Sin duda las redes sociales se han convertido en una de las herramientas presentes dentro de una relación amorosa, pues por medio de ella podemos encontrar a nuestra media naranja, llevar a cabo un romance a larga distancia y por supuesto, darle la ubicación y coordenadas a nuestra pareja de donde, cuando, como y con quien estamos, por lo que para muchos se ha convertido en una fuente de discusiones, malos entendidos y distracciones.
En muchos casos el problema de las relaciones con las redes sociales va más allá de los malos entendidos que estas pueden provocar, pues la dependencia a estas herramientas tan bien causa disgustos. Como el hecho de que una conversación con la pareja sea interrumpida por una notificación o que la intimidad se convierta en publicada.
Cuando culpamos a los medios tecnológicos de lo que los propios humanos ocasionamos, estamos evitando encontrarle una solución de fondo al conflicto. No son las redes sociales por sí solas las que ocasionan las peleas y rupturas sentimentales; somos nosotros, sus usuarios los que generamos estas situaciones.
Estos son algunas de las problemáticas recurrentes que tienen las parejas que pasan mucho tiempo conectadas y algunas sugerencias para intentar encontrarles una salida:
Falta de diálogo:pregúntense qué pasa con el vínculo. ¿Es más fuerte el deseo de ver qué están posteando los amigos en Facebook que de mirarse a los ojos? ¿Leer los tweets o ver las fotos de otros es más urgente que hablar de cómo les fue en el día? Es probable que el desencuentro esté en casa, no fuera de ella. Tomen coraje y dialoguen de manera sincera, aunque suene irónico, acerca de la falta de interés en comunicarse.
Apatía:¿Alguno de los dos está indiferente hace tiempo? ¿Sienten que no tienen motivación o proyectos comunes? Quizás el uso excesivo de los dispositivos móviles esté tapando un conflicto de base. La única manera de saberlo es averiguándolo. Prueben declarar al dormitorio “zona libre de tecnología”, por ejemplo. Intenten apagar el teléfono durante las comidas o hacer una escapada de fin de semana a un lugar sin WI FI. Son maneras de generar espacios de encuentro o reencuentro. Si nada de esto funciona, quizás haya que recurrir a la ayuda profesional.
Desconfianza:¿Hay conflictos originados por la interacción en las redes? ¿Un “me gusta” en Facebook puede originar una discusión? ¿Revisas el perfil de él o de ella cuando deja abierta su sesión? ¿Stalkean? Si no confía en cómo se comporta su pareja en la Web, es probable que tampoco lo haga en relación con su trabajo o sus salidas con amigos. Es cierto, las redes sociales ponen la tentación al alcance de la mano pero donde existe una relación sólida no debería haber fisuras.
Una encuesta reciente, reveló que el 48 % de las personas cree que las redes sociales pueden arruinar una pareja, siendo mayor la proporción de hombres (65 %) que de mujeres (35 %) que piensa así.
Celos:las personas celosas encuentran siempre indicios para alimentar su suspicacia. En relación con el uso de las redes, cada pareja debería tener su propio “contrato”. Por ejemplo, qué grado de alcance tendrán las publicaciones, si a uno de los dos le fastidia que todo sea demasiado exhibicionista. Facebook, Instagram, Twitter y la mayoría de las redes ofrece la posibilidad de una configuración privada para que sólo determinadas personas puedan acceder a los posteos.
Desatención: de acuerdo a un estudio del Centro de Investigaciones Pew, el 45 % de los adultos jóvenes (entre 18 y 29 años) presenta quejas en relación con el impacto de la tecnología en su relación. Cada vez son más los novios o esposos que discuten acerca del tiempo que se invierte en línea.
Posibilidad de perder la privacidad al manejar inadecuadamente los datos que se introducen en las redes sociales; se incluye en este apartado la eventualidad de ser engañado por alguien que crea una falsa identidad o que suplanta la de otra persona o incluso la nuestra.