*Por Sandra Ríos, creadora de www.CineVistaBlog.com
En los últimos cuatro años ha habido un renovado interés por “Pinocho”, el legendario personaje de la literatura italiana, escrito por Carlo Collodi e ilustrado por Enrico Mazzanti, que hizo parte del libro "Las aventuras de Pinocho" que comenzó a publicarse en un periódico en 1882. En 2019, vimos la versión entre luminosa y oscura, y algo extraña, por cierto, de este personaje de madera en la dirección de Matteo Garrone, protagonizada por el inconfundible Roberto Benigni, quien también dirigió su propia película de “Pinocho” a inicios de la década de 2000. Este año se anunciaban la de Robert Zemeckis y la de Guillermo del Toro, que estrenará en diciembre su versión musical en stop-motion.
La de Zemeckis, el director de “Volver al futuro” y “Forrest Gump”, es un remake del clásico animado casi que intocable que se lanzó en 1940 y es el favorito del género y de todos los tiempos de este cineasta. Esta película es en live-action, y mezclando imágenes reales con el exigente CGI (imágenes creadas por computador) cuenta las nuevas aventuras de esta marioneta en su intento por convertirse en un niño de verdad.
En la película de Disney, Gepetto, el carpintero que da vida a Pinocho, es interpretado por Tom Hanks, y seguramente es él quien aún tiene el magnetismo de convocar sin reparos, en pantalla grande o plataformas, al espectador adulto, porque él como Tom Cruise, Julia Roberts, Nicole Kidman, Denzel Washington, Meryl Streep, Joaquin Phoenix y otros tantos más, recuerdan el casi perdido pero infalible star system, que ha hecho de sus actores estrellas capaces de llenar salas.
Fue el propio Hanks quien, al enterarse de esta nueva película, le sugirió al director tenerlo en cuenta. Y claro, ambos se conocen muy bien, porque han trabajado juntos desde hace 30 años con la galardonada “Forrest Gump”, luego con “Náufrago” y “El expreso polar”. El veterano actor californiano ha hablado de los retos que supone la técnica del live-action: “Tuve que hacer cosas para esta película, en el papel de Gepetto, en las que no estaba haciendo ni remotamente lo que se vería luego, pero yo tenía que imaginarlo”.
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Hanks no es en realidad protagonista en esta nueva historia. Sale en unas contadas ocasiones, pero verlo interactuar con los personajes animados, como lo dice, refleja el inmenso desafío de hacer convincente la actuación y él lo logra con su eterno carisma, y a pesar de que el trabajo del CGI en varios momentos no le ayudó tanto. El Gepetto de este guion es un hombre al que le pesan los años dedicados a su arte, que ama, pero que le trajo como consecuencia la soledad y el no tener una familia. Cuando construye a su muñeco de madera, llega la magia y Pinocho cobra vida. “Tom es el actor vivo más grande que existe en la industria cinematográfica, y siempre es interesante verlo dar vida a un personaje. Su interpretación de Gepetto es perfecta, es maravillosa y muy cálida. Tom puede hacer cualquier cosa. Le aportó al personaje mucho más de lo que yo hubiera podido imaginar”, reconoció Zemeckis.
A partir del momento en que Pinocho se hace real, comienza un viaje donde podrá diferenciar lo que es bueno y malo, en una suma de aventuras con muchos guiños al universo de Disney que grandes y pequeños podemos reconocer y una serie de tramas que se alejan un poco del espíritu de la versión original, que han terminado por enfurecer a puristas. Es que aparte del ya mencionado clásico de 1940, Pinocho curiosamente ha sido un personaje con un cuento claro, pero con unas adaptaciones irregulares. La acción y los números musicales –bastante tímidos y pocos para una producción con el sello Disney–, se mezclan para traer una historia que tiene la voluntad de llevar un mensaje sobre la honestidad, la generosidad y la valentía. Pepe Grillo, de hecho, es quien se roba el show en este remake, en su misión de ser guía y conciencia del pequeño protagonista.
Este Pinocho está claramente destinado a un público infantil, una película pensada más para refrescar su narrativa para estos tiempos, que para apostar por la nostalgia de las generaciones anteriores.