EL DEPORTE le dio una nueva razón para vivir a Fabio Torres Hurtado, luego de que una mina antipersona le frustrara su sueño de servir a su país como miembro del Ejército Nacional.
El hoy cabo primero (r) se siente orgulloso de representar a Colombia a nivel internacional y su gran aspiración en los Paralímpicos de París, Francia, es alcanzar el podio tal como lo hizo en los pasados juegos de Tokio, donde ganó la medalla de bronce en el levantamiento de pesas.
“En el 2020 fui seleccionado para representar a Colombia en los Paralímpicos de Tokio, donde obtuve la medalla de bronce al levantar 221 kilos en mi categoría. Es decir, soy el tercero en el mundo en esta especialidad”, dijo a EL NUEVO SIGLO Torres Hurtado, quien ya se encuentra en París.
Recordó que “cuando estaba pequeño vi a unos soldados que patrullaban en La Tola, cerca de El Charco, Nariño. Eran amables con los campesinos y decían que estaban protegiendo a los ciudadanos y me gustó desde ese momento la vida militar”.
Torres, debido a que fue víctima de una mina antipersonal cuando patrullaba con su compañía en el Catatumbo, en Norte de Santander, afirma que “gracias al deporte volvió a vivir y sentir el orgullo de llevar la bandera de Colombia donde compite con otros atletas paralímpicos del mundo”.
El suboficial narró que “siempre les decía a mis compañeros de escuela y vecinos e incluso a mi familia que sería militar y por esta razón cuando cumplí los 18 años me presente al Batallón para cumplir con el servicio militar y cuando me aceptaron salte de la alegría porque amo a mi patria y era una forma de servir a la sociedad”.
Explicó que parte de su niñez la vivió en Cali, en el Valle, que una vez ingresó al Ejército y recibió la instrucción correspondiente y el juramento de bandera, fue designado para prestar su servicio militar en el departamento del Cauca.
“Una vez terminé mi servicio militar, ingresé a las filas del Ejército como soldado regular, como se llamaba en esa época a los muchachos que querían seguir la carrera castrense. Y, otra vez fui a parar al Cauca”, dijo.
Reveló que “gracias a mi buena conducta y por mis estudios, los mandos de la unidad militar donde estaba asignado decidieron enviarme a la Escuela Militar de Suboficiales “Inocencio Chincá”, donde me gradué como cabo tercero y otra vez resulté en el Cauca”.
Destacó que “en el 2008 cuando me encontraba patrullando con mi compañía en el Catatumbo, en Norte de Santander, caí en una mina antipersonal que me destruyó una de mis extremidades inferiores, precisamente, en medio del conflicto armado que vive Colombia desde hace muchos años”.
Recordó: “mi padre Medardo Torres (q.e.p.d.) y mi mamá Tomasa Hurtado, apoyaron mi ingreso al Ejército a pesar que decían que era una carrera difícil y con muchos riesgos”.
Reiteró: “desde muy niño siempre soñé con ser militar y con ser hincha del América de Cali. Hoy, esos dos sueños están cumplidos y los llevaré hasta el final”.
“Cuando sufrí el accidente, mi vida dio un giro de 180 grados. Todo fue diferente y como víctima del conflicto armado uno piensa que la vida se le acaba, que pierde toda esperanza, que todo acabó y que además el mundo se le viene a uno encima”, señaló.
Agregó que “gracias a la Dirección de Veteranos y Rehabilitación Inclusiva, DIVRI, recibió un nuevo proyecto de vida que nos cobija a todos los miembros de la Fuerza Pública que resultamos heridos y con lesiones permanentes por el servicio”.
Describió que “al año siguiente de mi rehabilitación, en el 2009, ya estaba poniendo en práctica todos los aprendizajes de tener una buena calidad de vida, estilo de vida saludable e ingrese al mundo del deporte formativo, recreativo, competitivo y en mi caso el levantamiento de pesas paralímpico. Esta disciplina se basa en el desarrollo de la fuerza máxima”.
“Gracias a Dios y al deporte empecé una nueva vida y reconozco que al principio no fue fácil, pero poco a poco fui fortaleciendo mi vida y mi actividad física. Hoy me siento muy orgulloso de portar y mostrar la bandera de Colombia en el mundo a través del deporte, porque la patria se lleva en el corazón”, aseguró.
Resaltó que “mi recuperación fue difícil, como todos los procesos, pero gracias al deporte vi una nueva esperanza de vida y de seguir sirviendo a mi patria desde la orilla del deporte”.
“Fue un cambio bastante bueno para mí, para mi hogar y para mi familia. Gracias al deporte logré un cambio fundamental, logré mirar más allá, hacia el futuro y sin dar un paso atrás. Descubrí un mundo lleno de oportunidades que con disciplina y trabajo se pueden alcanzar”.
Medalla de Bronce
Asimismo, recordó que en “el 2020 fui seleccionado para representar a Colombia en los juegos paralímpicos de Tokio, donde obtuve la medalla de bronce al levantar 221 kilos en mi categoría. Es decir, soy el tercero en el mundo en esta especialidad”.
Explicó que para estas justas en Francia 2024 “he venido trabajando con disciplina y sin descanso para estar en el podio, sin importar el color de la medalla. Pero espero que todo el esfuerzo realizado arroje los frutos esperados, el podio”.
“Todos hemos trabajado a conciencia a pesar que los ciclos cambian y que de pronto llegan otros deportistas más fuertes que vienen escalando, como en mi caso que alcancé una medalla olímpica para mi patria y para mi hogar. Dios quiera que podamos estar luchando día a día en esta difícil competencia”, expresó.
Destacó que “una vez termino mis entrenamientos acudo al trabajo con mi señora Arelys Cantillo Villegas para atender un restaurante de comida del Pacífico. También para diseñar estrategias con la fundación ‘Fungestión, Amor y Vida’ con la que llevamos comida a personas de la tercera edad y a los habitantes de calle”.
“Cuando tenemos los recursos llevamos en horas de la noche agua de panela caliente y pan a los habitantes de calle y alimentos a las personas de la tercera edad. En estos momentos está un poco quieta la fundación, porque no contamos con recursos y además porque estoy por aquí en París, para representar a mi patria querida en los Juegos Paralímpicos Francia 2024”, indicó.
También dijo que “una vez regrese a Bogotá vamos a seguir con la fundación para atender, especialmente, a los adultos mayores que día a día deben soportar jornadas difíciles y sin alimentos. Son unos abuelitos adorables y mi meta es seguir ayudándolos”.
Finalmente, agregó el cabo primero en retiro que “tengo seis hijos, dos de ellos con Arelys y ya soy abuelo, porque tengo tres nietos. Ninguno de mis hijos mayores quiso seguir la carrera militar y los otros cursan la secundaria”.