Muchos sueños se derrumbaron por cuenta de la pandemia del coronavirus, las finanzas de los grandes clubes se vieron afectadas y aunque las actividades se reactivaron, solo hasta ahora se está habilitando la presencia de aficionados en los diferentes escenarios deportivos del mundo.
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En marzo, uno a uno los torneos de clubes en Europa se fueron suspendiendo, no sin antes ser protagonistas de la propagación del covid-19, como ocurrió con el partido de Champions League entre Atalanta y Valencia en Bérgamo, tras el cual el número de contagios en Italia y posteriormente en España, aumentó considerablemente.
Tras la pausa de las ligas europeas se fueron sumando los torneos locales en diferentes partes del mundo hasta que el fútbol entró en una etapa de inactividad que inquietó, tanto por las repercusiones económicas como por la imposibilidad de que los jugadores entrenaran.
A la lista se fueron sumando las grandes carreras ciclísticas, como el Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España, que debieron ser reagendadas y finalmente se disputaron en fechas atípicas y sin uno de los grandes ingredientes, el público, por el temor al contagio del virus.
Los torneos de golf, tenis, atletismo, la Fórmula 1, las grandes maratones, como las de Boston y París cambiaron de fecha, otras competencias fueron canceladas y los clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pospuestos para el próximo año.
La organización de los Olímpicos, hasta última hora guardó la esperanza de realizar la justa a mediados de año, luego de posponerla un par de meses, hasta que finalmente se aceptó que el número de contagios, la imposibilidad de contar con aficionados y de finalizar las clasificatorias, impedían desarrollar con normalidad los Juegos, no sin antes recordar que las tres veces que Tokio ha sido elegido como sede, ha tenido problemas para desarrollarlas.
La primera ocasión fue en 1940, por cuenta de la Segunda Guerra Mundial, la segunda en 1964 y ahora en 2020, aplazados un año por la pandemia, aunque mantendrá el nombre de Tokio 2020.
Con el correr de los meses, las actividades deportivas han intentado retomar sus actividades atendiendo la ‘nueva normalidad’. Ya todas las ligas del mundo reiniciaron sus torneos y aunque algunas ensayaron permitir el regreso de aficionados a los estadios, tuvieron que reversar la decisión y solo ayer la Premier League pudo hacerlo con un reducido número de hinchas.
El US Open, el Masters de Roma, el Torneo de Maestros, el Roland Garros se jugaron sin público y bajo observación por los casos de coronavirus detectados.
El Masters de Augusta y otros torneos de la élite del golf mundial también volvieron, así como la Fórmula 1, con un apretado calendario y como todos los eventos, sin aficionados en las tribunas y cumpliendo con una serie de medidas de bioseguridad.
Crisis
La situación económica, tanto para organizadores, como para los clubes ha sido crítica. La mayoría, por no decir todos, tuvieron que acudir a la rebaja de sueldos para poder sobrevivir. Y, en lo deportivo, afrontar una serie de lesiones de sus jugadores por la inactividad que tuvieron durante meses y por el trabajo aislado y virtual que debieron hacer debido a las cuarentenas estrictas impuestas en los diferentes países para frenar el avance del covid-19.
Colombia no estuvo exenta de los males que propagó el coronavirus: sus deportistas, clubes y la misma Selección de fútbol entraron en una profunda crisis.
Así, por ejemplo, antes de la pandemia se tenían grandes expectativas en torno al Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España en cuanto al ciclismo se refiere, pero los cambios de fecha, los entrenamientos, como el de Egan Bernal en la terraza de su casa en Zipaquirá o el golpe que sufrió Nairo Quintana en la rodilla, dieron al traste con las ilusiones de un nuevo título.
A la única carrera que se llegó con pocas expectativas fue a la Vuelta a España porque el lote de escarabajos así lo planteó desde un comienzo. En cambio en el Tour y el Giro se tuvo a las grandes figuras, se soñó con volver a ver a Egan, Nairo o Rigo en el podio y no fue así.
La alteración en sus planes de entrenamiento, sus dolencias físicas o las fuertes caídas que sufrieron, los llevaron a retirarse o como en el caso de Nairo, a sobre esforzarse a sabiendas de que estaba poniendo en riesgo su futuro.
