LA MANERA de consumir televisión, sin duda ha cambiado en la última década, ya no se trata únicamente de entretenimiento sino de interacción entre usuario y producto. Es por esto que quienes viven de este medio se reinventan cada día para ofrecerle al público contenido que le permita sentirse parte del proceso creativo.
Pero, ¿qué tan favorable o constructiva se torna la situación cuando en la parrilla hay un despliegue de producciones que poco o nada le aportan a los usuarios o, peor aún, le refuerzan el imaginario de violencia, dinero fácil y lujos con series que giran en torno a éstas?
El solo planteamiento trae consigo toda clase de opiniones divididas, un tema en el que hay mucha ‘tela que cortar’, pero aún pocos que se sienten a pensar en por qué la fórmula mágica de una TV vacía sigue dando buenos resultados.
“Sigue tristemente la televisión colombiana en esa encrucijada creativa en la que se le apuesta a toda clase de contenido foráneo, más y más narco-series, realities sosos y ahora se une el engolosinamiento a producirle series noveladas a cualquier personaje que logre mojar páginas de revistas, titulares de noticieros, ya sean reconocidos bandidos, artistas o deportistas decadentes”, manifiesta Javier Hernando Santamaría, crítico de TV independiente y bloguero de farándula en su página viendotv.blogspot.com.
“El peor error, a mi juicio, en el que incurren ambos canales privados, y no me canso de reiterarlo, es la torpe manía de copiarse contenidos y seguir ambos el mismo rutero, les produce pánico correr riesgos y dejar de espiar los movimientos de su contendor, además de rendirse sin luchar ante las cuestionadas marcaciones del despiadado rating. Esta situación les impide enfocarse a producir contenidos que asertivamente satisfagan a esa impredecible e infiel teleaudiencia seducida ahora por los contenidos televisivos legales o ilegales ofertados en Internet”, sostiene.
El debate no solo moverá las fibras de los seguidores que, noche tras noche, le dan espacio y tiempo a dichos programas; levantará también una que otra ampolla en la sensibilidad de quienes hacen parte del mundo del entretenimiento y que por razones más que lógicas se sienten atacados por reflexiones como las de Santamaría.
“El Canal Caracol fija sus expectativas en el reality de aventura El Desafío India, formato que siempre ha tenido acogida y esta vez esperan que sea igual. Sin embargo, ya alguna porción de televidentes ha manifestado su descontento por el reciclaje que se hizo de participantes y ganadores de anteriores temporadas”, argumenta el experto.
Y es que en lo que a realities concierne, Colombia no es la mejor referencia en un mundo donde este tipo de formatos ya existía desde hace varios años. “En completo fiasco se convirtió el reality Separados de RCN, no convenció para nada a la impredecible e infiel teleaudiencia que decidió ver Tu cara me suena, otro programa que tampoco se salva y resulta a mi juicio muy soso con caracterizaciones a veces nada acertadas, quizás la más floja versión que se ha hecho en Latinoamérica”, apunta Santamaría.
El crítico sintetiza su análisis diciendo que “El nuevo semestre que se avecina en la televisión colombiana, como cosa rara, nos oferta más de lo mismo: bionovelas, realities trillados, refritos de producciones exitosas de antaño, narco-series y una que otra apuesta nueva mantenida en refrigeración hace un par de años”.