Desde el Vaticano: ingresando al cónclave | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Marzo de 2013

Por Guillermo León Escobar Herrán

Especial para EL NUEVO SIGLO

 

Sin duda alguna la misa que dio inicio al Cónclave fue sensacional en la belleza y en el significado. Todos los cardenales  no impedidos por graves problemas de salud estuvieron presentes. En teoría los electores y los no electoras se cobijaban bajo una categoría que a todos concierne al ser cualquiera de ellos elegibles. Como siempre la Basílica  estuvo llena de gentes de todos los grupos religiosos, de laicos, de la Familia Pontificia, del cuerpo diplomático, de distintas escuelas de cantores y de un sentido enorme de la devoción de una cristiandad que busca encontrar un nuevo timonel para la barca de Pedro.

Como es lógico en toda institución existen divergencias, enemistades, desencuentros y por qué no luchas por el poder. Estamos en una institución compuesta de seres humanos que intentan, de la mejor manera, hacer del servicio a los demás una razón del vivir. Hay allí gente que hoy comete desaciertos que serán aciertos en el futuro y otros que aciertan en el hoy con una frágil respuesta y otros que buscan una oportunidad para servir mejor.

La Santa Sede es una enorme multinacional del espíritu y de la inteligencia, está llena de bondades y hay la presencia de algunas miserias que si bien afean su rostro no hacen olvidar que es la institución modelo de humanidad, de la cultura mundial.

Esos  hombres -todos cardenales -entre los cuales dos colombianos , un elector monseñor Rubén Salazar, y un jubilado, el  octogenario Darío Castrillón se reunieron alrededor del altar para invocar el mismo espíritu presididos por el cardenal Angelo Sodano  antiguo Nuncio en Chile , largo tiempo Secretario de Estado y hombre fuerte en el pontificado de Juan Pablo II que fuera nombrado por el papa Ratzinger como decano del Colegio de Cardenales y que ya arriba de los ochenta años de vida aparecía como Primus inter pares,  en la última ceremonia que dirigiría antes de pasar al obligado retiro haciendo dejación -ahora si- de todo poder .

A su lado, el camarlengo Tarcisio Bertone,  quien lo sucedió como Secretario de Estado pero recibió de Benedicto XVI la misión de preparar la sucesión y ser implacable en la tarea de extirpar todo asomo de corrupción en cualquier lugar de la Curia Romana. Al lado,  el cardenal Re,  de enorme influencia en el pasado y quien a su gran contendor Sodano reemplazaría tras la celebración de la misa como el cardenal que dirigiría el Cónclave. Y luego, junto a ellos, el cardenal Tauran, el gran pensador de la política internacional a quien diversas enfermedades han puesto a la orilla del morir pero que ha encontrado fuerzas para continuar y será quien anuncie el famoso Habemus Papam (tenemos papa), ya que es el protodiácono entre los cardenales.

Todos ellos subieron al altar. Todos ellos adversarios. Todos ellos buenos cristianos a su manera. Ninguno de ellos con la mínima posibilidad –con ninguna– de ser elegidos pero sabiendo que  son piezas importante en la tarea de ejercer como Papa maker  ya que detrás de ellos se han consolidado diversas líneas del poder.

La misa tuvo dos momentos cumbres. Uno de ellos fue cuando en la homilía Sodano mencionó a Benedicto XVI. El aplauso fue grande, largo, sonoro. Era la primera vez que se le recordaba oficialmente como el  “Papa de venerada memoria”,  sin haber muerto físicamente. Un buen homenaje para un abdícrata de lujo que deja todo solucionado para que el nuevo pontífice se haga a la tarea de sembrar soluciones y abrirle desde ellas alternativas ciertas a la Nueva Evangelización.

El otro momento cumbre  se esperaba fuera la homilía de Sodano y sin embargo no lo fue. Este gigante, viejo en años pero con una frescura envidiable y una voz timbrada casi juvenil se deslizó por un texto plano, sin emociones y sin plantear lo que hace ocho años en el mismo escenario realizo magistralmente Josef Ratzinger al delinear el perfil que debería tener un Papa para los tiempos modernos.

Todos los presentes entendimos que el hecho de no poder asistir y dirigir el cónclave lo llevó a desistir en la tarea de ser gran elector. A partir de la evidencia de esa homilía el cardenal Sodano huyó hacia el pasado y entregó al final de la ceremonia en manos del cardenal Re –su competidor– la dirección del Colegio de Cardenales.

Ya en la tarde, a las  cuatro y treinta, quedaron los electores solos. Los cardenales ancianos de edad superior  a los ochenta años salieron del área reservada a los electores quienes se reunieron en la Capilla Paulina que contiene las dos últimas obras de arte de Miguel Ángel (la caída de Paulo y la muerte de Pedro) desde donde cantando letanías y la invocación al Espíritu Santo se dirigieron a la Sixtina donde juraron solemne reserva y confidencialidad y aseguraron su buena voluntad de actuar en beneficio de la Iglesia.

Extra Omnes  “todos afuera” y salieron todos con excepción de un cardenal jubilado de más de 80 años, religioso él, perteneciente a la Isla de  Malta   Prosper Grech, quien desde una sencilla sabiduría habría de responder la pregunta de “Qué Papa”, “para qué Iglesia”“, homilía esta que se dice contiene el perfil real del Pontífice que demanda la cristiandad.

Terminada la homilía que junto con la del  padre Cantalamesa que se dio para todos los cardenales –electores y no– y que tuvo como tema “¿Qué iglesia para qué mundo?” se retiró el cardenal maltés y comenzó la tarea de la votación inicial que dejó como resultado la hermosa fumarola negra  que todos esperamos.

Hoy  reiniciarán la tarea de las votaciones en cuatro oportunidades y se cree que habrá necesidad de al menos  la mañana del día jueves para llegar a una elección que permita al escuchar las palabras del cardenal Tauran que dan la certeza de que ha llegado el que ha de escribir grandes páginas en la revitalización del cristianismo.