Un cantor del Llano. Así se define Wilson Orlando “El Cholo” Valderrama, considerado uno de los cantantes llaneros más destacados de Colombia, el primer cantautor de este género en ganar un Grammy Latino (2008).
El 23 de agosto llega a sus 70 años de vida y aún conserva en su memoria las notas llaneras que escuchaba de niño, aquellos sonidos del arpa y el joropo que le avivaron la vena artística y las ganas de cantar y soñar.
Aunque nació en Sogamoso, Boyacá, desde hace 65 años cabalga las llanuras de San Luis de Palenque, Pore y Yopal en Casanare, lo que lo ha hecho un llanero recio y valiente. Allí creció con los trabajos del campo, los caballos y los cantos de vaquería como parte de su ADN. También escribió sus primeras canciones, a la edad de 15 años. Cuando era adolescentes compuso “Bonguero del Casanare”, la cual fue su debut como intérprete.
Dice que su vida le pertenece al campo, a la tierra, a la naturaleza: “Yo desde niño soy un cantante, me considero una persona humilde, sencilla, igual que el resto de la humanidad”, refiere el artista mientras recuerda que su primera grabación fue en el año 1978 con “Quitarresuellos” y con esta producción logró ser conocido y respetado por su estilo y su talento.
Aunque este cantante no sólo logró ser el primer músico llanero en llevarse consigo un Grammy Latino, sino que además fue pionero en hacer conciertos del género en China, España, Francia, Italia y Rusia. “Yo quería que el mundo conociera la música llanera y lo logré”, refiere el llanero con un tono de voz apaciguo, cálido y amigable.
Para él, la música de su tierra es similar a un lema muy peculiar del campo: “llanero que no canta entonces silva”. A su modo de ver, las notas, el joropo, el arpa y los sonidos del campo siempre han estado impregnado en la gente, en las personas que día a día madrugan a ordeñar el ganado, a arar la tierra, a recoger alimentos.
“Creo que eso es lo que nos motiva. En mi caso, se me dio por ser cantador de joropo y lo logré, pero realmente eso va en todos los niños, todas las personas; todos tenemos esa vena artística, porque el llano es música”, son las palabras de este artista campesino, quien guarda en su corazón esa sencillez y humildad aun cuando su nombre se encuentra en la lista de los nominados a los premios Latino Music Awards, como mejor artista de música llanera, a celebrarse en septiembre próximo.
“Todos somos iguales, soy un campesino más, la diferencia es que tuve el sueño de mostrarle al mundo la música de mi tierra y lo cumplí, eso más que reconocimientos internacionales es el orgullo de poder dar a conocer nuestras canciones”, afirma.
Más allá de ser artista y ser el reconocido llanero, se encuentra un hombre espontáneo, sincero, normal. Le gusta que lo llamen y lo traten como un campesino más. A su edad pocas canciones produce, su vida está dedicada a los caballos, otra de sus pasiones.
“Tengo una cría de caballos y me gusta mucho hacer buenos caballos, me considero un hombre más o menos dotado para para montarlos y dirigirlos. En el campo ese es mi hobby”, cuenta.
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Talento natural
No cabe duda que su talento nato como compositor fue ganando terreno entre los intérpretes y cultores del folclor llanero. Recuerda que al principio le decían que su música no tenía futuro.
Sin embargo, con el pasar de los años, “Cholo” Valderrama se convirtió en uno de los cantantes preferidos del exigente público amante de la música llanera. Perfeccionó su estilo y técnica vocal en Westmeinster Choir College de Princeton (New Jersey). Además, su talento nato como compositor fue ganando terreno entre los intérpretes y cultores del folclor llanero, quienes empezaron a solicitarle temas.
Canciones como Horizonte y Verso (1980), Llanero Soy (1982), Cholo (1983), A todo canta el llanero (1985), Gamín (1987), Mi viejo pueblo llanero (1992). Muchacha cuanto te quiero (1993), Coleador (1994), Y soy...llanero (1996). Caramba primo (1999), Cholo y sus canciones (2001), Corazón marcao (2003), Aquí Mismito y Cholo Joropo (2010) se han escuchado en todo el mundo.
No pudo completar su bachillerato, pero a los 16 años se presentó en un festival de coplas en San Martín, y se lo ganó. “Ese día supe que valía la pena cantar música llanera”. Luego, se las ingenió para grabar un par de canciones en un casete y se fue de puerta en puerta a las emisoras. Sin embargo nadie lo escuchó. Años más tarde tuvo que irse a Estados Unidos, donde ejerció varios oficios y por las noches recibió clases de música en Westmeinster Choir College de Princeton (New Jersey). Allí logró perfeccionar su estilo vocal.
Su maestro
Su mentor, su ídolo y su sueño era ser como el cantante profesional de joropo Nelson Morales, un artista venezolano, ya fallecido a quien apodaban ‘El llanero contramarcado’. “Para mí él fue el Pelé de la música llanera. En mi opinión, era el mejor intérprete de joropo de todos los tiempos”, apunta con la certeza de que su maestro hizo un buen trabajo.
Pero al “Cholo” también le gusta el Jazz, de hecho, afirma que de vez en cuando escucha este género mientras pasa la tarde en medio de la naturaleza que le aporta su fundo llamado Vida Tranquila, su nombre viene de esa búsqueda de paz y serenidad añorada por muchos y definitivamente la encontró. Manifiesta que allí vive feliz con su esposa, sus caballos, con su tranquilidad, su silencio y a su ritmo.
“El llano es una completa y permanente sinfonía de sonidos que alegran el alma y de vez en cuando me siento en las tardes a tocar cuatro, a cantar algo o escuchar música. Me gusta cuando estoy con mi familia, ellos me ven como una persona normal. Aquí son un campesino que hace oficios del campo y eso lo disfruto y agradezco mucho”, cuenta el hombre, a quien ven como un llanero solitario pero no lo es: lleva 41 años de casado con Carmen Elisa Flores, una estudiante de economía apasionada por el llano y su canto, a quien conquistó en una manga de coleo.
“Yo era coleador y le brindé un toro. Tumbé al animal y me gané el corazón de la mujer que me gustaba. De allí nació una relación muy hermosa, ella me ha dado una vida muy, de la que jamás me arrepentiré. Tenemos tres hijos y siempre estoy acompañado por mi familia”, expresa con orgullo.
“Me gusta la vida tranquila y vivo aquí porque soy campesino, no me gusta la ciudad, amor ser campesino. Claro, sé que hecho un renombre, sé que he creado una fama, muy buenas para uno malas para otros, pero afortunadamente aprendí de la vida que eso no no me interesa, no me siento famoso, solo soy un obrero más en esta lucha perenne por el folklor”, dice sutilmente el cantante que ve una nueva generación de música y estilos; un mundo diferente al que está acostumbrado a ver y sentir.
“Yo solamente me resta decirle que esto no es de un día, ni un mes, ni de un año. Esto es de toda la vida, es un compromiso. Por lo menos en mi caso, es un compromiso que adquirí con la tierra y mientras tenga fuerzas para interpretar el joropo, para componer una canción lo haré. Que no se trata de ‘pegar’ una canción, sino que llegue adentro en el alma, revivir en cada nota musical el llano, porque uno sale del llano, de la tierra, hacia otros horizontes, pero la tierra jamás debe salir de uno”, comenta.