Después de múltiples y concurridas “fiestas del fin del mundo”, variados y coloridos rituales, desplazamientos a refugios de los más crédulos e infinidad de chistes de los más incrédulos llegó el tan explotado comercialmente 21 de diciembre y todo sigue igual: la tierra y sus habitantes sigue aquí.
La tradición maya marca que con el primer rayo de sol, se enciende el nuevo fuego sagrado para recibir a una nueva era. Y eso exactamente fue lo que ocurrió: ceremonias de encendido de cenotes de fuego en los icónicos lugares mayas (en Guatemala, México, Honduras, Bolivia, Brasil, etc)….y el mundo siguió igual.
En las majestuosas ruinas de Tikal, enclavadas en un espeso bosque, iniciaron anoche las ceremonias del cambio de era en el calendario maya, una maratónica jornada que culmina este amanecer, y que tuvo a medio planeta revuelto por las interpretaciones de un fin del mundo inminente
Hoy, en el solsticio, los mayas cerraron una era de 5.200 años y dieron la bienvenida a un nuevo ciclo, acontecimiento que dio lugar a interpretaciones apocalípticas, impulsó a crédulos alrededor del mundo a refugiarse en montañas o búnkers y llevó a gobiernos a tener que explicar una y otra vez que el mundo -y su carga de seres humanos- seguirá allí hoy, mañana y después.
La fiebre apocalíptica, desatada por Hollywood y sus superproducciones habituales, fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas a los sitios arqueológicos de Guatemala, sur de México, Belice, El Salvador y Honduras, territorios donde se asentó el imperio maya, una cultura con vasto legado de conocimientos de impacto mundial que llevaba siglos en decadencia cuando llegaron los conquistadores españoles.
Frente a la pirámide de la Gran Plaza del Parque Arqueológico de Tikal, al atardecer de ayer tuvo lugar la celebración oficial, encabezada por el presidente Otto Pérez, y concluirá, tras un programa que incluye danzas y rituales autóctonos, con una gran ceremonia maya al amanecer del viernes, en saludo al sol.
Entre temores e incredulidad
Animado en buena parte por grandes producciones a lo Hollywood que explotaron el siempre vendible ángulo de un fin del mundo inminente, el 21 de diciembre tuvo revuelto al mundo.
Algunos se refugiaron en montañas, como ocurrió en Serbia, Brasil o Francia. En China un millar de miembros de una secta cristiana que predice cataclismos fueron detenidos. En Estados Unidos o en Rusia se prepararon búnkeres con grandes raciones de comida. En Argentina, por temor a suicidios, se prohibió el acceso a una montaña considerada por muchos como cargada de energía espiritual.
Pero la gran mayoría, escéptica, se lo toma con buen humor, mientras gobiernos y hoteleros de México y Centroamérica se frotan las manos con la llegada de miles de turistas adicionales que se agolpan en sitios arqueológicos como Chichen Itza (México), Copan (Honduras) o Tikal, entre muchos otros.
El origen de la controversia se halla en una piedra tallada encontrada en el sitio mexicano de Tortuguero, que alude a un evento místico en el solsticio de este diciembre.
Ante el riesgo de pánico, especialistas y líderes mayas, gobiernos -entre ellos los de Estados Unidos y Rusia- y hasta la agencia espacial estadounidense, la NASA, han explicado una y otra vez que no sucederá nada extraño.
Según el calendario maya, lo que ocurrirá este solsticio es la culminación de la cuenta larga de 13 ciclos con que medían el tiempo, el baktun, cada uno de 400 años.
"Los mayas eran científicos"
"Los mayas era científicos y sabían todo de la naturaleza y de los ciclos del mundo y esta fecha yo creo que no tiene nada de cosa apocalíptica, es un cambio de era. Los mayas tampoco creen en el fin del mundo", comentó, mientras recorría el Parque de Tikal, el inglés Rohan Tamdbyrajah, un turista de 20 años que no piensa perderse la ceremonia.
Tikal, una de las ciudades más representativas de la civilización maya, es ahora centro de peregrinaje de grupos de turistas, en su mayoría estadounidenses.
Declarado Patrimonio Mundial Mixto (cultural y natural) de la Humanidad por la Unesco, Tikal tiene una extensión de 576 km2, de los cuales 16 corresponden a la ciudad, donde están abiertos al público 150 edificios ubicados en 12 plazas.
"En la ciudad destacan seis grandes templos que miden entre 38 y 70 metros de altura (...) y un gran observatorio astronómico del mundo perdido, donde los mayas realizaban rituales por movimiento solar, es decir el solsticio y el equinoccio", dijo a la AFP el asesor de la Unidad técnica del Parque, Oswaldo Gómez, un arquitecto con conocimiento en arqueología.
El más alto es el Templo IV, a cuya cima se puede llegar tras escalar unas 200 gradas de madera hechas recientemente y desde donde se puede observar la inmensidad de la selva donde están semienterradas la estructura de piedra.
Por llegar a las plazas y monumentos hay que hacer una buena caminata por veredas de árboles centenarios de unos 20 metros de altura. En el parque existen unos 500 tipos de mariposas y 300 de aves, jaguares, pumas, dantas, jabalíes y venados.
En la plaza de Tikal, con invitados de elite presentes, la televisión transmitirá al mundo las ceremonias. Fuera de allí, en actos discretos, los descendientes de los mayas darán la bienvenida a la nueva era, rogando por un despertar de la humanidad y ajenos a las paranoias catastrofistas de la modernidad./EL NUEVO SIGLO - AFP