Reyes magos para Dummies | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Enero de 2020
Hernán Olano

Siendo niño, la noche del cinco al seis de enero, cuando se celebra la fiesta litúrgica de la Epifanía o “manifestación”, la costumbre en muchas casas de mi ciudad, era dejar los zapatos en la puerta del cuarto, para que esa noche, los Reyes Magos dejaran dinero, dulces, medias y algún regalito, y, la decepción, por portarse mal, podría ser recibir carbón en lugar de los obsequios. Los regalos grandes los había traído el Niño Dios el 24 de diciembre. Igualmente, se debía dejar pasto y agua para los camellos.

La aparición de los Reyes Magos se acredita en el Evangelio de San Mateo, 2, 1-12, quien nunca dice que fueran tres los Reyes, ni que gobernaran un reino. Se trataba, según la denominación “Magos”, de personas estudiosas o sabias, provenientes del mundo pagano que representan la universalidad de la búsqueda del Mesías, Jesús El Salvador.

“Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle’. Al oírlos, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén”, dice el Evangelio, donde lo cierto, es que Sí fueron tres los dones: oro, incienso y mirra, y de ahí la tradición interpreta que fueron tres.

Sin embargo, se habla de un cuarto rey mago, Artabán, el cual llevaba una gran cantidad de piedras preciosas (rubí, jade y diamante) para ofrecérselas a Jesús, pero en el camino a Belén encontró con un anciano enfermo, que necesitaba de sus cuidados, por lo que, sin dudarlo le ofreció su ayuda y llegó al pesebre cuando la Sagrada Familia había huido a Egipto, antes de la matanza de los inocentes. Luego, Artabán trató de detener el genocidio infantil, pero fue detenido y condenado a treinta y tres años de prisión en las cárceles del Imperio Romano y, cuando fue puesto libre, Jesús había sido crucificado.

Algunos hablaron de un número de hasta doce Reyes Magos, pero, en el siglo IV los teólogos Orígenes y Tertuliano establecieron el número de tres al aparecer en la iconografía en la iglesia de San Apolinar de Roma, en un mosaico y, en el siglo VIII no se les bautiza como Melchor, Gaspar y Baltasar aunque no fueron de uso común en los pesebres, iniciativa de San Francisco de Asís.

Nunca supe cuál era cada uno de los reyes; de hecho, debido a que un bisabuelo mío, que se llamaba Baltazar, nosotros lo identificábamos con el de barba blanca, pero estábamos equivocados, ya que los tres personajes, Melchor representa a los descendientes de Jafet (los europeos), Gaspar a los descendientes de Sem (los asiáticos) y Baltasar a los descendientes de Cam (los africanos). 

También se dice que representan las tres etapas de la vida del hombre: Melchor es el anciano de barba blanca; Gaspar es un joven y Baltasar un hombre maduro. En otros lugares del orbe cristiano se les conoció con otros nombres: Kagpha, Badalilma y Badadakharida en Siria; Apellicon, Amerim y Serakin entre los griegos; Ator, Sater y Paratoras en Etiopía, etc.

¿De dónde exactamente procedían los Reyes Magos? En el cercano oeste de Jerusalén no había gentes tan bien ataviadas y ricas como se les representa, por eso, se concluyó que procedían de Damasco, Meca y Medina; por eso, la hipótesis más acertada y aceptada hoy en día es que vinieron de la antigua Persia que hoy son Irán e Irak.

La denominada estrella de Belén, que le marcó el camino a los Reyes Magos, fue Sirio, el astro más brillante que se puede observar en el cielo nocturno desde la Tierra, no obstante que pudo haber sido un cometa, aunque en esa época se produjo un evento astronómico y astrológico importante, la conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis.

Finalmente, los regalos Oro, Incienso y Mirra, correspondían a Rey, Espiritualidad y Muerte, que supone predecían el destino del Niño Jesús de gobernar espiritualmente sobre todos los reyes del mundo y de morir algún día en la cruz.

*Doctor en Derecho Canónico y Vicerrector Universidad La Gran Colombia

www.hernanolano.org

hernanolano@gmail.com