos y 26 heridos.
El domingo por la noche, Saad Hariri manifestó su determinación de "derrocar el gobierno de manera pacífica y democrática", criticando el apoyo de los países occidentales a Mikati de los países occidentales.
"No estamos obligados a seguir los consejos de quienes piensan que a Líbano le conviene" mantener el gobierno actual. "El interés del Líbano es la caída del gobierno", subrayó.
Los embajadores en el Líbano de cinco miembros permanentes del Consejo de seguridad, y Derek Plumby, coordinador especial de la ONU en el Líbano, manifestaron su compromiso con la estabiliad del país.
En un comunicado leído después de un encuentro con el presidente Michel Sleimane, llamaron a "todas las partes en el Líbano a preservar la unidad nacional".
"Es vital que las instituciones y la acción gubernamental se mantengan para asegurar la estabilidad, la seguridad y la justicia en el Líbano", destacaron.
Para Ghassan al Azzi, profesor de Ciencias políticas en la Universidad libanesa, "Saad Hariri y sus partidarios concentran sus ataques contra Najib Mikati, pues es un rival político para el cargo de Primer ministro, y evitan atacar frontalmente al Hezbolá, pues esto se transformaría directamente en enfrentamiento entre sunitas y chiitas".
"Atacar directamente al Hezbolá significa sin lugar a dudas estar claramente en favor de la guerra civil", advirtió.