Fortín Y morada. En estas dos cosas se convirtió el Teatro La Mama para el fallecido maestro Eddy Armando Rodríguez, un espacio que ya cumple cuatro décadas de labores artísticas, 60 obras, cientos de giras y miles de aplausos.
Ellen Stewart, una negra neoyorquina de amplia generosidad, se convirtió en la década de los 60 en la ‘mamá' de un puñado de teatreros que se dispersaron por todo el mundo con las enseñanzas que esta legendaria dramaturga les transmitió. Como directora de La Mama Teather en Nueva York, quiso reproducir un movimiento teatral que rompiera con los parámetros del teatro psico-rígido y convencional que habían impuesto los ‘patriarcas' del teatro estadounidense y europeo, para dar paso a uno más condescendiente, que diera más espacio a la creatividad y la experimentación.
Esta mamá revolucionaria tiene, desde hace más de 40 años, un hijo en Bogotá: el Teatro La Mama, ubicado en la calle 63 con carrera 9. Su director Eddy Armando llevó sobre sus hombros, él solo, el peso de un teatro que sobrevivió, y todavía hoy lo sigue haciendo después de cuatro décadas, de puro milagro gracias a los apoyos que les brinda con su programa de Salas Concertadas la Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y el Ministerio de Cultura.
La Mama Teather se había propagado por todo el mundo, especialmente por París, Londres, Buenos Aires y Ámsterdam. A Colombia llegó de carambola cuando Kepa Amuchástegui conoció en Nueva York, en 1962, a la querida ‘mamá' Stewart.
"La Mama rompió récords de audiencia y estrenos en Colombia, y creo que en el mundo: ¡en dos años presentamos 38 obras!". Ahora, con dificultad, pueden llagar a dos obras por año -propias-, de las cuales la más reciente es Homenaje a Gabo: El Coronel no tiene quien le escriba cercado por La Memoria de mis Putas Tristes, que presentaron hasta el pasado 28 de octubre del año pasado.
Capoteando la crisis
Pero no importa qué tan buena sea una obra de La Mama, ni qué tanto demoren los ensayos -a veces hasta 5 meses-. El día del estreno de algunas piezas ha ocurrido que llegan solamente 12 personas, en una sala en la que caben 120 sentadas... De la taquilla no puede mantenerse este teatro. Sobrevive, y a ras, gracias a los fondos que recibe de entidades como la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, y el Ministerio de Cultura, e incluso de proyectos esporádicos que ofrecen a la Gobernación de Cundinamarca. "Son temporadas de unos cuatro meses que alivian nuestras finanzas. El resto del año toca por cuenta propia", cuenta Carlos Minotta, un administrador de La Mama que trabajó allí hace varios años atrás.
La Mama, al igual que otros teatros alternativos e independientes de Bogotá -como Tecal, La Candelaria, El Camarín del Carmen, La Corporación, etc.-, cuenta con pocos recursos. Su propósito no es vender obras, sino formar públicos "que necesiten del teatro, que vean en el arte una forma de vida, una terapia psicológica, un refugio y un reencuentro", solía decir Eddy Armando.
En este escenario cultural nacen todos los años artistas y obras que se inmortalizan en el corazón de quienes acuden, semanalmente, a la pequeña sala de uno de los teatros independientes más populares de Bogotá.