Wajib: incursión de cineasta Gallego en el cine palestino | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Cine Colombia
Domingo, 18 de Noviembre de 2018

AL igual que sus “Pájaros de verano” siguen volando alto en el firmamento cinematográfico mundial (mejor película en el Festival Biarritz de Francia y Premio Fénix y es la carta colombiana para los Oscar), lo hace la directora y productora colombiana, Cristina Gallego, al incursionar en el cine palestino con Wajib, invitación de boda que esta semana llega a la cartelera colombiana.

La historia se desarrolla en la ciudad israelí de Nazaret y cuenta sobre una costumbre propia de la cultura palestina en la que los hombres de la familia deben entregar, personalmente, las invitaciones a una boda como muestra de respeto. Mientras recorren la ciudad y sus alrededores llevando más de 300 invitaciones, el padre y su hijo, separados durante años por sus pensamientos políticos y su manera de ver la vida, intentan retomar su relación con un argumento poderoso: su amor.  

Y aunque estos dos personajes masculinos son el centro de la trama que tiene visos de drama, romance y comedia, detrás de la historia sus protagonistas son todas mujeres: la directora Annemarie Jacir, con 16 películas a cuestas y la encargada de llevar el cine palestino a los Premios Oscar con una producción previa; la danesa Katrin Pors y su socia y amiga la colombiana Cristina Gallego, quien nuevamente deja ver su espíritu aventurero y arriesgado al participar como productora.

Podría sonar extraño que Cristina, a quien conocimos inicialmente como productora de cintas exitosas como El abrazo de la serpiente y Los viajes del viento, dirigidas por Ciro Guerra y más recientemente como directora, junto a Guerra, de Pájaros de verano, presentada por Colombia a los Premios Oscar 2019 y destacada por la crítica nacional e internacional, le apunte a una historia tan lejana a la idiosincrasia colombiana, característica propia de sus filmes anteriores.

“Pienso que el cine no tiene fronteras ni tiempo, siempre es presente, lo diferente son los países, las historias de cada uno y sus idiomas, pero la humanidad es la misma y uno es consciente de eso. Cuando uno ve historias de otras latitudes, se conmueve y se identifica con ellas. El cine nos permite conocernos, integrarnos, respetarnos”, asegura Cristina, quien agrega que también es un asunto de devolver lo recibido para que otras películas puedan llegar a las pantallas de cine del mundo.

Y agrega que “hace varios años cuando estaba más activa en el movimiento gremial, busqué con mucha insistencia que Colombia tuviera un fondo de coproducción para poder devolver tanto que nosotros habíamos recibido del mundo. Nuestras películas colombianas, tan locales también han sido mexicanas, danesas, francesas, holandesas, alemanas, venezolanas, argentinas… así que participar en una coproducción sin ser el productor principal, nos permite integrarnos al mundo en un camino de dar y recibir”. 

Al preguntar a la cineasta sobre que captó su atención de esta historia, da una explicación de dos partes: “La primera es que el cine del medio oriente, con sus historias íntimas y familiares, ha estado presente en nuestras pantallas, generando, creo que tanto en mí como en el público colombiano, una fuerte empatía. Wajib es una película que trata temas que nos interesan, el conflicto de la modernidad con la tradición, cómo se vive la cotidianidad en medio de la marginalidad económica y política de un pueblo, los choques familiares… a esto se suma los puntos de vista nuevos no vistos en el cine, una directora mujer que es una voz importante, no solamente dentro del cine del medio oriente, sino una voz femenina en un continente y en un medio tremendamente masculino”, señala.

 

El segundo argumento que manifiesta la cineasta colombiana es que tuvo la oportunidad de conocer Palestina hace unos años, de vivir en carne propia lo que implicaba para un palestino integrarse al mundo.

“Pasé por un checkpoint en el que estaban muchachitos israelíes de menos de 20 años armados hasta los dientes autorizando o denegando, maltratando a quienes querían salir.  Yo iba con Ciro Guerra y debí interceder pues él, al tener rasgos árabes, empezaba a ser tratado de manera incómoda. Así conocí una cantidad de historias a las que no tenemos acceso.  La gran mayoría del cine del mundo ha sido contado por el pueblo judío, pero esta parte de la historia, la de un pueblo pequeño pero resistente, no la conocemos, no existe una cinematografía Palestina que nos lo haya contado. La idea de darle nacionalidad a una película Palestina/Colombiana me llenó de ilusión”. 

Y es que eso es Wajib, una especie de ventana en la que el espectador colombiano tiene la posibilidad de observar sobre la cotidianidad de la cultura palestina, más allá del tema político -aunque éste esté presente como en almuerzo familiar de domingo en cualquier parte del mundo-  y con un ingrediente adicional: esta familia palestina es cristiana y vive en Nazaret, una ciudad donde conviven judíos, musulmanes y cristianos.

Finalmente Cristina afirma sobre esta cinta, de la que conoció por su socia y amiga, la danesa Katrin Pors, quien también es productora de la película:

“Wajib es mágica y especial, una comedia irónica que nos conecta también con quienes somos al otro lado del mundo, el gran dilema humano, el individuo frente a sus necesidades sociales y su deseo de pertenecer. Nos habla del manejo de la intimidad, de la relación padre e hijo, del deber y la tradición frente a la modernidad, lo que está bien socialmente frente a las decisiones propias y el bienestar individual”.