No deja de ser interesante el debate que se ha suscitado en los últimos días entre los ambientalistas enemigos a ultranza de la minería en Colombia, encabezados por el exministro Manuel Rodríguez Becerra, y los ambientalistas amigos de la explotación minera pero bajo ciertas condiciones de buenas prácticas, liderado por la directora del instituto Von Humboldt, Dra. Brigitte Baptiste; y no deja de ser interesante por cuanto los dos son expertos reconocidos y respetados en el medio.
Los puntos principales de la posición del grupo del exministro hacen referencia a tres factores fundamentales: la preservación de los ecosistemas, la protección de las especies y los impactos socio-ambientales negativos en el entorno. Hacen también énfasis en el hecho de que algunos países de Centroamérica han prohibido el ejercicio de la actividad minera sin mayores impactos en sus indicadores económicos, al respecto suelen citar los casos de Costa Rica y El Salvador.
El grupo que lidera la directora del Instituto Von Humboldt mantiene la posición de permitir el desarrollo minero sobre la base de que existen ejemplos en el mundo de que esto se puede hacer bien y sobre la base de que su prohibición no garantiza la preservación de los entornos naturales y si afecta el nivel de vida de la población; en este grupo se propugna por una minería que mantenga la línea base de nuestros ecosistemas.
De otra parte el tema se ha convertido en una bandera política desprovista de soporte técnico que está llevando a tomar decisiones democráticas sobre un tema que la mayoría de los votantes no comprenden, al ciudadano se le plantea la disyuntiva entre tener agua o tener minería o entre tener fauna y tener minería pero no se le plantean alternativas al respecto ni se le explica que podría llegar a tener la minería sin afectar los demás recursos; de alguna manera estas consultas me parecen tan absurdas como si Fleming hubiera sometido a referendo popular el posible uso de la penicilina; no quiero significar con esto que no se deba tener en cuenta la opinión de la población, quiero significar que la opinión está siendo manipulada por ciertos políticos que se alejan de los conceptos ambientales y generan movimientos populistas alejados totalmente del trasfondo científico.
A mi modo de ver, el problema de la minería no se soluciona con prohibiciones de dicha actividad sino más bien con un control eficiente de las condiciones en que se realiza, tampoco tiene sentido generar una moratoria minera en un país que podría crecer económicamente hablando gracias al impacto que la extracción minera puede llegar a generar en el PIB del país; es evidente que la comparación con lo ocurrido en países como Costa Rica es un sofisma distractor pues se habla de un país para el cual la minería pesaba menos del 0,4% de su PIB y sus posibilidades de crecimiento eran nulas, Colombia en cambio tiene un peso de la minería cercano al 4,5% del PIB y las posibilidades de crecimiento son exponenciales.
En este orden de ideas, lo que realmente se debería intentar es lograr unas facilidades para la explotación minera, si y solo si se realiza de conformidad con estándares internacionales de conservación y lograr simultáneamente un efectivo y eficiente control ambiental sobre la actividad minera; de esta manera gana el planeta, pero también ganan los ciudadanos. No sobra mencionar el hecho cierto de que las prohibiciones a la minería solo afectan a la minería legal, la minería ilegal de esta manera verá terrenos caldo de cultivo para seguir depredando sin control.
@alvaro080255
*Doctorado en ingeniería de caminos y experto ambiental