El senador Luis Fernando Velasco no ha podido cuajar un debate en el Parlamento para exigirle a la canciller María Ángela Holguín que dé explicaciones de sus desventuradas declaraciones acerca del litigio limítrofe colombo-nicaragüense, hoy a discreción de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
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Disculpas. Velasco le expresó a la Ministra que “lo que ella dijo en relación con Nicaragua es una metida de pata o una ida de lengua y tiene que disculparse con los colombianos y si usted, señora, está en eso, no merece ser Canciller de la República”. El senador no ha podido hacer el debate porque no ha encontrado en el Congreso el clima propicio.
Velasco sacó adelante la rebaja del precio de la gasolina y les dijo a los magistrados de las altas Cortes que ellos, al defender la Comisión de Acusaciones, lo estaban haciendo en su propio beneficio, porque esa célula es la que los investiga.
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¡Qué tiempos aquellos!La verdad es que los tiempos parlamentarios han cambiado. Lejos están las gloriosas jornadas que protagonizaron oradores de la talla de Antonio José Restrepo, Guillermo Valencia, Laureano Gómez, Jorge Eliécer Gaitán, Silvio Villegas, Gilberto Alzate, Fernando Londoño, Augusto Ramírez, Camacho Carreño, Rojas Garrido, Enrique Caballero, Álvaro Gómez, Gabriel Turbay, Darío Echandía, Jorge Leyva y su hijo Álvaro; Carlos Lleras y Luis Carlos Galán, que dejaron honda huella en los anales capitolinos.
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Dependencia. El Parlamento es hoy, melancólicamente, una dependencia del poder Ejecutivo. Lo comprueba el hecho de que en 21 años de vigencia de la Constitución del 91 no ha prosperado una sola moción de censura contra ministro alguno. La Comisión de Acusaciones es de absoluciones. El control político es burocrático. El Mandatario de turno se vanagloria de contar con el 95 por ciento que marcha según los dictados de Palacio. Por todo ello, la Canciller seguirá en su puesto, esperando la decisión salomónica.
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Medios de comunicación. Como si esta marejada de condicionalismos no fuera suficiente, con contadas excepciones, siguen la línea gobiernista predominante en el Parlamento que se erige en un coro de aduladores vergonzoso.
Es justo mencionar a cuatro congresistas independientes: Jorge Enrique Robledo -el jefe de la oposición-, Luis Fernando Velasco, Miguel Gómez y Juan Carlos Vélez, voces solitarias que se levantan para romper el unanimismo.