Los dos viejos partidos griegos, la derechista Nueva Democracia y los socialistas del Pasok, considerados responsables de la quiebra del país, podrían verse obligados a gobernar juntos de nuevo, esta vez dirigidos por la derecha, que ganó las legislativas de ayer con el 29,96%, tres puntos porcentuales más que la izquierda radical.
Habida cuenta que “lo que estaba sobre todo en juego en estos comicios, los segundos en menos de dos meses, era la formación de un gobierno proeuro, no queda más alternativa que una coalición entre derecha y socialistas”, declaró Thomas Gerakis, analista políticos y director del instituto de sondeos Marc.
Nueva Democracia ganó pero sin alcanzar la mayoría.
Apenas anunciados anoche los primeros resultados parciales de la apretada victoria de la derecha proeuro ante su rival de izquierdas y anti-rigor Syriza, los ministros de Finanzas de la Eurozona pidieron “la formación rápida de un Gobierno”.
Con un 99,03% de votos escrutados, la derecha obtuvo un 29,66% de votos que le dan 129 escaños de los 300 del Parlamento, contra un 26,89% (71 escaños) su principal rival, Syriza.
El dirigente conservador Antonis Samaras abogó por “la formación de un gobierno de unión nacional”, pero Alexis Tsipras, que ha sabido capitalizar el descontento general por el rigor impuesto al país desde hace dos años, descartó sumarse a un gobierno que sostenga el plan de rigor “rechazado” por el pueblo.
“El rechazo del memorando (plan de rigor) es claro (...) nuestra propuesta para dar la vuelta a la austeridad en Europa es la única solución viable no solo para los griegos sino para Europa”, expresó Tsipras, que hizo temblar a Europa desde que su partido fue propulsado como segunda fuerza política en Grecia el 6 de mayo.
Tsipras “se ha presentado como el ángel exterminador del viejo sistema político griego”, señala el analista político Georges Sefertzis.
Entonces, “le resultará difícil a Tsipras cooperar con la derecha porque no podría comprometerse por escrito con los europeos a seguir con el rigor, eso significaría anular su programa, por lo tanto va a optar por la oposición”, estima Gérakis.
Por su parte, los socialistas siguen pagando su adhesión a las medidas de rigor exigidas por los acreedores del país. Bajan a un 12,33% de votos (33 escaños) en lugar del 13,1% y 41 escaños en los comicios del 6 de mayo que no permitieron la formación de un gobierno.
En 2009, antes de que estallara la crisis de la deuda, el Pasok de Georges Papandreu obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento antes de verse forzado a gobernar con la derecha, presionado por los acreedores, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
La crisis los ha barrido a ambos. Y las dos formaciones, pilares del bipartidismo griego nacido en 1974 tras el final de la dictadura de los coroneles, se hundieron el 6 de mayo, cuando se registró una explosión de los partidos anti-rigor y extremos.
El dirigente del Pasok, Evangélos Venizelos, repitió anoche que no quería otro cara a cara gubernamental con Nueva Democracia y supeditó su apoyo a un gobierno de coalición pro-euro con la derecha a la participación de Syriza y del pequeño partido de izquierda Dimar.
No obstante, insistió en “la formación de un gobierno de unidad este mismo lunes" porque el país no puede "perder más tiempo”, vista su situación económica frágil y la necesidad de que sigan efectuándose los pagos de los préstamos UE-FMI, vitales para el país.
Entre tanto, líderes de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) llamaron a Grecia a formar gobierno rápidamente y comprometieron su apoyo a las nuevas autoridades, a las que pidieron apegarse a los programas de austeridad pactados.
La canciller alemana, Angela Merkel, estimó desde Berlín que Grecia respetará sus compromisos, después de la victoria del partido de derecha Nueva Democracia (ND)./AFP