“Si el río hablara”… es una pieza teatral que explora el fenómeno de la violencia en el mundo campesino y cómo los ríos se convirtieron en su principal y trágico escenario. Cuenta la historia de cuatro personajes: La Mujer, una madre que busca a su hija desaparecida; El poeta, un hombre extraño y atormentado que ofrece su ayuda en la búsqueda; La Devota, mujer rezandera que habla con los muertos y los rescata de las aguas y El rivereño, que representa al testigo silencioso que todo lo ha visto.
Eta puesta en escena recoge un fenómeno cultural muy interesante que por razón de la violencia paramilitar y las masacres, se empezó a presentar en las riberas de los ríos de Colombia. El artista Juan Manuel Echavarría lo recreo en un su obra sobre los “muertos de agua” es decir, víctimas que fueron lanzadas a las aguas y que a pesar de la prohibición de los grupos armados de tocar o desviar sus cuerpos, fueron rescatadas y puestas en cementerios artesanales, generalmente por mujeres de las riveras. De allí los actores del Teatro La Candelaria, empezaron a perfeccionar una historia que hablara no sólo de la ocurrencia misma del fenómeno, sino de qué sentiría la propia víctima en ese trasegar.
Así lo explica el actor y director de la obra César “Coco” Badillo: “Queremos traer a escena toda la memoria de Puerto Berrío, aquellas imágenes de las tumbas que nos mostró el artista plástico Juan Manuel Echavarría, rendirle un homenaje a la memoria de ese pueblo. Para nosotros fue muy importante el encuentro con este artista y los videos que nos mostró de los procesos que tienen las tumbas; cómo cambian, todos los días las pintan, llega una señora y les cambia el nombre. Es decir, detrás de esta obra hay un hecho cultural muy interesante y es la relación de los pueblos de Colombia con sus muertos”.
Durante una hora 15 minutos, el público será testigo de una obra donde el río es el protagonista, para lograr esa atmosfera, la joven artista Mónica Bastos, directora de arte, eligió ramas, objetos y diversos efectos audiovisuales:
“Hemos querido representar la humedad de la casa donde vive la Devota, la mujer rezandera que recoge los muertos, por medio de unas paredes altas con rastros de mucha humedad, como si el agua no hubiera dejado de entrar por mucho tiempo. Igualmente el espacio en ocasiones se abre hacia atrás, para que se pueda percibir el flujo del río desde el escenario hacia el público, allí vemos aparecer en escena los muñecos de trapo (que representan las víctimas) que van saliendo del fondo, y lentamente, ayudados por los actores, van acercándose al público como traídos por las aguas del río hasta la orilla del escenario” concluye Bastos.