Una cámara que vale más de 25.000 dólares -850 veces más que el salario promedio- es exhibida en la vitrina de una tienda en La Habana
El Gran Manzana del grupo suizo Kempinski abrió sus puertas en junio de 2017 en un suntuoso edificio histórico que fue, a principios del siglo XX, el primer centro comercial de La Habana.
Versace, Lacoste, Armani, Montblanc: las marcas de la galería parecen desentonar con un país bajo un gobierno comunista desde 1959 y donde los cubanos ganan solo 30 dólares por mes en promedio.
Este es el primer hotel en Cuba donde hay un spa de 1.000 metros cuadrados, según sus dueños todas las habitaciones tienen un mínimo de 40 metros cuadrados. Las tarifas van desde los 370 dólares por una habitación individual en temporada baja hasta 5.000 dólares por la suite presidencial.
La gran terraza del “Manzana” ofrece una vista 360 grados de la colorida e histórica Habana Vieja, donde muchos cubanos viven en edificios en ruinas, desmoronados e invadidos por la vegetación.
Celia Liégeois, de 26 años, llegó desde París y lleva tres semanas en la isla. No muy lejos, Suki Lu, una presentadora de la televisión china de 28 años, acaba de llegar a La Habana y ya está maravillada.
“Vivo en Dubái, así que cuando hablamos de hoteles de lujo el nivel es muy alto, pero creo que disfrutaré de este hotel”, dice, mientras su amiga toma al lado una vista aérea de la terraza con un drone.
El hotel, como habría de esperarse, atrae a una clientela de aviones privados, príncipes, personalidades. Los turistas estadounidenses son los más numerosos (20% del total), los otros proceden de Europa, Medio Oriente y Asia.
Kempinski, que planea lanzar “otros dos o tres” hoteles en Cuba, no es el único en interesarse por la isla, el Iberostar español abrió en septiembre pasado un Grand Packard cinco estrellas.
En tanto, el gigante francés Accor planea inaugurar el suyo en septiembre, en un lugar excepcional: el emblemático Malecón, con vista al mar. Este hotel Sofitel ofrecerá chocolatería en la planta baja, restaurante y espacio para conciertos en el techo.
Los uniformes de los empleados serán confeccionados por la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada. Finalmente, el grupo francés Lucien Barrière busca instalarse frente al Capitolio, según una fuente del sector.
“Una necesidad”
En cualquier caso, el propietario del hotel es obligatoriamente Gaviota, rama del ejército cubano dedicada al turismo.
Las autoridades no publican cifras sobre los ingresos devueltos al ejército, aunque esta alianza con las Fuerzas Armadas ha logrado que Washington coloque estos hoteles de lujo en la “lista negra” que prohíbe a los turistas estadounidenses quedarse allí, por políticas del embargo.
La restricción desalienta a muchos turistas estadounidenses, pero no evita que otros la evadan, pagando en efectivo o reservando a través de una agencia de viajes.
Para completar la oferta, “hay un plan de construcción de campos de golf asociados a inmobiliarias”, dijo José Luis Perello, doctor en economía y especialista en la industria.
Según este experto, la apertura al lujo representa un gran giro para la isla: “Cuba, desde que comenzó hace más de 20 años con el turismo internacional, enfocó todos sus planes y estrategias al turismo de sol y playa”.
Actualmente, “de las 70.000 habitaciones totales que tiene Cuba, el 73%” está en ese segmento.
Pero esos turistas gastan poco, así como los pasajeros de cruceros, cuyo número ha aumentado en los últimos años. Según una fuente de la industria, gastan un promedio de 15 dólares por día y no se quedan en un hotel.
Pero la isla, que recibió 4,7 millones de turistas en 2018, está en busca de divisas, mientras sufre las consecuencias del embargo estadounidense, vigente desde 1962, y la crisis en Venezuela, su aliado y proveedor de petróleo.
El crecimiento del PIB se estanca en torno al 1%, insuficiente para satisfacer las necesidades de la población, sujeta a escasez de alimentos