Por Marcela Madrid Vergara
Especial para EL NUEVO SIGLO
Para demostrar que la experiencia de comprar un libro va mucho más allá de recorrer estantes, escogerlo y pagarlo, llega este fin de semana el II Festival de Librerías. Desde mañana hasta el domingo, el Parque de la 93 se convertirá en un espacio para homenajear al librero, esa persona que “paga arriendo todo el año, lee todo el año, cuida a sus clientes, recomienda y sabe qué le gusta a cada uno”, como explica Marianne Ponsford, directora de la revista Arcadia, organizadora del encuentro.
Cada una de las 18 librerías participantes tendrá un espacio de 3x3 para conquistar a los lectores de la capital con su mejor selección de títulos. Literatura, arte, filosofía, gastronomía, libros para niños y hasta cómics hacen parte de la oferta con la que cada una llegará a mostrar su ‘personalidad’.
Esta es una oportunidad para que las librerías independientes de la ciudad den a conocer sus propuestas, que incluyen una amplia variedad de títulos y autores de diferentes posturas, donde las novedades y los best sellers no son el corazón del negocio.
Además del criterio editorial y el bagaje cultural de los dueños del local, la librería independiente generalmente ofrece una experiencia para el disfrute de la lectura: “es un espacio donde la gente no solamente viene a comprar, sino también a leer, a charlar, a hacer amigos, como si estuviera en su casa”, explica Ana María Aragón, de Casa Tomada, que se encuentra en el proceso de seleccionar 500 de sus 17 mil títulos para llevar al Festival.
El Festival de Librerías esuno de los pocos encuentros al que pueden asistir los libreros independientes, pues las grandes ferias convocan directamente a las editoriales y a las librerías de grandes superficies. “Tenemos una Feria del Libro hecha por los distribuidores donde no hay presencia librera. Es carísimo ir a Corferias. Aunque se han preocupado por fortalecer un componente cultural, a nivel comercial sigue siendo un gran bazar de libros, donde se lanzan un montón de títulos irrelevantes culturalmente”, asegura David Roa, librero de La Madriguera del Conejo y presidente de la Asociación Colombiana de Libreros Independientes.
Según Ponsford, esa fue otra de las motivaciones para crear este evento, pues “las librerías son las que están abiertas todo el año y mal que bien algo sufren durante la Feria del Libro, donde las editoriales venden directamente su producción. Este es un festival muy cálido pero pequeño, no tiene ni la más remota intención de competir con la FILBo, que es monumental”.
Arcadia lanza este encuentro a partir de la preocupación por los problemas que enfrenta este segmento para poder sobrevivir. Además de las dificultades que afrontan todos los negocios editoriales por la llegada del libro electrónico y los bajos niveles de lectura en el país, las librerías independientes deben sortear los obstáculos comerciales para mantener un criterio propio, sin la participación en grandes negocios como la distribución de libros a colegios.
Para Roa, esta es la causa de que las librerías estén centralizadas en las ciudades de más poder adquisitivo. “Las librerías son un reflejo de las urbes civilizadas, que las cuidan enormemente. Ciudades como París, Buenos Aires o Madrid están llenas de librerías porque hay más regulación”, dijo.
Aunque los libreros son los protagonistas del Festival, el encuentro no es excluyente y, por el contrario, recibe también a las tiendas de grandes superficies como la Panamericana y la Nacional. Esto demuestra que las librerías grandes y pequeñas pueden compartir equitativamente un mismo espacio.
El Parque de la 93 será una especie de ‘librería de librerías’, donde además de obras para todos los gustos habrá cuentería, firmas de libros, recitales y música seleccionada por Camilo de Mendoza, de la librería Tornamesa. Para la directora de Arcadia, es la segunda oportunidad para “recordarle a la gente que es mucho más barato tener un librero que un psiquiatra y hay que saber dónde está”.