El venerable Metropolitan Opera de Nueva York tiene en estos días una programación poco alentadora: reducciones salariales, mermas en la venta de entradas, críticas negativas y amenazas de paro, en lo que constituye su peor crisis de los últimos 30 años.
El Met es sin embargo la ópera más rica del mundo con un presupuesto anual de 327 millones de dólares, muy superior al de sus primos europeos. Pero esto no impide que la relación entre el personal y el director general, Peter Gelb, esté muy tensa.
El dirigente, en el puesto desde hace ocho años, propuso una baja salarial de 16%, pero el personal está muy reticente y el inicio de la temporada podría verse afectado.
Si no encuentran antes del 31 de julio un acuerdo sobre salarios, que representan algo menos de dos tercios (200 millones de dólares) del presupuesto anual, el Met amenazó con dejar a sus empleados sin trabajo por primera vez desde 1980.
Peter Gelb afirmó al Wall Street Journal que los empleados podrían encontrar las puertas cerradas y no recibir su paga a partir del 1 de agosto.
Los gastos del Met aumentaron mientras que las ventas de entradas bajaron en las últimas cuatro temporadas. Los directivos de la Ópera quieren actuar lo antes posible para evitar cerrar, como tuvo que hacerlo la segunda mayor ópera de la ciudad, la New York City Opera, apodada "la ópera del pueblo", a principios de octubre pasado.
"La Metropolitan Opera afronta uno de los mayores desafíos financieros desde su creación hace 131 años", declaró un portavoz a la AFP. "Los donantes ya no pueden o no quieren seguir tapando el agujero que hay entre los ingresos y los gastos, en constante aumento".
En oposición con Europa, donde muchas instituciones culturales sobreviven gracias a subvenciones públicas, en Estados Unidos el dinero proviene sobre todo de donantes --modestos o acomodados-- y de la venta de entradas y otros productos derivados.
- "Círculo vicioso" -
Los sindicatos de músicos responden que la disminución de afluencia es el resultado de la mala programación orquestada por Peter Gelb, y no del declive del interés de los espectadores por esta forma de arte elitista. Según ellos, la reducción de salarios propuesta es injusta.
"Realmente luchamos por la supervivencia artística del Met", afirma la clarinetista Jessica Phillips Rieske, subrayando que los ánimos estaban por el piso entre los músicos debido a las recientes críticas negativas.
El director quiere reducir 16% los salarios a partir del 1 de agosto, lo que permitiría un ahorro de 30 millones de dólares al año, pero los empleados estiman que en realidad sus ingresos sufrirían una reducción de 25 a 37%.
Los músicos aseguran que ya están en una situación delicada, porque trabajan 30% más que en cualquier otra orquesta estadounidense y con una calidad de vida inferior, dado que Nueva York es una ciudad muy cara.
Quisieran que el Met ahorre 20 millones de dólares programando una o dos producciones menos al año y disminuyendo los tiempos de ensayo.
Peter Gelb, director artístico y administrador general, inició su carrera en el Met con grandes éxitos. También tuvo buenos resultados con transmisiones en directo de varias producciones de la ópera en salas de cine, pero espectáculos recientes fueron duramente criticados y las ventas de entradas cayeron: 92% de los asientos se habían vendido entre 2007 y 2009, contra 79% en 2012-2013.
El trombón Weston Sprott asegura que Gelb gasta un millón de dólares por producción por encima de lo que se solía gastar antes de su llegada y que podría ahorrar millones reduciendo costos.
"Es un círculo vicioso: hay producciones más caras y que cosechan críticas malas. Se está pagando más y se tienen ingresos menores; es difícil" sostener este esquema, lamenta el músico.
"Queremos ver innovación, entusiasmo y crecimiento de parte de la dirección, y transformar las malas producciones en buenas producciones. Así es como vamos a salvar el Met, no bajando los sueldos", concluye otro músico que prefirió no dar su nombre.