ROMEO Y Julieta, la célebre historia de amor de Shakespeare pero en su versión ballet llega a la pantalla grande desde el Teatro Bolshoi de Moscú. Un montaje basado en el drama de Shakespeare, con la coreografía del octogenario coreógrafo Yuri Grigorovich y protagonizada por dos jóvenes estrellas: Anna Nikulina y Alexander Volchkov.
Este evento global documentado con las más altas especificaciones en vídeo y audio digital se verá en salas seleccionadas de Cine Colombia en Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga mañana a las doce del día.
La Danza de los Caballeros
La historia es más que conocida: en Verona, Italia, las familias Montesco y Capuleto están en medio de una sangrienta enemistad hereditaria. Cuando los Capuleto organizan un baile enmascarado en honor a su hija Julieta, Romeo Montesco asiste de incógnito. Los jóvenes se encuentran y se enamoran a primera vista.
El clásico de William Shakespeare sirvió al compositor ruso Sergei Prokofiev (1891 - 1953) para escribir una de sus obras más valoradas. La música que él ideó para la escena de La Danza de los Caballeros, en la que Romeo y Julieta se ven por primera vez, ha sido utilizada en conciertos por grupos tan importantes como Iron Maiden, Muse, The Smiths, Tears for Fears, Deep Purple y además, incluida en canciones como Taken for Granted de Sia así como en adaptaciones de los grupos Epica y Emerson, Lake and Palmer.
Esta música, que hace parte ya de la cultura popular occidental, ha sido utilizada en incontables series de televisión (como en el cabezote de la versión británica de The Apprentice); en piezas de publicidad (como en el comercial francés de la fraganciaEgoiste de Chanel en la década de los noventa); en el cine (como en la películaCalígula, de 1979 con Hellen Mirren); en grandes eventos deportivos y hasta en video-juegos como Grand Theft Auto V.
La danza como lenguaje
A pesar de que el coreógrafo ruso, Yuri Grigorovich, estrenó su primer montaje de Romeo y Julieta en 1979, dentro de los confines de la ideología totalitaria soviética, logró imponer un estilo artístico innovador que, tres décadas después, se ha convertido en su mayor legado. La idea original era liberar el escenario de todos los elementos que no estuvieran conectados con el tema principal, que en este caso es el surgimiento y desarrollo del amor entre los protagonistas.
Sólo por medio de la danza, Grigorovich retrató las ideas abstractas del libreto, como la enemistad y el orgullo de las familias Capuleto y Montesco y, por supuesto, el sufrimiento de los amantes malditos. La escenografía y la iluminación se utilizan nada más para contribuir a la danza, y no son importantes en sí. Las mismas cortinas rojas sirven para sugerir la plaza, el salón de baile y el dormitorio; no hay peleas con espadas reales sino con gestos y Julieta bebe una poción que el público tiene que imaginar.
Según Grigorovich, existe una gran diferencia entre la versión que presentó en 1978 y la actual: “En realidad nunca repito un ballet. Más que entrar en el mismo río dos veces, como dicen, lo importante es el anhelo por revivir los personajes de Shakespeare en un nuevo tiempo, y así volver a la historia y a la música, que son eternas”.