En la actualidad y según datos de la Asociación Colombiana de Mineros, ACM, de las 55 toneladas de oro que se producen en el país, solo siete corresponden a una explotación legal y formal, así que cualquier esfuerzo por mejorar estos indicadores, con mayor cantidad de oro explotado legalmente, incrementará el impacto positivo tanto en la economía nacional, como en la calidad de vida de las zonas de influencia de las minas, sin dejar de lado el mejoramiento en el impacto ambiental.
La explotación del oro en Colombia representa un gran potencial para el desarrollo de las comunidades donde se encuentran las minas, también es un atractivo generador de divisas. Sin embargo, existen importantes retos para convertir a este metal en un aliado de la economía nacional, regional y local.
A escala mundial, el precio del oro sigue con una tendencia de aumento.
De acuerdo con el World Gold Council, la demanda de oro a final del primer semestre del año en curso superó la que se vio durante la crisis hipotecaria de la década pasada, cuando era de 917 toneladas. Hoy esa demanda es de 1064 ton.
“A nivel global siempre se ha mencionado que lo único constante en la minería es la volatilidad. Ese principio parece reafirmarse por el comportamiento de las principales variables del sector.
Hoy vivimos constantes variaciones en precios, generalmente hacia la baja, importantes reducciones de demanda y diferencias en las tasas de cambio, lo que deriva en grandes niveles de incertidumbre y nerviosismo entre todos los involucrados y beneficiarios del sector”, asegura Javier Quintana; socio de asesoría de EY, y experto en el sector de minería y metales.
La realidad colombiana
Sin embargo, cada país tiene su propia realidad y el caso colombiano tiene sus particularidades. El nivel de madurez del sector minero colombiano no es comparable con otras latitudes, y cada caso hay que mirarlo de manera particular. Actualmente, las grandes preocupaciones o riesgos a nivel global están centradas en cómo balancear la caja y generar confianza para financiar y retornar los réditos esperados de un sector que maneja grandes niveles de inversión. Mientras tanto, en Colombia aún estamos enfocados en resolver asuntos en materia social, ambiental, institucional, que deriven en confianza para las inversiones mineras.
Esto obliga a analizar la relación entre el costo y el beneficio de la minería de oro en el país. Al respecto el socio, de EY, afirma que “el potencial geológico y de producción del oro colombiano es inmenso. Los estudios así lo demuestran y eso hace que hoy Colombia siga en el radar de la inversión global minera. Pero ese atractivo también tiene volatilidad. Solamente en el pasado mes de septiembre, dos grandes multinacionales anunciaron su llegada al país, mientras que una anunció la suspensión de sus actividades debido a presiones de seguridad y minería ilegal”.
A pesar de que los inversionistas en proyectos de oro ven varias ventajas como costos en pesos, exportaciones en dólares y un mejor precio internacional, aún se mantienen algunas dificultades y desafíos a la hora de invertir en este subsector.
Los grandes retos
Los principales retos están relacionados con el concepto de “licencia social para operar”, la regulación e institucionalidad y la competitividad del sector. La licencia social para operar comprende diferentes variables, entre ellas la lucha contra la ilegalidad y la informalidad, las protestas de la comunidad y los potenciales impactos ambientales, en particular, por la cercanía a recursos hídricos, pues la minería de oro ilegal utiliza contaminantes y metales tóxicos que contaminan irreversiblemente el entorno. Este ciclo impacta en la confianza de las poblaciones en las que se pretende la explotación minera.
Inversión, pero con resultados
En cuanto a la regulación y a la institucionalidad, nadie duda que hoy Colombia tenga mayor capacidad institucional para la minería. Sin embargo, la falta de coordinación entre autoridades, problemas para la simplificación de trámites, garantías en seguridad, infraestructura e información insuficiente y actualizada para una mejor toma de decisiones, son esenciales a la hora de generar confianza a los inversionistas.
Colombia, por lo tanto, debe superar el umbral de la incertidumbre para lograr que la minería de oro sea tan eficiente y productiva, como cualquier industria en el país. “Colombia debe concentrarse en la política minera desarrollada este año y proyectarla no solo como un esfuerzo de momento, sino como una política de Estado con visión de largo plazo”, menciona Javier Quintana.
En la actualidad, existen proyectos en curso de minería de oro a gran escala, y solamente si algunos de esos proyectos resultan exitosos se podrá demostrar a los inversionistas internacionales que vale la pena invertir en minería responsable y que Colombia respalda proyectos serios que cumplen con las condiciones sociales y ambientales requeridas. Existen muchos casos de éxito en la región que siempre han venido acompañados de responsabilidad empresarial y compromiso institucional.
También es necesario desarrollar proyectos que generen confianza y respaldo por parte de la comunidad. La formalización de la minería también es un factor importante que debe arrancar desde el inicio del proceso de exploración. Con esto se logra un mayor entendimiento entre los interesados, es decir, el gobierno nacional y local, las comunidades y los entes reguladores, entre otros.
“Finalmente, las sinergias entre el nivel institucional y el sector empresarial son esenciales. Economías de escala en infraestructura, encadenamientos productivos, información sectorial y la generación de mejores capacidades tecnológicas resulta fundamental para construir confianza en un sector donde lo determinante es saber que las inversiones están puestas en el lugar correcto”, concluye Quintana.