El gobierno sirio desmintió este jueves que el convoy del presidente Bashar al Asad fuera atacado cuando se dirigía a una mezquita de Damasco para celebrar la fiesta de Eid al Fitr, contradiciendo informaciones de varios medios y de fuentes rebeldes.
Es la primera vez desde que empezó el conflicto en Siria entre el ejército y los insurgentes que intentan derrocar al régimen,, hace más de dos años, que circulan informaciones sobre un ataque contra el convoy del jefe del Estado, quien no obstante apareció por la mañana en la televisión orando en una mezquita para la fiesta del Eid al Fitr.
Al menos dos grupos rebeldes islamistas reivindicaron en Facebook su participación en el ataque.
"Liwa al Islam utilizó cohetes para atacar el convoy, mientras que otros grupos rebeldes utilizaron obuses de mortero", explicó a la AFP Islam Alloush, portavoz de Liwa al Islam, uno de los grupos rebeldes más activos en la región de Damasco.
Un segundo grupo, Liwa Tahrir al Cham, afirmó en Facebook haber disparado "17 obuses de mortero de 120 mm", asegurando que el convoy había sido impactado.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) se refirió únicamente a una caída de obuses en Malki, un barrio elegante y muy protegido donde el presidente Asad tiene su domicilio y sus oficinas.
"Sobre las informaciones transmitidas por Al Arabiya, puedo asegurarles que son totalmente falsas", afirmó el ministro de Información, Omran Al Zohbi, a preguntas de la televisión estatal siria en alusión a la cadena árabe por satélite.
Al Arabiya es una cadena financiada por Arabia Saudita, uno de los principales apoyos de los rebeldes que intentan desde hace más de dos años derrocar el régimen de Bashar Al Asad.
"El presidente llegó a la mezquita conduciendo él mismo su vehículo. Asistió a la oración y saludó a la gente", indicó Zohbi.
Las informaciones sobre un ataque son "una proyección de los sueños y de las ilusiones de ciertos medios de comunicación y de los gobiernos que se encuentran detrás", añadió el ministro de información.
En las imágenes de la televisión estatal, el jefe de estado, sentado en el suelo junto a otros dignatarios, apareció sonriente y tranquilo durante la ceremonia que marca el final del ramadán.
Por su parte un grupo de rebeldes y militantes antirégimen, citados por la cadena árabe, indicaron que los lanzamientos se dirigían al convoy de Asad en esta zona cercana a la mezquita de Anas ben Malek, donde tuvo lugar la oración.
El mandatario sirio ha aparecido muy pocas veces en público desde el comienzo del conflicto, desencadenado en marzo de 2011 por una violenta represión de las manifestaciones que exigían reformas democráticas.
Más de 100.000 personas han muerto, según la ONU, en la guerra que ha devastado el país y obligó a millones de sirios a refugiarse.
Durante el mes del ramadán perecieron 4.420 personas, dos terceras partes de ellos combatientes, según el OSDH.
Fuentes diplomáticas en Medio Oriente afirmaron a la AFP que el presidente ruso, Vladimir Putin, rechazó una propuesta saudita de retirar su apoyo a Asad a cambio de un enorme contrato de armamentos y de una mayor influencia en el mundo árabe.
Asad, que califica de "terroristas" a los rebeldes y denuncia el apoyo que reciben de países extranjeros, reiteró el domingo su determinación a aplastar con "mano de hierro" la rebelión, formada por desertores y civiles que tomaron las armas y apoyada por combatientes yihadistas extranjeros.
A pesar de los esfuerzos desde hace meses de Estados Unidos y Rusia --aliado del régimen sirio--, para concretar una conferencia de paz internacional en Ginebra, el conflicto podría alargarse.
El presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que apoyan a la oposición, hablaron el miércoles por teléfono "y se pusieron de acuerdo en la importancia de respaldar (una oposición) unificada y amplia".
Sin embargo, también hablaron del "peligro que constituyen los extremistas extranjeros en Siria", indicó la Casa Blanca en un comunicado.
Ese mismo día, el número 2 de CIA, Michael Morell, dijo que la guerra en Siria es la principal amenaza contra la seguridad de Estados Unidos y manifestó el temor a que el país se convierta en un nuevo refugio para Al Qaida.