Elementos geométricos y abstractos componen la obra del pintor colombiano Manuel Hernández, en la que el color se entrelaza de manera poética y austera.
Un recorrido por los signos es el nombre de la muestra artística que está presentando la Alianza Francesa de Bogotá hasta el 28 de marzo.
La obra de Manuel Hernández ha sido destacada por su luminoso y espontáneo uso del color, provisto de un espectro cromático amplio y refinado. Y sobre todo por el uso del símbolo como “un elemento unido al acto de pintar, y es posible que éste último acto, con todas sus consecuencias visibles, se convierta en el símbolo mismo” (Galaor Carbonell, El Tiempo, 1968).
Los signos en la obra actual de Hernández son elementos seriales condensados esquemáticamente, hechos para condensar una unidad y equilibrio. No plantean apologías, son propuestos como abstracción desde el planteamiento de la obra. Su abundante producción pictórica se mezcla con su producción gráfica, al mezclar con el carboncillo y la tinta en plumilla el acrílico y el óleo para lograr diversos resultados. Los fondos son bidimensionales y discretos.
A través del dibujo se vislumbran las oscilaciones del artista entre lo lineal y lo pictórico y entre contornos definidos o abiertos y casi nubosos. Movimientos que se vuelven grafismos y manchas, donde la composición se circunscribe hacia la libertad del movimiento en el signo. El contraste entre la grafía y el color como atmósfera define la poética en sus dibujos.
La obra
En Un recorrido de los signos se entrevé la simplificación del alfabeto simbólico de Hernández a la austeridad de figuras como el óvalo, el rectángulo y lo diagonal, y a través de este lenguaje se vislumbra la prodigalidad de múltiples miradas mezcladas en un cúmulo de luces que aparecen en el espectro de unas atmósferas. La curadora de la exposición Ana María Escallón describe la selección de dibujos del artista como “un elemento que cubre el recorrido mental de sus obras, y que nos muestra que Manuel Hernández puede ser tan poético que podemos acercarnos a la obra y observar el brillo en el borde de una línea porosa, mientras por encima se descompone la luz en fragmentos, o tan expresivo que muestra la irreverencia de un gesto pictórico.”
El dibujo resulta un medio versátil, donde cada obra cuenta una historia a través de la textura y el trazo. El papel, comienzo de la historia de cada obra y constitutivo como elemento plano y mudo en la obra del artista, es complemento y cálido contraste ante las direccionales rítmicas de las franjas, la luminosidad del color y el principio de creación ante el manejo de las figuras: el óvalo como forma abierta y el cuadrado como forma cerrada.
En sus dibujos se encuentran diversos argumentos, menciona Escallón: los que tienen la contundencia de un trazo, la forma de una mancha, la categoría de una línea interrumpida, un brochazo tan decisivo que nos hace pensar en Degas y en su admiración por Manet, en la seguridad, la certeza del ojo y el poderío decisivo en la mano. Y eso, en esta exposición va más allá de la introspección y se establece como un relato del acto de crear.
En Un recorrido de los signos se evidencia de manera puntual esta depuración artística del pintor, que afirmó que hizo la donación por su interés en la “búsqueda del entendimiento del arte”. Un arte que envuelve las simplificaciones del signo en la complejidad que va más allá de la alusión.
Con esta exposición, la Alianza Francesa de Bogotá pone el arte al alcance de los colombianos, como parte de su filosofía de promover el desarrollo de las diferentes artes y el intercambio entre Colombia y Francia como parte del desarrollo cultural entre las dos naciones.