La crisis continúa en el fútbol profesional colombiano | El Nuevo Siglo
LA SEMANA pasada el Ministerio del Deporte anunció que le quitaba el reconocimiento al Cúcuta y de inmediato la Dimayor respondió que ya el club había pagado las deudas.
Foto: Cúcuta Deportivo
Lunes, 2 de Noviembre de 2020
Alejandro Munévar

Alejandro Munévar

Especial para EL NUEVO SIGLO

Hace un par de meses desde estas páginas advertíamos de la necesidad que tenían los directivos del fútbol colombiano de que la pelota volviera a rodar en los verdes campos para, de una u otra manera, desviar la atención y que las personas no se dieran cuenta de lo que realmente pasa al interior del balompié nacional.

Quizá en lo único que nos equivocamos con esa afirmación, es que la pelota iba a rodar en verdes campos, porque a decir verdad, el estado de algunos de estos es realmente malo, así que la pelota no rodó en campos verdes y perfectos, pero rodó. Los directivos entonces pensaron que la atención iba a dejar de estar sobre ellos y podían volver a una aparente normalidad. Pero no.

El fútbol volvió, pero los equipos siguen teniendo problemas económicos, unos inclusive no tienen con qué pagar sueldos a sus trabajadores. La Dimayor cambió de presidente pero no llegó dinero, ni se arregló la situación al interior de la institución, al contrario, parece que la división que existía se hace más evidente. La plata de la televisión internacional no llegó, en cambio ahora le toca a la División Mayor del Fútbol Colombiano pagar para recuperar unos derechos. Todo, en medio de como han dicho muchos, la peor crisis del fútbol colombiano.



Un pequeño anuncio para los directivos del fútbol colombiano: en la nueva normalidad, el fútbol, el juego, sigue siendo importante, pero también es de suma relevancia lo que ustedes hagan o dejen de hacer. Hoy día están en los reflectores y el hecho de que unos cuantos quieran tapar o restarle importancia a lo que hacen o mejor, a lo que dejan de hacer, no quiere decir que las personas no sean conscientes de los problemas y la crisis que hay.

Los miembros de la Dimayor decidieron sacar a Jorge Enrique Vélez porque aparentemente no era una persona grata ante el Gobierno nacional y que su sacrificio serviría para congraciarse con la Presidencia de la República, así esta les daría el aval para el regreso. Mal o bien, el fútbol regresó. Pero la nueva presidencia no logró unir a los clubes, no cambió el clima organizacional y hasta el momento tampoco ha conseguido mucho dinero que era lo que esperaban todos.

Con esto no estoy culpando al doctor Jaramillo, al final yo me imagino que a él le propusieron ser presidente de la Dimayor y aceptó creyendo que sería un nuevo reto para su ya laureada carrera, en donde  podría combinar sus conocimientos y habilidades con el gusto que debe tener por el fútbol. Pero, y de esto estoy seguro, nadie le advirtió que no solo era enfrentarse a un reto empresarial, sino que tenía además que enfrentarse a una guerra civil, en donde según dice Eduardo Pimentel hay amenazas, compra y amaño de partidos, encubrimiento a personas culpables y enfrentamientos directos con el Gobierno.

No se les haga raro que un día de estos Fernando Jaramillo, que es un señor, decida dar un paso al costado porque por más intentos que haga no va a poder cambiar la mentalidad de los directivos.

Caso Cúcuta

El ministro del Deporte, Ernesto Lucena, anunció que su despacho le suspendía el reconocimiento deportivo al Cúcuta. Acompañado de personas de su equipo jurídico explicaron el porqué de la decisión y el proceder de la misma; para resumir el cuento, le quitaron el reconocimiento porque el Cúcuta supuestamente no ha pagado unas obligaciones económicas. Digo supuestamente, no porque quiera quitarle valor al Ministro o a su equipo, todas personas respetables y grandes profesionales, lo digo porque la Dimayor sacó un comunicado en donde expresan que el Cúcuta sí ha pagado las deudas por las cuales le suspendieron el reconocimiento deportivo. Mejor dicho, la Dimayor se burló en la cara del Ministro y de su equipo. Claro, desde la cartera del deporte le dicen a la Dimayor que si es así el Presidente del Cúcuta debe presentar los soportes de pago, pero acá el tema es que la Dimayor decidió burlarse del Ministro, saltarse su resolución y minimizar sus decisiones al dejar jugar al equipo aún cuando no tiene reconocimiento deportivo. 



Este problema amerita una página entera y seguramente la próxima semana dedicaremos como es debido un espacio para explicar TODA la situación del equipo del Norte de Santander. Pero por ahora les podemos decir que los verdaderos afectados por este conflicto no son los directivos de la Dimayor, o Augusto Cadena, sino los jugadores y los hinchas del Cúcuta, la ciudad.

Crisis deportiva

A la evidente crisis política se suma una crisis deportiva, en donde los equipos colombianos pareciera que no terminan de arrancar. La liga se ha caracterizado en general por un nivel bajo, sin muchos picos de espectacularidad. Los equipos que estaban llamados a ser protagonistas no han dado la talla, ejemplo el caso del Nacional que no ha podido despegar. Parece que la magia se le acabó al señor Juan Carlos Osorio. Junior que tiene una gran nómina no despega, ni en torneos internacionales ni en el rentado nacional.

En Copa Libertadores nos fue mal, muy mal. Ninguno de los equipos pudo clasificarse a segunda ronda, el nivel mostrado fue pobre y para rematar la Dimayor decidió premiar la mediocridad de algunos al felicitarlos por haberse clasificado a la Sudamericana luego de haber quedado eliminados de la Libertadores.

Crisis económica

Sigue sin haber mucho dinero. El capital que iba a llegar por los derechos de Tv internacional no llegó nunca, en cambio van a tener que pagar cerca de un millón de dólares para que se les devuelvan los derechos. Mejor dicho no dan pie con bola. El problema acá es que en vez de pensar en el crecimiento de la liga, los dirigentes de los equipos piensan en cómo llenarse los bolsillos de dinero, así no vamos a ningún Pereira. Ah bueno a propósito del “Matecaña” dicen que hay 2 o 3 ofertas por el club, un combinado que ha sido manejado a las patadas por un señor Candamil y una jueza que dejaron ir al técnico Oscar Cravioto que los subió a la A, que mantuvo unido al plantel y que mal o bien iba andando como podía. Ah también el señor Candamil dijo que cuando vendan el club, quiere seguir siendo el Presidente a ver si por fin se puede poner al día con todo el dinero que le debe a sus trabajadores.

Nuestro fútbol no cambia. Sobre el terreno de juego nos podemos encontrar con algunas sorpresas, canchas más verdes que otras, equipos más dúctiles que otros; lo que sí no cambia son los dirigentes y sus ganas locas de llenarse los bolsillos de dinero a cuestas de sus trabajadores. Acá o cambian las cosas, los dirigentes, la organización o seguiremos siendo una liga normal en la que se miente diciendo que es la octava mejor del mundo y la quinta mejor de Latinoamérica.