CALIFORNIA, el estado que más delegados reparte en las primarias de Estados Unidos, no decidió, como se esperaba, el futuro de la nominación de Clinton. Un día antes, en Puerto Rico, la ex Secretaria de Estado quedó a 23 delegados de la cifra necesaria, la cual sobrepasó ayer en el último Supermartes, marcando un hito en la historia de Estados Unidos.
Después de un largo recorrido que inició en enero con el caucus en Iowa, la ex Secretaria de Estado logró más de 2.383 delegados, poniéndole punto final a las primarias, de acuerdo a un conteo de la Agence Press (AP), cuyo impacto tuvo eco en medios locales e internacionales.
Hillary Clinton es la primera mujer en lograr la nominación presidencial en la historia de Estados Unidos. Hace ocho años perdió esa posibilidad luego de ser la favorita a lo largo de las primarias con Barack Obama, del cual se convirtió en Secretaria de Estado.
Ex senadora, ex jefa de las relaciones internacionales y ex primera dama, competirá por la Casa Blanca junto al polémico Donald Trump en una contienda que, de acuerdo a la mayoría de encuestas, concluiría con una victoria para la candidata demócrata. Sin embargo, el polémico multimillonario podría dar la sorpresa, tal y como se ha evidenciado en los 11 meses de primarias.
No despierta emoción
Clinton es una candidata atípica. No por el hecho de ser mujer, sino porque no despierta emociones en sus seguidores. Trump, su rival de turno, precisamente es todo lo contrario: una imagen venerada que raya con el fanatismo en algunos casos.
Clinton, por el contrario, busca ser carismática pero cae en un monólogo que descubre su incapacidad para llegarle al ciudadano del común. Sin embargo, su amplia experiencia le fue suficiente para que el electorado optara por ella y rechazara el revolucionario discurso de Sanders.
Su mayor reto será, entonces, quitarse de encima el rótulo de candidata del establecimiento demócrata. Es un hecho que gran parte de su triunfo en las primarias se debió al apoyo que desde un inicio obtuvo de los Superdelegados que, en muchos casos, pertenecen al llamado establecimiento.
Y, además, porque Donald Trump es anti-establecimiento y, seguramente, va enfocar su discurso en su contra, atacando lo que representa y el mal que ha generado en la política estadounidense.
Unificar partidos
Las elecciones presidenciales serán entre un candidato “outsider” y una candidata del establecimiento. Cada uno tendrá que convencer a los sectores dentro de su partido que represente una u otra cosa.
Trump lleva dos meses lidiando con el establecimiento republicano. En un principio sostuvo que no se sentaría con sus representantes, pero últimamente se ha reunido con Paul Ryan, portavoz del Partido Republicano, para lograr el apoyo de las bases del partido.
Clinton, por su parte, tiene que hacer un ejercicio al revés. Ya cuenta con el apoyo de la maquinaria demócrata y ahora necesita que las fuerzas independientes al interior de los demócratas le den el visto bueno.
Por el momento ese proceso es casi nulo, ya que Sanders continúa en carrera pese a la victoria de Clinton. Aunque aún no se conoce cuál es el propósito de Sanders para continuar peleando por una nominación pérdida.
Algunos hablan que busca fortalecer su movimiento y lanzar una candidatura como candidato independiente. Otros, más aterrizados a la realidad política norteamericana, dicen que el social demócrata quiere llegar a la Convención de su partido en carrera y convencer a los Superdelegados que voten por él en vez de Clinton.
El hecho es que tanto Trump como Clinton generan una enorme resistencia dentro de sus partidos. Hace ocho años Mitt Romney contaba con el visto bueno de casi todo el Partido Republicano y Obama había unificado, no del todo, al Partido Demócrata alrededor de su candidatura.
Ambos candidatos suscitan dudas que se reflejan en la división de sus copartidarios. Trump ha resultado un fenómeno político, sin embargo, su falta de experiencia y sus miles de comentarios desatinados hacen que no convenza a parte importante de su partido.
Clinton, a su vez, es cuestionada por su papel cuando ejercía como Secretaria de Estado, en especial, por los correos privados que mantuvo con diferentes personas. Tan es así, que fue declarada culpable hace unos días por una Corte Federal, sin embargo, su candidatura continúa en pie.
Clinton cuenta con la ventaja de ser mujer, un factor a su favor si se tiene en cuenta las declaraciones de Trump en contra de las mujeres. Su feudo electoral está en las mujeres mayores de 30 años y en algunas minorías afroamericanas y latinas.
En tal sentido tendrá que conquistar al votante joven, que suele inclinarse por Sanders, y a la clase media inconforme con las políticas de Obama como Medicare, la intervención en Siria y la política migratoria, que en gran parte ha sido conquistada por Trump.
Mientras tanto el multimillonario continuará con su discurso derrotista de “volver a ser América grande”, con el fin de atraer a grupos poblacionales que se inclinan por los demócratas pero, por ejemplo, han sido víctimas del desempleo en el gobierno Obama.