Aunque la cuenta regresiva para la largada del Tour de Francia, prevista para el 27 de junio, continúa en página oficial de la organización, lo más seguro es que tenga que correrse y la fecha tentativo que se maneja es la del 19 de agosto al 20 de septiembre.
El aplazamiento de la legendaria competencia ciclística tomó más fuerza después de la intervención televisiva del presidente de la República, Emmanuel Macron, prohibiendo las grandes aglomeraciones públicas hasta mediados de julio debido a la pandemia del nuevo coronavirus.
Si se confirma finalmente el aplazamiento del Tour, el calendario ciclista motivaría otras modificaciones en el programa de la temporada.
Según el diario regional francés Le Dauphiné, el Tour de 2020 comenzará en Niza y terminará en París, siguiendo el recorrido previsto de sus tres semanas.
La empresa ASO (Amaury Sport Organisation), que tiene la costumbre de contactar prioritariamente a los responsables locales de las ciudades de las etapas y de los territorios afectados, no confirmó ayer esas nuevas fechas.
Pero sea cual sea la decisión que se el Tour entra en la zona temporal de grandes reuniones prohibidas. Los ciclistas, que deben todavía quedarse confinados, no podrían de todas maneras prepararse a tiempo para la Gran Salida fijada a menos de dos meses (el plazo fijado por el director del Tour, Christian Prudhomme) tras su primera práctica, tras el presunto fin del confinamiento, el 11 de mayo.
Incertidumbre. La palabra fue pronunciada por el ministro del Interior francés, Christophe Castaner, sobre el Tour. “Corresponde a los organizadores analizar su capacidad de organizar eso, de aplazarlo”, declaró el Ministro, que dejó la pelota en los pies de ASO.
Se había hablado en una primera hipótesis de retrasar el Tour un mes y dar la salida a finales de julio. Esa posibilidad encuentra sin embargo contra ella la proximidad de la luz verde dada por Emmanuel Macron para las grandes aglomeraciones de gente, pero también la dificultad de colocar una carrera de preparación como el Dauphiné antes del inicio del Tour y el problema planteado por la capacidad hotelera limitada en los lugares turísticos durante la primera quincena de agosto.
¿Y si opta por la salida a mediados o finales de agosto con una llegada dentro de septiembre? Las complicaciones precedentes se alejarían, pero las fechas son las que tiene ya la Vuelta a España, otra de las tres grandes carreras por etapas, también organizada por ASO. Aunque el Tour es la piedra angular del calendario.
¿Un aplazamiento a septiembre? La situación sanitaria habría probablemente mejorado, pero eso sería olvidar el significado del Tour, que es algo más que una carrera ciclista. Sinónimo de vacaciones de verano, la fiesta es indisociable del público al punto de que la hipótesis de correrla sin gente se cae por su propio peso.
La incertidumbre ha empujado a muchos a manifestarse sobre el tema, sobre todo teniendo en cuenta que el Tour, punto álgido de la temporada ciclista, es sobre todo indispensable para el equilibrio económico de su deporte.
Se estima que esta carrera, más allá de los 176 corredores, representa una enorme maquinaria de más de 4.000 personas que componen la serpiente multicolor y la caravana que recorre el país.