PARÍS- Asomaba por el túnel la figura de Tatiana Rentería, la “Arena Marte” de París, que daba la sensación que se caía por los aplausos y lo gritos. Pero Rentería de 23 años, domina con facilidad las emociones, es fría, contundente, certera, sabe que está ante la gran oportunidad de su vida y de terminar el ciclo olímpico con una medalla en su primera participación.
Llegó el momento, al escenario entra la Rentería y los colombianos gritan: “vamos, vamos Tatiana”.
En Cali, a 8.000 kilómetros, su mentora Jackeline Rentería sufre al frente del televisor, porque su pupila está donde ella estuvo en 2008 disputando el bronce, por eso la ha protegido, le ha enseñado todo lo que ha podido y ahora quiere una medalla.
Tatiana tiene una espina en el corazón: la plata y el oro se habían escapado ante una japonesa hace apenas unas horas y ella no quería perder el bronce.
A París había llegado buscando el oro y antes de viajar le dijo a EL NUEVO SIGLO: “Me veo en el podio, me sueño con la medalla de oro”, un reto para ella a los que está acostumbrada. Ha sabido sortear los azares de la vida, madre desde los 17 años, y estudiaba y trabajaba, tras duras jornadas a veces vendiendo madera, otras pescando. Rentería ha caído 100 veces y ha logrado levantarse 101. Y fue así que le dio al país la última medalla a Colombia.
En el balance se esperaban 9 medallas, quedamos lejos de ese botín. Pero ni somos los peores del mundo por no cumplir con la cuota pactada ni hubiésemos sido los mejores si superábamos las 9 medallas. Que un colombiano llegue a los olímpicos ya es mucho, que lleguen 89 en el contexto en el que vivimos podría ser una proeza, ahora que un niño de 17 gane una medalla de plata en gimnasia parece imposible. El problema como dice la canción no es llegar sino mantenerse y ahí nos ha costado bastante.