Ricardo III, el rey inglés vilipendiado por Shakespeare cuyos restos fueron hallados en un párking de Leicester en 2012, fue enterrado este jueves en la catedral de esta ciudad del corazón de Inglaterra.
El último monarca inglés muerto en combate -en la batalla de Bosworth, en 1485, que puso fin a la guerra civil de las Dos Rosas y supuso el ascenso al trono de los Tudor en detrimento de los Plantagenet-, fue objeto de una gran ceremonia antes de recibir sepultura en este templo que empezó a ser construido en el siglo XI.
El actor británico Benedict Cumberbatch, uno de los británicos vivos -y son millones- emparentados con Ricardo III, según revelaron los análisis de ADN, leyó un poema escrito en su honor.
Las campanas de una catedral llena a rebosar doblaron por el rey y cientos de personas se agolparon fuera.
Ricardo III, encarnado en el cine por Laurence Olivier y Al Pacino, entre otros, fue apresuradamente enterrado con una ceremonia mínima en un monasterio franciscano que fue destruido en el siglo XVI.
- De rey cruel a hombre de su tiempo -
El entierro, dentro del recinto de iglesia, culmina la rehabilitación de un rey cuya joroba fue tomada por los cronistas de la casa Tudor como expresión de su maldad, y al que acusaron de matar a sus sobrinos para heredar la corona de su hermano.
"Fue maltratado en el momento de su muerte y a lo largo de toda la historia", explicó a la AFP May Doherty, un norirlandés de 62 años que acudió al entierro vestido de la Edad Media.
"Creemos que era inocente y este es el entierro que merece", agregó.
La historia del rey en el aparcamiento, cuyo hallazgo fue una hazaña de la arqueología, ha cautivado a Gran Bretaña.
La ceremonia, presidida por el arzobispo de Canterbury Justin Welby, el líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, concluyó con la interpretación del himno nacional, el "Dios salve a la reina", por el coro de la catedral.
Isabel II envió un mensaje personal en el que escribió que Ricardo III "reposa ya en paz".
Fue "un rey que vivió en tiempos turbulentos y cuya fe cristiana le sustentó", recordó Isabel II, tildando la ceremonia de "evento de gran resonancia nacional e internacional".
Su nuera, Sophie, condesa de Wessex y esposa de su hijo, el príncipe Eduardo, asistió en nombre de la soberana, al igual que su primo, el príncipe Ricardo, duque de Gloucester, patrón de la Sociedad Ricardo III y otro pariente del rey muerto.
Envueltos en lana y lino, los huesos de Ricardo, en cuyo craneo hay rastros de los nueve golpes con armas blancas que recibió al abandonar su caballo en la batalla -"¡mi reino por un caballo!", fueron las palabras que Shakespeare puso en su boca-, estaban sellados dentro de un osario de plomo.
A su vez, el osario estaba dentro de un ataúd de roble hecho por el carpintero canadiense Michael Ibsen, uno de sus parientes vivos más cercanos.
"Al fin, se le da el entierro que tenía que haber recibido en primer lugar", dijo Ibsen, sobrino de decimosexta generación.
Ricardo III no tuvo hijos, por lo que todos sus descendientes lo son por parte de su hermana Ana de York.
Con el ataúd ya en la tumba, Cumberbatch leyó el poema escrito por la laureada Carol Ann Duffy.
- Sólo en Inglaterra -
Oficialmente titulado "Servicio de nueva sepultura de los restos del rey Ricardo III por la gracia de Dios rey de Inglaterra y Francia, y Señor de Irlanda", la ceremonia religiosa fue un evento emocionante para muchos.
"Es una una historia extraordinaria y la gente ha adoptado a Ricardo en sus corazones", dijo Tim Stevens, el obispo de Leicester, después de una semana en la que decenas de miles de personas hicieron cola durante horas para desfilar ante el féretro.
"Algo así sólo podía suceder de esta manera en Inglaterra", dijo a la AFP.