Todos espían a todos: para varios expertos en inteligencia, las quejas europeas por los programas de espionaje estadounidenses no son más que "un juego" bien aceitado en el cual los gobernantes fingen que se indignan por hechos que conocen de memoria.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no se privó de reflexionar en ese sentido, al mismo tiempo que intentó calmar las iras de los dirigentes europeos tras prometer que brindará todas las "informaciones" respecto al espionaje a que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) sometió a la Unión Europea y la mayoría de los países del continente.
"En las capitales europeas hay quienes están interesados en saber, si no lo que consumo en mi desayuno sí lo que yo les diría a sus dirigentes", afirmó.
El general Michael Hayden, que dirigió entre 1999 y 2005 la poderosa NSA, el organismo que acapara actualmente las críticas, rechazó de plano las protestas formuladas del otro lado del Atlántico: "todo europeo que se queje del espionaje internacional debería primero observar lo que hacen sus propios gobiernos", dijo el domingo a la cadena CBS.
"Los franceses nos espían a nosotros tanto como espían a Inglaterra", declaró por su lado a la AFP, bajo reserva de su nombre, un exalto funcionario de la inteligencia estadounidense. "Israelíes, rusos, británicos, estadounidenses, chinos... todos los grandes países dotados de servicios de inteligencia serios espían a los gobiernos de los otros países", apuntó.
Una fuente europea en Washington justificó sin embargo la ira de los europeos: lo que preocupa en el "viejo continente", dijo, es el "efecto de masa" generado por el carácter sistemático del espionaje electrónico estadounidense.
"La hipocresía forma parte del juego"
Para James Lewis, exfuncionario del Departamento de Estado experto en ciberseguridad en el centro de análisis CSIS en Washington, "parte de las protestas (europeas) suenan algo vacías", en razón de que "es obvio que los grandes países europeos tienen prácticas muy similares" a las de la NSA.
"La hipocresía forma parte del juego", resume Michael Scheuer, profesor en la universidad Georgetown de Washington que durante 22 años fue agente de la CIA.
A comienzos de los 2000, Scheuer participó en el programa de cárceles clandestinas de la CIA, hacia las cuales eran trasladados integrantes de Al Qaida para ser sometidos a interrogatorios particularmente duros. Las informaciones obtenidas eran transmitidas "a los socios europeos", que conocían perfectamente su origen, dijo a la AFP.
"Pero cada vez que eso se hacía público, manifestaban su sorpresa y consternación y nos condenaban por lo que habíamos hecho. Son las reglas del juego", señaló.
Estados Unidos está absolutamente al tanto de quién lo está espiando, y si "alguien en Europa o el conjunto de la región va demasiado lejos (en sus críticas), el presidente podrá decir: 'OK, aquí tengo las pruebas de que el país tal de Europa recoge informaciones contra Estados Unidos'", advirtió.
Aun si Europa y Estados Unidos son aliados, en el terreno de la inteligencia no hay tabú alguno, sostiene este exalto funcionario de la inteligencia norteamericana.
Las únicas "líneas rojas" que existen en este dominio tienen que ver con los aliados anglosajones (Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda y Canadá), vinculados por un tratado y socios en la red Echelon, denunciado a fines de los años 1990.
Entre los aliados de Estados Unidos, Francia e Israel son especialmente sospechados de practicar el ciberespionaje con fines económicos.
En un informe clasificado (NIE) de comienzos de año, representativo de su opinión, las 16 agencias de inteligencia estadounidenses consideran a esos países en la vanguardia de ese tipo de espionaje, junto a Rusia, y antes que China, reveló en febrero el Washington Post.
Y esto no es nuevo: un panel de la Comisión de Inteligencia del Senado destacaba, en un informe de agosto de 1996, el papel de París en el espionaje económico "masivo y agresivo" contra Estados Unidos, señala la revista Foreign Policy.
Son prácticas que pueden llegar a ser justificables, dice Michael Scheuer: "así yo fuera estadounidense, belga o británico, me parecería que mi gobierno pecaría de negligencia si no recogiera informaciones para ayudar a la economía de mi país"./AFP