Un cruce de saberes entre el arte y la ciencia en el Mambo | El Nuevo Siglo
La muestra hace parte de la serie ‘Colecciones en Escena’, que para esta edición cuenta con la artista Rosario López.
Foto cortesía
Sábado, 24 de Abril de 2021
Redacción Cultura

El Museo de Arte Moderno de Bogotá, Mambo, propone un diálogo entre saberes de las artes plásticas, la biología y los estudios feministas con Trazas, Oficios y Territorios, una exposición que marca una nueva edición de Colección en escena.

La exhibición, que estará abierta al público desde esta semana hasta el 1 de agosto, da nuevas luces y lecturas al conjunto de pinturas rupestres de los paneles Cerro Azul y Nuevo Tolima, yacimientos arqueológicos ubicados en el departamento del Guaviare, Colombia, y que podrían tener alrededor de 5.000 a 12.000 años de antigüedad. 



Entre geometrías, vegetación, animales y figuras antropomorfas, estas imágenes cubren algunos de los abrigos rocosos que componen la magnífica formación pétrea conocida como Serranía de la Lindosa.

La Colección en Escena es un espacio de investigación y experimentación curatorial que tiene como objetivo la construcción de narrativas interdisciplinarias, alternativas e innovadoras a partir de la Colección del Museo de Arte Moderno de Bogotá, Mambo. Esta serie de exposiciones busca cuestionar, analizar y democratizar las formas en las que se produce y circula el contenido desde el Museo para ofrecer nuevas interpretaciones, lecturas, yuxtaposiciones, conexiones e inquietudes entre las obras y el público.

Para esta edición de Colección escena, el Mambo invitó a la artista colombiana Rosario López a plantear un ejercicio curatorial desde su visión y práctica artística, poniendo en diálogo obras que hacen parte del acervo del Museo con sus investigaciones recientes en torno al paisaje, la naturaleza y el territorio. La exposición presenta una sinfonía visual de objetos e imágenes que existen por sí mismos y que en conjunto configuran un concierto de asociaciones, visuales y conceptuales.

En un ejercicio conjunto de observación se fue tejiendo una maraña de conceptos, similitudes visuales y debates desde los que emergieron interpretaciones especulativas sobre este territorio. De ahí empezaron a surgir vínculos entre las condiciones materiales de la Serranía, como la vegetación, particularmente la palma de moriche, y los oficios elaborados por aquellas comunidades que habitan o habitaron el territorio del Guaviare.

Posteriormente, esta serie de reflexiones fueron puestas en conversación con algunas de las piezas de arte moderno y contemporáneo del extenso acervo del Mambo. De esta conversación se propone dislocar los ejes vertical y horizontal para distribuir cuidadosamente el conjunto de las obras seleccionadas, disponiendo las pinturas, los dibujos y las obras gráficas sobre mesas y vitrinas como elementos de estudio, para romper la pesada tradición pictórica y su representación. Asimismo, se elevaron las fotografías de los pictogramas y los registros de elaboración poética sobre el cuerpo, como piezas bidimensionales que evocan un reflejo del espectador en ellas.

La mirada a las pinturas de Cerro Azul y Nuevo Tolima, a la luz de una lectura cruzada, devela su vigencia y actualidad, a la vez que provoca una constelación de relaciones formales legibles en los patrones que se rescatan en las rocas o en la vegetación misma de la Serranía.

Las figuras geométricas de los paneles guardan un extraño parecido con las fibras entrecruzadas, producto de las labores de cestería o de tejido de las comunidades indígenas asentadas en el territorio.

Los ritmos de las líneas rojizas entrelazadas en las piedras y los tejidos, evocan las estructuras celulares de las palmas de moriche capturadas en los laboratorios de biología. Estos mismos patrones geométricos aparecen en las fotografías aéreas del territorio y evocan las esculturas, grabados y pinturas que reposan en la colección del Museo. 

La disposición museográfica de las obras de la colección del Mambo está distribuida en mesas, terrazas, que surgen del encuentro con la litografía Composición IX de Serge Poliakoff (Rusia, 1906-Francia 1969).

Existe una relación entre esta imagen y las fotografías aéreas realizadas por la Fundación para el Desarrollo Sostenible en el departamento del Guaviare y en la Orinoquía colombiana. Estas fotografías sirvieron de punto base para imaginar un territorio que, por distante que parezca, dibuja una serie de patrones que pueden ser naturales o creados por la presencia humana, los cuales evidencian unos límites que pueden ser recorridos y experimentados.

Dentro de la muestra se encontrarán siete terrazas denominadas con los títulos: Circularidad, Territorio, Nociones cartográficas, Paisaje amazónico, Tramas, Histología análoga, y Río. Estas invitan a transitar al interior de este nuevo espacio configurado en el Museo como si fueran una pequeña escala de los territorios observados, que actualmente demandan un cuidado urgente por su  transformación y apropiación indiscriminada.

“Esta exposición no tiene la intención de develar verdades absolutas sobre las pinturas rupestres que reposan enigmáticas entre las Orinoquía y la selva amazónica de la actual Colombia. Es más una propuesta o una provocación a que aquellas personas que la recorran puedan especular, generar preguntas, y así empiecen a hacer parte de este tejido de imágenes, objetos y experiencias que presentamos aquí”, afirmó López, curadora de la muestra.