Denuncian hacinamiento en red pública de hospitales | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Junio de 2012

Deficiencias en los tiempos de atención a pacientes, deterioro y desaseo en las instalaciones, insuficiencia en el número de camas y camillas, trabas en la prestación del servicio de ambulancias, hacinamiento y falta de personal, entre otras fue lo que encontró la Personería de Bogotá en seguimiento a la atención en los hospitales de los niveles I, II y III.

 

Las visitas practicadas en las horas de la noche a los hospitales de Meissen, Bosa, Tunal, Kennedy, Engativá, Simón Bolívar, evidenciaron el déficit que atraviesan estos centros de atención, lo cual atenta contra el derecho a la dignidad y la salud y, por ende, el derecho a la vida de los pacientes.

 

En el primer balance mostró demora en tiempos de atención y hacinamiento, algunos  usuarios de estos centros de servicio se quejan por demoras mayores a once horas en la prestación del servicio de urgencias.

 

En el hospital de Meissen, por ejemplo, se detectaron usuarios que ingresaron entre las 7 de la mañana o las 6 de la tarde y a quienes, aunque ya se les había prestado el servicio, debían esperan entre 2 y 4 horas más para recibir la orden de salida. Según los funcionarios encargados de facturación, la demora es responsabilidad de la EPS.

 

En general el tiempo de atención se alarga entre el examen de valoración, o triage,  (el cual varía de acuerdo con el hospital entre 15 minutos y 2 horas aproximadamente); la atención médica (depende de la urgencia inmediata hasta 24 horas); los procedimientos médicos (entre 15 minutos y ocho horas); espera de resultados (entre dos y cuatro horas); segunda valoración médica para diagnóstico (entre dos y cuatro horas) y facturación (2 a 4 horas).

 

Las demoras en la atención también afectan al servicio de ambulancias, ya que estas pueden permanecer retenidas horas, mientras les entregan las camillas. En el hospital de Meissen se detectaron varios casos de ese tipo.

 

Así mismo, el ente de control determinó que en el Hospital Simón Bolívar, por ejemplo, el servicio de urgencias tiene capacidad para 52 pacientes, pero el promedio diario de solicitantes es de 130; allí se recibieron quejas como la de una paciente de más de 80 años de edad, que tuvo que pasar la noche sentada en una silla, porque no hubo manera distinta de atenderla.

 

La misma situación de hacinamiento viven hospitales como Meissen, donde el servicio de urgencias tiene una capacidad de 40 pacientes, pero se registró un sobrecupo de 79, muchos de los cuales son atendidos en los pasillos.

 

El de Kennedy no se escapa al hacinamiento, ya que tiene una capacidad de atención para 44 pacientes y sólo a la hora de la visita se encontraban 100 pacientes esperando a ser atendidos; los usuarios no sólo son atendidos en los pasillos sino en carpas, las cuales están  ubicadas a la intemperie, allí se encontraban 20 enfermos.

 

En los hospitales de la zona sur, el ente de control encontró un evidente deterioro en las instalaciones, falta de mantenimiento y desaseo en general. En el hospital de Meissen, por ejemplo, se evidenció que no existe señalización para identificar la ubicación del hospital y el servicio de urgencias; los ventanales y las puertas están rotos, al igual que la puerta principal, según los testimonios esto obedece a comportamientos violentos de algunos pacientes. Así mismo, se encontraron elementos improvisados como cartones, que sirven para evitar el deslizamiento de las colchonetas de los pacientes; galones habilitados para desechar residuos biológicos, canecas dañadas y destapadas y soluciones salinas sin almacenar (incluso en el lavamanos).

 

En el Hospital de Bosa, los teléfonos públicos están dañados y el equipo de rayos X lleva dos días sin servicio; algunas paredes se encuentran a medio resanar y la pintura de otras se encuentra en mal estado; en el de Kennedy se utilizan puntillas para sostener el suero y unas escaleras hacen las veces de sillas.

 

Durante su visita, la Personería pudo verificar el caso de un paciente que fue trasladado hasta la sala de reanimación, en brazos de algunas personas pues no había camilla disponible; el paciente, además, tuvo que ser atendido en el suelo.