En la tarde del pasado viernes, al mismo tiempo que la Ministra de Justicia, Ruth Stella Correa, culminaba su visita la cárcel La Badea, en Pereira, empresarios de Asocolflores ingresaron a este penal a cerrar el negocio que le pondrá una marca tipo exportación al trabajo que hacen las 375 mujeres recluidas que le tocaron las puertas a la sociedad.
"Hecho en la Reclusión de Mujeres de Pereira" es la marca que llevarán las cajas de flores, elaboradas con material reciclado, que Asocolflores exportará en los próximos años. La apuesta, que también busca abrir un espacio de recuperación ambiental, es desde ya una bandera con la que las mujeres recluidas en La Badea buscan mostrarle al mundo que detrás de las rejas hay seres humanos.
Y precisamente poniendo este centro penitenciario como un modelo a seguir, la Ministra de Justicia anunció en Pereira uno de los artículos más importantes del Código Penitenciario y Carcelario: la resocialización tiene que ser un deber y un derecho de la población recluida. “Hay que acabar con la idea de que como no hay interés en resocializar, muchas personas internas no tienen derecho a la redención de la pena. Eso es inequidad”, indicó.
Dentro de la cárcel La Badea, solo en el 2012 las mujeres obtuvieron ingresos por 87 millones de pesos producto del trabajo que realizaron en la confección de ropa, elaboración de turrones, de colgadores de ropa, entre otras actividades. Estas labores son articuladas con iniciativas como el Labortorio del Afecto, un programa desarrollado por la facultad de enfermería de la Universidad Libre, que busca trabajar en la salud física y emocional de las mujeres recluidas.
“Para nosotros es claro que nuestro modelo funciona, pero es así porque nuestra sociedad pereirana está sensibilizada”, asegura Luz Marina Duque Miranda, la directora de La Badea. Ella lleva los últimos 11 años de su vida fortaleciendo un modelo de resocialización efectivo. Y para ello, dedica un día de la semana únicamente a tocar las puertas de la industria privada.
“Hay empresarios de reconocimiento nacional que después de cinco o seis años de insistencia tomaron la decisión de comenzar a contratar nuestro trabajo”, explica Duque Miranda. Sin embargo, atraer el apoyo de los empresarios no es su única estrategia. En las calles de Pereira hace un par de meses están instaladas 40 vallas gigantes que llevan fotografías con los rostros de las mujeres de La Badea.
Vida, miedos, alegrías, sueños, son las imágenes que los pereiranos se encuentran en las esquinas, en las paredes de las calles, en las estaciones del megabús. ¿El resultado? En este momento están cerrando otra propuesta con una empresa privada para que 200 mujeres tengan trabajo confeccionando ropa en cuanto recuperen la libertad.
La directora de la cárcel explica que las vallas instaladas por toda la ciudad se dio tras una alianza entre la organización estadounidense Inside Out Project y la Fundación Pazamanos, de Medellín, quienes le apostaron a cambiar las mentes de la ciudadanía a través del arte.
La reforma al Código Penitenciario, dice la Ministra Correa, busca incentivar todos estos proyectos de resocialización a través de estímulos tributarios a universidades, a industrias y a empresas que encuentren en la población reclusa una mano de obra dedicada y calificada.
“Nuestra propuesta es que la resocialización de la persona interna se convierta en una responsabilidad para el país. Por ello, cuando una persona esté en todas las condiciones de iniciar su proceso de resocialización y no pueda porque no tiene cómo acceder a un proyecto laboral o productivo dentro de la cárcel, comenzará a contar su redención de pena como si estuviera trabajando”, indica la Ministra.