AÚN EN época de crisis la poesía colombiana sigue escribiendo historia con la antioqueña Olga Elena Mattei, quien le otorgó una victoria y reconocimiento al país al recibir esta semana el Premio Poestate 2020, considerado el principal evento literario de Suiza.
A sus 87 años Mattei recibe este prestigioso reconocimiento en medio de la celebración de la edición número 24 del Festival de Poesía Poestate, en la que Colombia por primera vez fue el país invitado de honor.
En el evento la poesía colombiana no solamente estuvo representada por la poeta antioqueña, sino también por William Ospina, Rómulo Bustos Aguirre, Giovanny Gómez y Felipe García Quintero. Adicionalmente, la programación del Festival estuvo marcada por un sentido homenaje museográfico al nobel Gabriel García Márquez, liderado por el crítico cultural suizo Arminio Sciolli y una exposición que aborda una de las obras literarias más reconocidas del escritor, de la autoría de la artista colombiana Nubia Soledad García bajo el título “99 dibujos en homenaje a Cien años de soledad”.
“Esta representación del país y el premio a Olga Elena Mattei se constituye en el más alto honor para la literatura de Colombia en Suiza, al ser la primera vez que Colombia es país invitado de honor a un festival literario de alto nivel en el país Helvético”, afirmó la Embajada de Suiza en su portal web.
Mattei, nacida en 1933, siempre estuvo rodeada de la creatividad y el arte pues el ballet, el teatro y la escultura estuvieron presentes desde que era una niña. La poeta estudió filosofía y letras, arte y decoración en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín y en sus escritos se interesó siempre por temas científicos, históricos, sociológicos y sobre todo, de antipoesía, de la cuales fue la primera autora en español.
Su trabajo poético ha sido traducido a varios idiomas y se ha presentado en los principales auditorios del mundo. Ha recibido 32 premios y condecoraciones nacionales e internacionales, entre los que se destaca el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia, en 1973; Premio Nacional de Poesía Porfirio Barba Jacob, en el 2004; Premio Nacional de Poesía Meira Delmar, en el 2007; Premio Internacional de Poesía Café Marfil, en 1974; la Orden Les Aniseteurs du Roi, de París en 1976.
La actividad literaria de Olga Elena Mattei se ha extendido al periodismo, el arte y la crítica musical. Ha sido invitada también a diferentes congresos nacionales e internacionales y realizado cerca de 40 recitales, presentados en Estados Unidos y en Europa. Pero su talento no llega hasta aquí también la poetisa se desempeñó como presentadora de radio y televisión, además de ser modelo en sus años jóvenes.
La poetisa antioqueña ha publicado más de 20 títulos, tiene 41 obras inéditos y cientos de poemas sueltos que aún faltan por documentar. Entre sus obras más destacadas está “Sílabas de arena”, publicada en 1962, “La gente” de 1973, “Huellas en el agua” de 1974, “Cosmofonía”, de 1975 un poema multimedia sobre cosmos que presentó en los planetarios de Nueva York, Washington, Toronto, Santo Domingo, Puerto Rico y por supuesto, Colombia.
“Conclusiones finales”, de 1989, “Regiones del más acá”, de 1994, “Cosmoagonía”, de 1995, “Los ángeles del océano”, del 2000, “Escuchando al infinito”, del 2005, “El profundo placer de este dolor”, del 2007, completan el repertorio de esta artista antioqueña.
“Voces de la clepsidra” es uno de sus libros más recientes en el que Mettei le hace un homenaje a creadores y sitios icónicos e históricos que conforman el patrimonio de la cultura humana.
En su basto legado resalta el poema “La señora burguesa” y para recordar el talento de esta vigente artista EL NUEVO SIGLO le trae un segmento de este escrito:
Yo soy una señora burguesa
con la barriga inflada
y escribo poesías
con dolor de garganta.
He sido
niña prodigio
muchachita insoportable
mala estudiante
reina de belleza
modelo
de esas que anuncian
sopas, o telas o artículos diversos…
Me metí en este lío inevitable
de enamorarme
y sacrificar a un pobre hombre
hasta convertirlo en un marido
(sin mencionar de paso
en qué me he convertido)
y cometí el abuso social
imperdonable
de tener cinco hijos.
He fracasado como madre
como esposa
como amante
como lectora
como filósofa.
Lo único que puedo hacer
mediocremente bien
es ser
señora burguesa
y despreciable
imperdonablemente inútil.
Y eso
es precisamente lo que me infla
la barriga
y me hace escribir poesías
con el dolor de garganta
que me saca la rabia.
Porque todos los días me acuerdo
de la guerra y el hambre
que son tan reales como las señoras
a la misma hora
en que estoy aquí sentada
como una pendeja.