LAS VACUNAS ofrecen protección contra muchas enfermedades graves. Sin embargo, para obtener este beneficio vital es preciso completar el esquema con las dosis recomendadas para cada vacuna. Muchas veces, los padres y madres completan el esquema básico de vacunación de sus niños, pero olvidan los refuerzos.
Algunos de estos refuerzos están contemplados en el Plan Ampliado de Inmunización, mientras que otros, como en el caso de la Influenza deben ser aplicados de forma independiente por los padres de familia.
Olvidar aplicar los refuerzos no solo implica un riesgo para las hijas e hijos propios, sino para el resto de la comunidad en contacto con las niñas y niños no vacunados.
Sistema de defensa
Cuando un niño enfrenta por primera vez a un virus o una bacteria, su organismo reacciona fabricando anticuerpos defensivos. A partir de entonces, el sistema inmunológico conservará la memoria del encuentro con el germen invasor y los anticuerpos defensivos se pondrán en acción cuando el individuo vuelva a tener contacto con el mismo virus o bacteria.
Gracias a esta memoria defensiva, el organismo puede rechazar cada nuevo ataque de un germen sin volver a enfermar, por ejemplo a través de la formación de anticuerpos específicos.
Las vacunas contienen partículas de gérmenes (antígenos) que desencadenan una respuesta de anticuerpos similar a la que despliega naturalmente el organismo de un niño o una niña. La diferencia es que las vacunas generan una respuesta defensiva controlada, sin necesidad de que el individuo se enferme la primera vez que enfrenta al germen invasor.
Algunas vacunas, como la de la hepatitis A, generan una protección por más de 20 años con solo una dosis. Otras, como la vacuna antitetánica, requieren un refuerzo cada 10 años para que el organismo “recuerde” cómo defenderse del tétanos.
Por ello es indispensable suministrar refuerzos para algunas vacunas durante el segundo año de vida, al inicio de la escuela primaria y en la adolescencia. Por ejemplo, la vacuna contra el neumococo requiere dos dosis (a los 2 y a los 4 meses) y un refuerzo a los 12 meses, mientras que la vacuna contra la tos ferina o la tos convulsa, en algunos países requiere refuerzos en el segundo año de vida, al inicio de la escuela primaria y en la adolescencia.
¿Para qué?
En algunos casos, la vacuna no consigue despertar inicialmente las respuestas defensivas del organismo, y es preciso re-estimular la producción de anticuerpos. En otros casos, la memoria celular se va debilitando con el tiempo, y se necesita una nueva exposición al antígeno de la vacuna para recordarle al organismo cómo responder ante un virus o una bacteria específicos.
Los refuerzos son fundamentales para proteger a niños y adolescentes contra enfermedades graves. Prácticamente todas las vacunas requieren de uno o más refuerzos.
En Colombia, todos los niños deben recibir un refuerzo de la vacuna contra la polio y un refuerzo de la triple bacteriana (Difteria, Pertussis y Tétanos) al ingresar a la escuela primaria. Los refuerzos y dosis extras de vacunas también son herramientas eficaces a la hora de combatir brotes de enfermedades y epidemias.