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En las mismas condiciones están deportistas que tenían un plan de trabajo pensando en alcanzar un cupo para los Juegos Olímpicos y debieron replantear su agenda. Algunos de ellos están en duda por sus edades y otros perdieron todo lo hecho por la imposibilidad de entrenar a un ritmo exigente. De todas formas se espera que Caterine Ibargüen, Mariana Pajón y demás cartas colombianas puedan llegar a julio de 2021 en condiciones de darle más medallas de oro al país.
Preocupación
Sin embargo, la mayor preocupación hoy en Colombia es la crisis que vive el fútbol. En el ciclismo cada día aparece un nuevo prospecto y pronto se hace realidad, como por ejemplo en el momento Diego Camargo; en el atletismo hay varios jóvenes valores y así en otras disciplinas.
En cambio en el fútbol varias razones generan profundas inquietudes. Una es la labor de las divisiones menores, misma que la Difútbol dejó en manos de los clubes y del Pony Fútbol, pero a nivel de ligas no se ve un trabajo que permita mirar con optimismo la renovación.
El presidente de la Dimenor, Álvaro González Alzate, en los actuales momentos está preocupado únicamente por imponer a Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez como técnico de la Selección de mayores y porque la Fiscalía no lo ‘tumbe’ del cargo por el escándalo de la reventa de boletas en las eliminatorias para el Mundial de Rusia.
En la misma situación está Ramón Jesurún. Los dos, durante los meses de pausa por la pandemia se dedicaron únicamente a ver cómo pagaban la multa que les impuso la Superintendencia de Industria y Comercio, dejando de lado sus obligaciones con la Federación y la organización de las eliminatorias para Catar 2022.
Por ahora, la gran solución que encontraron a los problemas de la Selección fue llegar a un acuerdo con el técnico Carlos Queiroz, pagarle los US$2 millones para que se fuera, pero ninguno de los miembros del Comité Ejecutivo de la Federación ha asumido públicamente su responsabilidad tras las goleadas frente a Uruguay en Barranquilla el 13 de noviembre y ante Ecuador en Quito el 17 del mismo mes.
Su responsabilidad está ligada a que fueron ellos los que ignoraron durante dos meses a José Pékerman, quien nos llevó a los mundiales de Brasil -donde se tuvo la mejor presentación de Colombia en un torneo de esta índole y se tuvo a James Rodríguez como el goleador-, y al de Rusia en 2018.
Los dirigentes, inmersos en el escándalo de la reventa de boletas en la eliminatoria pasada no han querido hacerse a un lado y es indudable que ello ha afectado el normal desarrollo del trabajo de la Selección y a la Difútbol no se le puede pedir trabajo para que los clubes tengan de dónde echar mano porque hace años que los resultados son paupérrimos.
Ahora bien, esta no es la única afectada por el paréntesis a causa de la pandemia y el bajo nivel de algunos jugadores, sino el fútbol colombiano en general.
Hace rato que una Sub-17 o Sub20 no tiene una buena presentación en los torneos suramericanos y aunque el técnico Arturo Reyes ya dio a conocer una preselección de cara a la competición que se jugará en 2021, es claro que ya no debería estar en el cargo.
Reyes, quien tuvo un fugaz paso por la Selección de Mayores como encargado y formó parte del cuerpo técnico de Queiroz, ya no debería estar porque los resultados no avalan su continuidad.
Otro de los aspectos que genera enorme preocupación es el nivel del torneo local, nivelado por lo bajo y carcomido, por una profunda crisis al interior de la Dimayor por las rencillas entre directivos de los 36 equipos, quienes anuncian trabajo en conjunto pero cada día se dividen más.
La crisis que vive el fútbol colombiano la certifica el rendimiento de los representantes de Colombia en las copas Libertadores de América y Suramericana, en las que solo sobrevive el Junior y clasificando con muchas dificultades.
Tal vez lo único rescatable en la pospandemia es la decisión de varios técnicos, empezando por el de Millonarios, Alberto Gamero, de dar oportunidad a nuevos valores, algunos de los cuales pintan bien, como el golero Juan Moreno.
Pero es hora de que los directivos de los clubes dejen de pensar en sus intereses personales y replanteen la Liga Betplay porque es evidente que dos torneos al año dan estrellas más no permiten hacer procesos y los continuos cambios de técnicos porque no logran los objetivos, inciden en el bajo desempeño de los clubes a nivel continental.