EL ODIO y la pasión se fusionan en “Tristán e Isolda”, la adaptación que sobre este épico drama hizo la coreógrafa Joëlle Bouvier para el Ballet del Gran Teatro de Ginebra y en la que se devela que el amor puede ser un arma fatal.
Con una esquemática escenografía en donde una cuerda simboliza el filtro que une irremediablemente a los amantes, y unas grandes telas azules en movimiento que evocan las olas del mar, los protagonistas de esta emblemática obra de Wagner encuentran el amor, y es precisamente este amor el que se convierte luego en su muerte.
Esta propuesta artística dirigida por Phillipe Cohen llega a las tablas del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo para dos únicas funciones, este viernes (cuyo recaudo será destinado al programa social Regale una vida de la Fundación Cardio Infantil) y sábado.
La historia de la puesta en escena inicia cuando Tristán lleva de regreso a Isolda de Irlanda a Cornualles, para que se case con su padre, el rey Mark. Isolda no desea esta unión y ha decidido tomar una poción fatal en compañía de Tristán; contrariamente, beben una poción de amor. Tristán se encuentra en la noche con Isolda, y el rey Mark organiza una cacería para dar con los dos amantes. Tristán le dice a Isolda que lo siga rumbo a la muerte y se arroja sobre las lanzas de los soldados. Moribundo, Tristán es llevado a casa por su fiel Kurnewal. Tristán revive por un instante y ve a Isolda, quien viene a su encuentro. Isolda desaparece y quedan juntos en la eternidad.
La historia del ballet en Ginebra, Suiza, data del siglo XIX y está íntimamente relacionada con el Théâtre de Neuve, hoy en día Ballet del Gran Teatro de Ginebra. En 1969, George Balanchine, uno de los grandes coreógrafos del siglo XX, fue nombrado asesor artístico de la compañía. Posteriormente, la compañía ha sido dirigida por celebridades como Alfonso Cata, Patricia Neary, Oscar Araiz, Gradimir Pankov, François Passard, Giorgio Mancini y actualmente Philippe Cohen, y realiza con frecuencia giras por Estados Unidos, Australia, Sudamérica y Asia.
Esta es una atractiva y novedosa propuesta de la coreógrafa Joëlle Bouvier, creadora en 1980 de la compañía L’Esquisse, con la complicidad de Régis Obadia, con quien firma 15 obras coreográficas difundidas por todo el mundo.
Codirectora del CCN deHavre de 1986 à 1992, y del CNDC de Angers de 1993 a 2003. A partir de 1998 comienza su carrera como creadora independiente con, entre otras, Fureurs, en el Festival Montpellier Danse, Dépêche-toi !, para el Festival de Danza de Marseille. Jeanne d’Arc y La Divine Comédie para el Ballet de Lorraine. Coreógrafa residente de la Escena Nacional de Gémeaux: del 2004 al 2008.
Por su parte el director Cohen es marroquí. Estudió en el Centro de Danse International de Rosella Hightower del 1971 al 1974. Con el Ballet de Nancy, dirigido por Gigi Caciuleanu, participa en todas las coreografías y conoce a Dominique Bagouet. Este encuentro es determinante en su aventura artística, acompañando a Bagouet como intérprete, profesor y asistente de 1978 a 1982. Paralelamente, explora diferentes técnicas de danza contemporánea con Peter Goss, Susan Buirge y Alwin Nikolais. De 1988 a 1990, coordina los estudios en el Centro Nacional de Danza Contemporánea en Angers. Director de los estudios coreográficos en el Consevatorio Nacional Superior de Música y danza de Lyon Lyon de 1990 a 2003.