Hoy en día las personas utilizan distintos medios para comunicarse. Los más usados son Facebook y Twitter.
En los últimos años ya sólo se escuchan frases como: “lo etiqueté en Facebook”, “te envíe un twitt” o “ya tengo más seguidores”. Para quienes no están familiarizados con el tema, este es el lenguaje cotidiano no sólo de jóvenes y adolescentes, sino también de las personas que utilizan constantemente e incluso de manera excesiva las redes sociales.
Mucho se habla de los beneficios de acercamiento en las redes sociales, pero para ser francos hay más riesgos que bondades. No solo hay peligro de perder la confidencial o a la posible suplantación de identidad –que por supuesto se puede dar- sino el hecho de tener a la mano y totalmente visibles los datos, gustos, preferencias, amigos, familia, compras y toda la vida personal.
Toda la información privada queda expuesta y sin pensarlo la vida se convierte en pública, no por el hecho de ser famoso sino de quedar expuesto ante todos.
Por más que los gurús de redes sociales aconsejan no habilitar el acceso en los perfiles a todo mundo, a veces resulta difícil controlar lo que se escribe y se publica, sobre todo en momentos de éxtasis, alegría o enojo.
Por ejemplo una discusión familiar, de amigos o laboral puede convertirse en una situación incontrolable si se menciona lo sucedido en la red social que se acostumbra a usar, y no sólo porque todos los contactos se enteren sino que la contraparte se enojará mas y contraatacará hasta que se consuma el enojo; mientras eso sucede, ese incidente lo sabrá mucha gente.
Esto mismo ocurre cuando la persona está muy alegre, por ejemplo es clásico ver en el perfil de los amigos “una relación sentimental con…”. Por supuesto quien lo pone quiere que todo mundo sepa que está bien, ¿pero hasta qué punto es importante que todos los contactos de Facebook (en este caso) se enteren?
Lo que sí es seguro es que en un futuro muy cercano el historial digital de cada persona que se encuentra en las redes sociales formará parte importante en la generación de un banco de información para consulta precisa acerca de todo el mundo.
Es muy probable que los reclutadores de personal utilizarán como fuente de primera mano la información que hay en la red para decidir una posible contratación y en el ámbito personal las amistades, amigos o familiares conocerán cosas que probablemente sería mejor no saberlas por triviales que están sean.
Ahora bien, cada persona es responsable de lo que publica en su Facebook o Twitter; sin embargo, en muchas ocasiones determinada información o fotos pueden afectar a terceros. No es necesario que la persona de quien se esté hablando sea famosa, un mal comentario puede arruinar la vida personal o profesional de cualquiera.
Identifique si es adicto
1. Si deja el iPhone olvidado en casa y se siente perdido, aislado del mundo… porque no puede comprobar las actualizaciones de Facebook y Twitter mientras está fuera, en el trabajo, en la oficina…
2. Comprueba su cuenta de Facebook aproximadamente 20 veces al día.
3. Si no recibe un comentario en el último post que acaba de publicar en su blog en menos de 12 horas, piensa que ya sus amigos le han abandonado y comienza a plantearse ideas descabelladas.
4. No sale de paseo sin su computador portátil.
5. Tiene más íconos de redes sociales en su iPhone que aplicaciones de productividad.
6. Se ha comprado un iPad -haciendo incluso cola el día que se puso a la venta- y sólo lo usa para poder actualizar Facebook desde una pantalla más grande que la del móvil cuando está fuera de casa.
7. Tiene más amigos online que en la vida real.
8. Tuitea desde el móvil mientras va andando.
9. Se conecta a Facebook incluso antes de lavarse los dientes por la mañana.
10. Comprueba las últimas actualizaciones en Facebook y Twitter ya desde la cama, antes de irse a dormir.