Para salvar el fútbol de su autodestrucción, que ha sido activada por las muchas causas que han desnaturalizado el deporte y lo han relegado a convertirse simplemente en un espectáculo cautivante de masas, es necesario que quienes hacen parte específicamente de los puestos directivos tengan entre muchas otras cosas decencia, cantidad de valores pero sobretodo calidad humana.
Pero ojo que el cambio en el fútbol no solo depende -aunque sí en gran medida- de los directivos, de las empresas periodísticas que se han convertido de cierta manera en mercaderes capaces de conquistar, perder o mantener el interés de las masas sobre el balompié; para un cambio revulsivo es necesario que la percepción sobre el fútbol sea distinta y no sea concebida solamente como un negocio.
La situación se ha complicado desde que los actantes principales de esta película, que es el fútbol, decidieron que dejó de ser un deporte y pasó a ser un negocio. Dejando de lado la pulcritud y la emoción del juego, la verdad es que el fútbol como fútbol, dejó de tener importancia para directivos y empresas que hacen parte del andamiaje que construye la industria futbolera.
A estos personajes solamente les interesa el dinero, cuánta plata logran sacar de un negocio de patrocinadores o cuánto van a recibir de los derechos de televisión; es innegable esta situación, para la muestra tenemos muchos botones, pero para ser más específicos, hay que ver lo que se vive actualmente con la Dimayor: todos agarrados por cuánto dinero le dan a los grandes, por cuánto le dan a los pequeños, en fin, lo importante nunca fue el deporte, lo importante eran sus intereses económicos.
Como dijo Dante Panzeri en su libro “Fútbol dinámica de lo impensado de 1967”. “Con la expansión de esa industria no se ha producido un incremento de “hombres mejores” en el fútbol de todo el mundo. Por el contrario, son frecuentes las evidencias de que el fútbol prácticamente ha raleado de sus puestos claves a los hombres decentes, expulsados por una prevalencia a veces esquizofrénica de hombres con poder”.
Más textual y verídico no lo pudo escribir Panzeri, pareciera que tuviera los ojos puestos sobre los directivos de nuestro fútbol; sin embargo, como mencioné anteriormente, escribió esas palabras en 1967.
Partiendo de las palabras de Panzeri, podemos decir que es evidente que el fútbol ha desterrado a hombres decentes y con valores del poder, a la vez que ha llevado a personajes nefastos con hambre de dinero a dirigir el deporte más hermoso del mundo.
En el pasado
En Colombia, por ejemplo en los años 80, cuando el poder del narcotráfico permeó el fútbol, León Londoño fue desterrado del mismo por la manos oscuras con sed de poder; o por ejemplo, a comienzos de los 90 a Saúl Velásquez, prácticamente, lo obligaron a salir de la Difútbol por no prestarse a triquiñuelas y componendas, desde la salida de Velásquez de la Difútbol, hace más de 30 años, en esta entidad no ha pasado nada, no ha crecido y en cambio, de a pocos se ha ido cayendo, al punto que al día de hoy se inició una revolución del fútbol aficionado que no está de acuerdo con la dirigencia actual que los ha dejado en el olvido y los ha llevado prácticamente a la extinción.
Ojalá que Andrés Guapacha, presidente de la nueva asociación del fútbol aficionado y que lidera esta revolución, no se vea intimidado por las manos oscuras -que aún- la justicia no ha podido castigar como debiera ser.
La justicia
Qué podemos esperar nosotros de los dirigentes del fútbol cuando hasta de la justicia se han burlado ante las sanciones impuestas por la Superintendencia de Industria y Comercio hicieron caso omiso; peor fue la situación cuando el Ministerio del Deporte les pidió una investigación en contra de dos directivos, desconocieron completamente al Ministerio burlándose de la justicia y de las autoridades nacionales.
Son lanzados y con agallas se puede decir, porque para burlarse de la justicia hay que ser muy orate o estar muy seguro que se está limpio y se es inocente de cualquier cosa que lo acusen.
Pero bueno, regresando a la situación de nuestro fútbol, la Dimayor que quedó en manos del Secretario General luego de la salida de Jorge Enrique Vélez y de la Federación que se encuentra sitiada por la justicia colombiana. Hay que decir que no hay una salvación cercana, no se ve un cambio real, porque repito, el cambio tiene que ser desde la dirigencia, el fútbol como deporte no puede cambiar; a ver, el nivel puede crecer o decrecer, los futbolistas pueden ser mejores o peores, pero si queremos que la infraestructura de nuestro fútbol mejore, lo único que se puede esperar es que se vayan los actuales dirigente y lleguen unos nuevos, ojalá que no estén contaminados ni por la política, ni por el mismo fútbol actual y mucho menos, que no tengan intereses económicos, por ejemplo, con los canales de televisión o los patrocinadores.
Mejor dicho, agarramos una silla cómoda para sentarnos a esperar, porque está muy difícil que haya cambio.
Para terminar, quiero traer a colación dos declaraciones de presidentes salientes de la Dimayor, las dos en momentos diferentes de la historia y por supuesto una, por parte de alguien respetable y la otra bueno, les dejo a ustedes que juzguen:
La primera declaración la dio Alex Gorayeb cuando tuvo que salir de la Dimayor por amenazas en su contra, luego de haber cancelado el campeonato por la muerte de un árbitro en 1989. “No quieren mi honestidad, ni imparcialidad en el fútbol y yo no voy a renunciar a esos principios”.
La segunda, la pronunció Jorge Enrique Vélez, que más o menos se comparó con el libertador y dictador Simón Bolívar. “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Eso sí, no había terminado de despedirse cuando los directivos de los equipos corrían para ver cómo se quedaban con el asiento vacante, dándose codazos y patadas virtuales.