Ya sólo es asunto de días la entonación de “Descanse en Paz” que le hará la administración Santos al quincuagenario Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). La presunta Agencia Nacional de Inteligencia ha tenido tres nombres en 65 años: Prefectura Nacional de Seguridad, Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC), y DAS. La nueva denominación hace reflexionar acerca de los archivos creados por el feneciente organismo en los órdenes policivo (nacional e internacional), de emigración e inmigración y vida de fronteras. El destino de sus 5.000 servidores está relativamente claro. Se pensionarán los que contabilicen 20 o más años de servicio o estén cercanos a este límite. Los restantes irán a las nóminas de la Cancillería, la Policía e incluso la Casa de Nariño. El edificio donde hace 39 años funcionan las oficinas centrales será ocupado por la Fiscalía.
Petición inútil
Aunque sus integrantes son todas personas de mucha experiencia y hace 16 años figuran como mayores de edad para todos los efectos, los señores miembros del Directorio Nacional Conservador firmaron una petición inútil a la fiscal General Vivianne Morales. No tuvieron en cuenta que Álvaro Gómez Hurtado era, al final de su vida, fuerte opositor al régimen de entonces, el mismo que presidía Ernesto Samper. También en esa época la hoy Fiscal Morales pertenecía al grupo de dirigentes liberales que, sin mínimo sonrojo, figuraba entre los más convencidos gobiernistas.
Visión errada
Aún los más ilustrados editorialistas políticos perseveran en atribuir la elección del alcalde de Bogotá Gustavo Petro como una queja vehemente del pueblo. Petro ha sido y es militante del Polo Democrático. Su partido administra la ciudad hace ocho años, desde 1997. Entonces, ¿sus electores lo utilizaron para manifestar rechazo a los dos gobiernos que el Polo le ha dado a la ciudad? El mismo Petro ha estado entre quienes más rechazan la corrupción y la ineficacia administrativa del Polo. ¿Se quería, acaso, eligiéndolo alcalde, golpear a este Partido?