La Orquesta Filarmónica de Bogotá contará con un lugar alterno para sus ensayos, el cual estuvo 25 años en abandono. En 1918, cuando fue construido, la ciudad lo conoció como Teatro Bogotá, luego como Teatro Cuba, sirvió de sede a Cine Colombia y posteriormente pasó a manos de la entidad promotora de la música sinfónica más importante del país.
Durante la primera mitad del siglo XX los bogotanos vestidos con chisteras y esmoquin, al estilo europeo disfrutaban de eventos culturales en el entonces afamado Teatro Bogotá, una robusta construcción de 1918 y de techo en forma de triángulo, ubicada en la calle 20 entre carreras 3ª y 2ª, en el centro de la capital.
En aquellas épocas cuando el mundo giraba a blanco y negro, el caluroso recinto construido por los Círculos Obreros Católicos, albergaba hasta 2 mil personas en la primera planta y en los balcones ubicados a los costados. Reuniones políticas, teatro, cine y conciertos amenizaron durante cerca de 50 años los días y las noches frías de los bogotanos.
Este espacio que tenía el mismo prestigio que el Gran Salón Olympia de la calle 25 con carrera 9, no estuvo a salvo de las revueltas de 9 de abril de 1948, pues su fachada de estilo republicano fue destruida y posteriormente reemplaza por una funcional al estilo bauhaus. Con el paso de los años y con su nuevo nombre Teatro Cuba (por la visita de un embajador de ese país), Cine Colombia pasó a ser el propietario de la edificación.
Raúl García, fundador de la Filarmónica, recuerda que en los años 70 cuando los músicos iban como artistas errantes de salón en salón, la entidad adquirió el ya maltrecho predio, deteriorado por los años, con el propósito de brindarles un lugar para sus ensayos. “Fue una compra que no sobrepasó los 3 millones de pesos”, cuenta García quien destaca que para la época esta fue una compra a ‘precio de huevo’.