Luego del encuentro que finaliza en La Habana Cuba, el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle se pronunció sobre el perdón que pidió la guerrilla de las Farc ayer por la masacre que ocurrió en Bojacá donde murieron unas 79 personas.
De la Calle reconoció el paso que dio la guerrilla, pero rechazó los actos que han sido perpetrados hoy donde han muerto varios héroes de la patria y otros han quedado gravemente heridos.
Manifestó que el acto de reconciliación va en la dirección correcta para acabar con el conflicto armado.
Este gesto tiene un enorme significado. Ocurre en medio de lasdiscusiones sobre el desescalamiento del conflicto y precisamente al término delas cinco visitas de víctimas a La Habana.
Es también un efecto práctico de la aplicación de los diezprincipios que acordamos para desarrollar el punto relativo a las Víctimas enla Agenda de las conversaciones. En particular, los dos primeros principiossobre reconocimiento y reparación. En este sentido, este encuentro con lasvíctimas de Bojayá, sin antecedentes y de cara al país, es un paso valioso ymuy diciente en esta etapa del proceso.
Quiero citar algunas de las afirmaciones hechas por las FARC.Dijeron lo siguiente:
"Reconocemos el hecho, expresamos nuestra desolación y pesarpor el resultado y nuestro reconocimiento y empatía a las víctimas, a susfamiliares, a sus amigos y a sus vecinos".
Y agregan:
"Ninguna palabra a utilizar podría describir correctamente lasensación de pérdida para los que ese día perdieron a sus seres queridos, y porello reconocemos y expresamos nuestro dolor más profundo por el sufrimientocausado a tantas personas. A todas las personas que han vivido dolor por estedesenlace en Bojayá hace doce años, y a la gente del Chocó, reiteramos nuestropesar profundo por lo sucedido. Ese hecho nunca debió ocurrir".
Y en relación con la reparación, también señalaron lo siguiente:
"Nos hemos reunidos con representantes de las víctimas yacompañantes, para tratar no sólo sobre la verdad de ese hecho, sino parabuscar cómo podemos en lo posible resarcir, no sólo reconociendo el dañocausado entonces, sino desarrollando una serie de propuestas encaminadas al diálogo,a actos reparadores, y a ofrecer y consensuar medidas de no repetición.
Las FARC-EP estamos considerando, de acuerdo con nuestras capacidades,posibilidades y obligaciones, unas respuestas lo más integrales posibles antenuestra deuda con la comunidad de Bojayá".
El acto que tuvo lugar ayer, hace patente que el reconocimiento deresponsabilidad es la esencia de nuestro desafío para alcanzar la máximasatisfacción de sus derechos y para avanzar hacia la terminación del conflicto.En efecto, todos los responsables deben proceder al reconocimiento del dañocausado y a su reparación.
El Gobierno ha hecho lo propio. En diferentes ocasiones, en cabezadel Presidente Juan Manuel Santos, ha asumido la responsabilidad del Estado.Retomo aquellas palabras del Presidente en la audiencia pública convocada porla Corte Constitucional el año pasado en la que aseguró que: "El Estadocolombiano ha sido responsable, en algunos casos por omisión, en otros casospor acción directa de algunos agentes del Estado, de graves violaciones a losderechos humanos e infracciones al DIH ocurridas a lo largo de estos 50 años deconflicto armado interno".
Estamos seguros de que los colombianos esperan que este sea sólo elprincipio de muchos gestos en el marco de las conversaciones y después de laposible firma de un Acuerdo Final, para producir hechos de paz concretos quereflejen que estamos encaminados a la verdadera terminación del conflicto y ala reconciliación.
Precisamente, en el día de hoy tenemos que lamentar la muerte devarios uniformados por acciones de la guerrilla. Al enviar nuestro mensaje decondolencia a sus familiares y a los miembros de las Fuerzas Armadas, tenemosque reiterar que el propósito de las conversaciones es que esto no se repita.La razón de ser de la Mesa de Conversaciones es el fin de la guerra. Como hadicho el Presidente Santos, el corazón del proceso son las víctimas. Las que yahan sufrido pero también las que tenemos el deber moral de evitar.