Un detallado estudio realizado durante tres años por la Universidad de La Salle, la Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología y la Secretaría de Salud de Bogotá revela tres grandes hallazgos en materia de ácaros.
Para comenzar, “uno de los hallazgos más impactantes del estudio es la existencia de ácaros hematófagos (nombre que reciben aquellas especies que chupan sangre) en Bogotá. Una situación que es absolutamente nueva y que representa una amenaza tan grande como invisible para la salud en especial de los niños. Queremos informar en especial a los dermatólogos, alergólogos, pediatras, médicos generales para que nos ayuden a difundir con los padres de familia las medidas preventivas propias de estos casos”, asegura Gustavo Cuadros, líder del estudio, docente de La Salle y presidente de la Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología.
“En Bogotá preocupa la aparición de ácaros zoonóticos y no zoonóticos que invaden las viviendas, succionan sangre en varios lugares del cuerpo y generan reacciones en la piel semejantes a la picadura de un mosquito, incapacitan y representan una amenaza para la salud de niños, jóvenes y adultos”, enfatiza el experto.
El segundo hallazgo consiste en que hasta hoy, a nivel internacional se asumía que en los países tropicales como Colombia habitan las mismas especies de ácaros en todo el territorio, se suponía que la prevalencia de estos micro-organismos era igual en todas las ciudades, especialmente en las viviendas.
La investigación revela que lo anterior es un completo error, ya que cada ciudad acorde a su clima presenta diferentes especies de ácaros y muy posiblemente, lo que la ciencia médica y los investigadores en ese campo llaman sensibilidad; responsable de la aparición de signos y síntomas bajo la influencia de las partículas químicas derivadas de los ácaros, comúnmente llamadas alérgenos. El descubrimiento alerta sobre la necesidad de tener en el país las pruebas de laboratorio necesarias para identificarlos, el conocimiento para controlarlos, especialmente para mitigar su inhalación o contacto y para determinar la sensibilidad o no de los colombianos a esas nuevas especies.
“Aunque todos sabemos que el nivel de humedad y temperatura de Bogotá es diferente al de Barranquilla y Cartagena, la literatura científica asumía que en estas ciudades vivían las mismas especies de ácaros. El estudio rompe ese mito y demuestra que dependiendo de la humedad relativa en la calle y en el interior de las viviendas, los ácaros crecen y se desarrollan de manera particular, incluso, se adaptan a las condiciones de frío de ciudades como Bogotá”, explicó Cuadros.