Quedó claro que así como el exmandatario suma apoyos también genera mucha resistencia y voto en contra, lo que pesó ayer. Los riesgos del caudillismo. Análisis EL NUEVO SIGLO
Una de las grandes dudas que deja el resultado electoral de ayer es cómo queda la jerarquía de liderazgos al interior del Centro Democrático. Aunque podría pensarse, a primera vista, que las riendas continúan en manos del expresidente Álvaro Uribe, hay tres elementos que deben tenerse en cuenta antes de seguir apostando por esa premisa.
En primer lugar, que mientras la lista liderada por Uribe al Senado obtuvo un poco más de dos millones de votos en marzo pasado, ayer Zuluaga lo triplicó de lejos, al obtener 6,9 millones de votos. En ese orden de ideas, podría decirse que, voto a voto, el exministro caldense tiene un potencial político más amplio que su páter político.
En segundo lugar, es evidente que el ahora senador electo Uribe tendrá que concentrarse en la labor legislativa, pues será la voz cantante de una bancada parlamentaria de casi 40 senadores y Representantes. Tal como quedó el mapa político, con una coalición gubernamental tan amplia en el Parlamento, es claro que el Centro Democrático estará en la orilla de la oposición, casi de manera solitaria. Lo anterior porque se ve muy difícil que el Polo, el otro partido que sigue en la oposición (por más que haya apoyado a Santos en la segunda vuelta), haga causa común con el uribismo. Teniendo como voceros de la coalición oficialista a senadores de peso específico como Serpa, Carlos Fernando Galán o Roberto Gerleín, o a los siempre beligerantes Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda o la misma Claudia López, es claro que Uribe tendrá que ponerse al frente de su bancada para debates tan complicados como el del eventual referendo para ratificar acuerdos de paz o las reformas política y judicial por venir.
De entrada, por ejemplo, se prevé que el uribismo llegará con un paquete de proyectos muy agresivo, incluyendo, por ejemplo, temas como eliminar la reelección, abrir paso al voto de militares y policías, y hasta el nuevo Estatuto de Oposición, que parece será una de sus prioridades.
Autocrítica
A lo anterior tiene que sumarse el hecho mismo de que Uribe tiene que entender, en un sano ejercicio de autocrítica, que su liderazgo político, traducido a votos, ha sufrido un deterioro progresivo en los últimos años. El exmandatario perdió con la mayoría de candidatos que avaló en las regionales de 2011, también en los comicios de Congreso en marzo (aspiraba a más de 40 senadores y sólo obtuvo 20 escaños) y ayer, cuando su candidato perdió la Casa de Nariño, pese a haber ganado en la primera vuelta.
Por lo mismo, en privado y en voz baja, ya se habla en las filas del uribismo de un relevo de perfiles que le reste protagonismo al expresidente, ya que se demostró que así como genera muchos apoyos también jalona muchos contradictores y voto en contra, como se evidenció ayer, pues muchas personas admitieron que votaron por Santos para impedir el regreso de Uribe al poder por interpuesta persona.
De allí que haya quienes consideren ya en el uribismo que debe abrirse paso a relevos como los de Zuluaga y otros dirigentes emergentes en el Centro Democrático. A la luz de los resultados de ayer, se pone de presente que el caudillismo excesivo se desgastó en esas filas y debe fortalecerse el proyecto político estructural y propender por la institucionalidad del partido mismo.
Nuevo papel
Y, por último, es evidente que así como como Uribe deberá concentrarse en la tarea legislativa, en donde tendrá un margen de acción política muy amplio, más allá de que su partido es minoría en ambas cámaras, Zuluaga es el llamado a asumir las riendas del partido de cara al siguiente reto electoral: los comicios regionales de octubre de 2015, en donde estarán en juego más de 1.100 alcaldías, 32 gobernaciones y miles de plazas de concejales y diputados. Elecciones en las que, por ejemplo, si se llegara a firmar un acuerdo de paz, podrían participar, eventualmente, guerrilleros desmovilizados. Esa campaña comenzará en el segundo trimestre de 2015 y desde ya es necesario organizar las bases uribistas para no perder la estructura política y dirigencial ya creada en el último semestre.
¿Estará Uribe dispuesto a permitir el fortalecimiento de otros liderazgos en el Centro Democrático distinto al suyo?
Para muchos la primera respuesta a ese interrogante se dio anoche cuando Uribe, apenas una hora después de que Zuluaga reconociera el triunfo de Santos, salió el exmandatario en una tónica distinta a la de su pupilo: descalificó el resultado electoral y acusó al Gobierno de todo tipo de irregularidades en los comicios. Se evidenció así que en el Centro Democrático había dos voces…
Estatuto de oposición no da más esperas
El nuevo mapa político que se presenta al reelegido presidente Santos le muestra que si bien sin grandes dificultades podrá mantener la coalición de Unidad Nacional, incluso con la posibilidad de un Partido Conservador unido, su entrante gobierno tendrá una oposición de verdad, pues a la tradicional bandera del Polo, por su lado se suma la del Centro Democrático con 38 parlamentarios entre Senado y Cámara a partir del 20 de julio.
Pero además están los más de 6 millones 900 mil votos que obtuvo en los comicios de ayer el candidato Óscar Iván Zuluaga, que representan un porcentaje importante de la población que no comparten las políticas del actual Jefe de Estado y son capital político del opositor Centro Democrático.
Desde luego que a todas luces la gobernabilidad del presidente Santos luce asegurada, pero uno de los primeros retos que deberá acometer la nueva administración que se posesionará el próximo 7 de agosto es sacar adelante en el Congreso un estatuto de la oposición del cual carece el país, el cual establezca de manera clara las reglas de juego para que puedan jugar de igual a igual el Gobierno y la oposición.
En su discurso tras conocerse los resultados el candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, además de reconocer el triunfo de Santos dijo que su campaña se vio enfrentada a “todo tipo de obstáculos y una maquinaria estatal que tenía todo a su favor, pero nosotros tuvimos el cariño y el afecto de ustedes“.
Mientras que su jefe de campaña, la excandidata conservadora Marta Lucía Ramírez, dijo que “esta ha sido una campaña difícil y muy desigual, esta es una campaña en la que el pueblo colombiano habló y quizá creyó que la paz estaba simplemente en una negociación”.
Sin embargo, la reacción más fuerte dentro del uribismo a la reelección de Santos se produjo por parte de su cabeza más visible, el ahora senador Álvaro Uribe, quien acusó de comprar votos a la campaña del presidente. “Compra de votos, violación de la Ley de Garantías, propaganda ilegal con dineros del Estado, con pauta publicitaria que coincide con la publicidad del candidato presidente”, dijo.
Añadió que el país requiere de un sistema electoral diferente para evitar “abusos como los cometidos por el Gobierno Santos”.
Por su parte, el presidente del Congreso y una de las fichas clave de Santos en el equipo de su reelección, el senador Juan Fernando Cristo, dijo que “Uribe va tener todas las garantías para ejercer la oposición, tiene una visión de país totalmente diferente a la que tenemos en la Unidad Nacional, y bienvenido el debate y el control político en el próximo gobierno”.
Pero además está la necesidad que tiene Santos de corresponder a la izquierda el apoyo que le brindó para salir reelegido, y qué mejor que con la aprobación de un estatuto de la oposición, que ha sido uno de los grandes anhelos de esta tendencia política.
En estos cuatro años la administración Santos se sentó en varias oportunidades a la mesa con el Polo Democrático para avanzar en la confección de un estatuto de oposición, lo cual al final no se logró.