El presidente ruso, Vladimir Putin, se sumergió en el mar Negro frente a las costas de Crimea, la península ucraniana anexionada por Rusia, a bordo de un batiscafo para inspeccionar los restos de un barco del siglo X.
Según las imágenes de la televisión rusa, Putin descendió a más de 80 metros de profundidad para observar una nave bizantina hallada el pasado mes de mayo.
"Es una profundidad considerable", declaró el presidente ruso tras su paseo submarino.
"Es una buena formar de recordar lo profundas que son nuestras raíces históricas, así como la historia de nuestras relaciones con el mundo entero", comentó.
Según Putin, los restos del barco estaban cubiertos por 40 centímetros de lodo y eran difíciles de observar, pero parecían estar en buen estado.
"Es un galeón que transportaba productos a través de la bahía de Balaclava. Hay pocos como este al norte del mar Negro", dijo.
El presidente ruso lleva años cultivando su imagen de hombre de acción. Ya se le ha visto descender al fondo del lago Baikal a bordo de un submarino, pilotar un Formula 1, cazar ballenas con ballesta, volar en un bombardero o pescar un lucio de 21 kilos en Siberia.
En 2011, durante otra inmersión en el mar Negro, el presidente encontró supuestamente dos ánforas de 15 siglos de antigüedad, un episodio que suscitó las burlas de varios medios independientes que indicaron que los objetos ni siquiera estaban cubiertos de algas.
Su portavoz, Dmitri Peskov, acabó reconociendo meses después que se trataba de un montaje.
Los restos del barco bizantino observado por Putin son, sin embargo, reales. Con su tamaño de entre 27 y 30 metros de eslora, podría ser la mayor nave bizantina hallada hasta la fecha, según científicos rusos/AFP.