Desempeño económico de EU e implicaciones para A. Latina | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Agosto de 2015

Por Giovanni E. Reyes (*)

EL ÚLTIMO dato del crecimiento económico de Estados Unidos no ha sido tan contundente como podía haberse pronosticado, no obstante da a conocer cierta recuperación económica.  La economía de la potencia del norte creció un 2.3 por ciento en el segundo trimestre de este año, según datos oficiales conocidos a fines de julio.  Se trata de una tasa anualizada de crecimiento, que se traduce en un crecimiento de 0.6 de aumento de producción respecto al trimestre anterior.  No es algo determinante, pero en lo fundamental indica que la economía ha dejado riesgos recesivos.

Al determinar el desempeño de las fuentes de crecimiento, se tiene que el consumo –cuyo impacto es responsable del 64 por ciento del total de producción de Estados Unidos- tuvo un aumento al comparar el primer y el segundo trimestre.  En efecto, al diferenciar ambos períodos se tiene que el repunte fue de 1.8 a 2.9 por ciento.  Factores específicos para este logro fueron básicamente dos: (i) el aumento de las contrataciones; y (ii) la caída de los precios del petróleo que a su vez afecta a la baja al precio de los combustibles.  Todo ello actúa alentando el gasto y con ello dinamiza los circuitos económicos.

Es de resaltar, además, que el sector de la vivienda mejoró un 6.8 por ciento en el segundo trimestre.  Como se reconoce este es uno de los sectores que mayor efecto multiplicador tiene en el empleo, y a mayor niveles de ocupación se fortalece la perspectiva de mejora económica y con ello, de nuevo, los componentes de consumo.

Con todo, la evidencia que refleja este dato de aumento en producción implica que la economía que se dirige desde Washington podría estar requiriendo aún de más estímulos.  Por la vía fiscal –un aumento en el egreso del gobierno y una contracción de los impuestos- parece no ser promisoria.  Los republicanos y los grupos más conservadores se oponen a este tipo de medidas.  En el caso de Estados Unidos esto no deja de tener justificaciones. 

En la potencia del norte, la deuda supera ya por casi 2 por ciento el total de producción anual, es decir es mayor que los 18.2 millones de millones de dólares de producto interno bruto (PIB).  Luego del desastre económico que heredó Barack Obama en 2009, y de la expansión fiscal establecida, se tiene poco margen de maniobra.

De allí que los estímulos deberían venir por la vía monetaria, pero los mismos se han visto limitados hasta cierto punto, por lo prolongado de emisión de moneda.  Ahora se tendría el escenario en el cual se dependería con mayor énfasis en la productividad y la innovación tecnológica.  Esto es muy importante en especial en una era donde tienden a predominar más las ventajas competitivas en economías basadas en conocimiento y en hacer expandir las tecnologías de punta.

La misma Federal Reserve -el sistema que hace las veces de Banco Central en Estados Unidos- había indicado que el piso de crecimiento a partir del cual decidiría aumentar las tasas de interés era de 2.5 por ciento de crecimiento.  Bueno, esta vez se llegó muy cerca, de tal suerte que las probabilidades de que por fin la Federal Reserve se decida a dejar atrás los estímulos por la vía de expansión monetaria podrían estar llegando a su final.  Es decir hay perspectivas de elevar las tasas de interés.

Nótese como, desde hace prácticamente unos cuatro meses, las monedas latinoamericanas de las principales plazas económicas han tendido a devaluarse.  Esto es debido a que los dólares que durante el período de tasas bajas de interés en Estados Unidos, se buscaba refugio en países atractivos para la inversión financiera, ahora esos flujos, tienden a regresar a los mercados más desarrollados.

Otro factor que afectó la apreciación de las monedas latinoamericanas en particular durante el período de 2003 a 2014, fueron los altos precios de las exportaciones del área en los mercados mundiales.  Los ingresos de exportación fueron notables en muchos países no precisamente por el aumento de los montos exportables –el quantum de los productos- sino más bien por la factura, por las altas cotizaciones de los mismos.

Ahora el panorama es a la inversa.  Las monedas de varios países latinoamericanos tienden a devaluarse.  Tan sólo el 30 de julio pasado, se informa desde Ciudad de México, que el gobierno gestionó 200 millones de dólares –el tercer mecanismo de este tipo desde diciembre de 2014- a efecto de no dejar “caer” la moneda del país.

El hecho de tener una moneda “débil” constituye la evidencia de tener una moneda “fuerte” para exportar.  La poca apreciación monetaria tiende a hacer que las importaciones se encarezcan y que sean más competitivas las exportaciones de un país.  Con ello se mejorarían las cifras de la balanza comercial, se promueve más la formación de empleo y con ello de oportunidades para los mercados domésticos.

Desde luego que la promoción de exportaciones no sólo requiere de una situación cambiaria que sea competitiva.  Es necesario también que existan otros apoyos fundamentales, tales como infraestructura física, formación pertinente de recursos humanos, estabilidad macroeconómica y política, así como condiciones de estado de derecho y efectivo entramado institucional.  En todas estas áreas las condicionantes son mejorables, notablemente mejorables, para los países latinoamericanos.

(*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.

 

La sola perspectiva de que la Reserva Federal eleve la tasa de interés, ha hecho que retornen grandes flujos a EU.