Una feria de tatuajes inaugurada este viernes en Bogotá reúne a creadores de varios países latinoamericanos que intercambiarán durante tres días modas, estilos y técnicas, y que además competirán en nueve categorías.
La 7º Convención Internacional de Tatuadores de Bogotá agrupa a 300 profesionales de la industria del tatuado, en una exposición que incluye presentaciones de danza y además una feria de ropa.
La mayoría de los asistentes a la ronda son profesionales de la industria, que aprovechan la feria mostrar sus creaciones, pero también visitantes que conciben el tatuaje como un estilo de vida.
"Es uno de los pocos espacios donde se reúnen tatuadores y puedes mostrar quien eres", Juan Sebastián Ballén, de 22 años, que acumula 14 tatuajes en su cuerpo.
Durante la feria Juan Sebastián servirá de modelo para su socio, Daniel Fonseca, quien ejecutará un diseño de fantasía que se extiende por toda su pierna, con la esperanza de ganar uno de los premios del evento.
Daniel calcula que una creación como la que esculpe en la pierna de su socio costaría unos 1.000 dólares en el mercado, pero esta vez no cobra pues está orientado a mostrar su forma de trabajo ante sus pares.
Juan Páez, uno de los tatuadores que organiza este encuentro, explicó a la AFP que uno de los principales atractivos de la feria es el concurso, que incluye categorías como sombra, color, oriental, vieja escuela y otros.
Muchos tatuadores de la feria explicaron que sus clientes vuelven al consultorio tras su primer tatuaje para hacerse nuevas marcas, y que esto se transforma en una forma de vida.
"Es muy adictivo, pero es una droga chévere (buena)", dijo Jessica Morlan, de 23 años, una estudiante de arte que reivindica la estética "Pin Up", que combina el tatuaje con un estilo de vedette retro.
"Uno empieza con uno y después quiere más", explicó Lina Ardina, quien trabaja como tatuadora, un oficio que aprendió de su padre.
Lina cuenta que tiene en total 13 tatuajes, de los cuales cuatro se los hizo su padre. Esta joven de 26 años muestra con especial orgullo un diseño poco definido y desteñido en su pierna, que se lo imprimió ella misma a los 18 años.
"Después de que uno se empieza a hacer tatuajes, ya se pierde la cuenta", estima John González, un tatuador de 26 años./AFP