Libia celebra el segundo aniversario de la revuelta popular que en 2011 derrocó al régimen de Muamar Gadafi, en un ambiente de preocupación por temor a eventuales actos de violencia en un país dominado por la inseguridad.
Desde el viernes los fuegos artificiales y las canciones revolucionarias marcan las celebraciones, organizadas en todas las ciudades del país.
"La alegría que animó a los libios en las ciudades y las aldeas los días 15 y 16 de febrero permitió a los libios probar al mundo que son un pueblo civilizado, que se sublevó contra la injusticia y la tiranía y ganó su libertad", declaró el sábado el primer ministro Ali Zeidan.
El momento crucial de las conmemoraciones fue una concentración en la Plaza Tahrir de Bengasi, bastión de la revolución, con de Mohamed al Megaryef, presidente de la Asamblea Nacional, la principal autoridad del país, y de varios miembros del gobierno.
En Bengasi, el espontáneo ambiente festivo no impidió que los manifestantes criticasen a las nuevas autoridades, pidiendo sobre todo que "corrijan el proceso revolucionario" y exigiendo una mayor descentralización del poder.
Según estos contestatarios, las nuevas autoridades no hicieron progresos en la búsqueda de los "objetivos de la revolución". Según ellos, el nuevo régimen tardó en activar la justicia, en dar un nuevo impulso a la economía y en progresar en la redacción de una Constitución que debería definir el futuro político del país.
El militante en favor de los derechos humanos Naser Huari lamentó que "la democracia, que exigen los libios, es todavía un objetivo lejano", y se quejó de que "no se haya hecho nada para lograr la justicia social".
Huari opinó que "las milicias armadas (controlaban) los organismos del Estado y (se habían) convertido en una parte misma del proceso de toma de decisiones", lo que a su entender representa "el mayor peligro que enfrenta el país"./AFP