Trabajar desde la playa, observando las olas, o tal vez desde unas montañas en una tarde lluviosa, llevando al mismo tiempo un estilo de vida de viajes, es un sueño con el que muchos fantasean. Sin embargo, hoy en día se convirtió en realidad con la llegada del nomadismo digital.
Consiste en una tendencia mundial característica de la revolución 4.0, donde muchos profesionales usan la tecnología para prestar sus servicios o desempeñar una ocupación de manera remota desde cualquier lugar del mundo.
Es el caso de Miruna Necula, una profesional en marketing, a quien hasta hace un año le era imposible imaginarse trabajando desde diferentes ciudades o países. “Antes de la pandemia trabajaba como profesora, que es una profesión encantadora, pero noté que me quitaba demasiado tiempo. Era todo el rato estar por fuera y no podía estar con aquellas personas a las que más quería”, le contó en entrevista a EL NUEVO SIGLO la española de 25 años, quien hoy en día se considera una nómada digital.
Así como Necula, fueron numerosos profesionales que se aventuraron a adoptar esta práctica, impulsados por la pandemia del covid-19, gracias al desarrollo tecnológico que trajo consigo y las nuevas formas de trabajo.
El nomadismo digital, que les permite a los profesionales tener mayor libertad mientras realizan su trabajo en condiciones de flexibilidad horaria y con una perspectiva diferente de hacer las cosas, tuvo un crecimiento durante el último año.
Así lo demuestra el estudio realizado por Passport Photo Online, la aplicación internacional que permite hacer fotografías biométricas con un smartphone, en el que se muestra que en el 2020 se registraron 6,3 millones de personas, mientras que para el 2021 esta práctica conquistó a 10,2 millones de profesionales.
Flexibilidad, libertad y multiculturalidad
A diferencia de Miruna, la colombiana Sayal Aristizábal, negociadora internacional, especialista en gerencia estratégica de mercadeo y magíster en desarrollo regional y en formación, descubrió el nomadismo digital hace más de cuatro años.
Un estilo de vida al que se pudo adaptar gracias a un cambio en su contrato laboral que le permitía variar constantemente de domicilio. Así, la hoy directora de administración de negocios internacionales en la Fundación Universitaria Andina, logró recorrer países desde Guatemala hasta Estados Unidos.
“Nos permitieron hacer unos ajustes en nuestros contratos laborales, algo que denominaron ‘cambios de domicilio’ y tuve la oportunidad de trabajar en Estados Unidos, Nicaragua y en algunas ciudades de Colombia como el Guaviare, a través de esta modalidad de trabajo remoto o ‘home office’”, le dijo a este Diario.
Una de las bondades que esta práctica les ofrece a los profesionales es aprender de diferentes culturas con la búsqueda constante de nuevos destinos. “Un nómada digital es aquella persona que le gusta interactuar en espacios multiculturales y multilingües. Es una persona que está buscando constantemente espacios diferentes, novedosos, flexibles y que usualmente incluye el componente de viajes”, comentó Sayal.
Una ventaja que solo se puede aprovechar por el cambio constante de lugares de trabajo, en los cuales el 27% de los nómadas permanecen varios días, el 22% de una a dos semanas, el 17% menos de una semana, el 12% más de tres meses, el 11% entre tres y cuatro semanas y otro 11% entre uno y dos meses.
Por su parte, Miruna destaca del nomadismo digital la libertad y flexibilidad que lo caracteriza, ya que con este modo de trabajo puede realizar diferentes actividades, que van desde visitar a su sobrina que vive en Alemania hasta ver a su familia en su pueblo natal, en España.
“Se traduce en un bienestar superior porque desde que empecé a trabajar con esta práctica me permito a mí misma tener esa flexibilidad y me siento mucho más contenta. Es dar saltos, estar donde quieres estar cuando quieres. Y si tuviera que reducirme a tres palabras esas serían libertad, flexibilidad y deseo”, afirmó Miruna, quien también trabaja para la empresa photoAiD.
Así como Miruna y Sayal, el perfil que caracteriza a los nómadas digitales, según el estudio, está entre personas que trabajan como autónomos para varias empresas con un 36%, quienes dirigen su propio negocio con el 33%, quienes trabajan como empleados fijos para una empresa y el 5% son consultores de una compañía.
La piedra en el zapato
A pesar de ofrecer grandes ventajas, ser un nómada digital implica tener que enfrentarse a la incertidumbre, la soledad y la incapacidad para desconectarse del trabajo. En especial, este último factor se ha convertido en una piedra en el zapato para Necula.
“Me cuesta bastante desconectarme. Hay días en los que da igual donde esté y la hora que sea, tengo que acabar cosas. No consigo tener una línea que separa el trabajo y mi vida privada y eso es un problema grave en el que estoy trabajando”.
Como menciona Miruna, su rutina no se termina en la noche, ya que en ocasiones sigue enviando correos o diseñando encuentros mientras está en su espacio de descanso. “Soy consciente de que esto puede derivar en una enfermedad, que se conoce como el Síndrome de Bornout”, confesó. Una condición que afecta la salud mental y física debido al estrés ocasionado por altas cargas laborales.
Así mismo, Sayal también reconoce que aún hay cosas por mejorar en el nomadismo digital, pues a lo largo de su experiencia, viajando a Costa Rica o a Nicaragua, se ha enfrentado a la falta de conectividad.
“Una de las dificultades, creo que a nivel mundial, es el tema de la cobertura y conexión a internet. Para nadie es un misterio que para llevar a cabo esta práctica se necesita un computador o una tablet y acceso a Internet para desarrollar las actividades”, agregó.
Otro de los desafíos de esta práctica es la poca oferta que las empresas tienen para adoptar este estilo de vida. “No todas las organizaciones están ajustadas jurídicamente o normativamente para el desarrollo de estas actividades, ya sea porque el país de origen no lo tiene todavía contemplado o porque algunas compañías todavía trabajan bajo modelos tradicionales, donde prefieren la presencialidad”, señaló Sayal.
¿Una práctica para todos?
Las estadísticas del estudio también reflejan que los ingresos mensuales en promedio de estos aventureros son de aproximadamente 4.500 dólares; y sus gastos varían entre vivienda con 1.000 dólares, transporte con 211 y alimentación con 409.
Un panorama al que profesionales de varias edades enfrentan. Pero, ¿esta es una práctica para todo el mundo? Para Sayal es adecuada hasta determinada etapa de vida: “a medida en que uno va madurando o avanzando más en su edad, va queriendo tener unos espacios un poco más fijos o va conformando unos núcleos familiares que demanden una estabilidad en un sitio propio”.
Por ello, considera que seguirá gozando del nomadismo digital por los próximos 10 o 15 años. “Lo veo a un mediano plazo todavía para llevar a cabo, ya que les recuerdo que ser un nómada digital no lo obliga a uno a que sea un año o un periodo de tiempo determinado, sino que uno condiciona esos espacios”, explica.
Por el contrario, Miruna se proyecta en esta práctica por un periodo largo de tiempo, incluso incierto. “Creo que voy a ser una nómada digital para lo que me queda de vida porque lo estoy disfrutando muchísimo, aunque tenga sus desventajas. Pero al fin y al cabo cada cosa en la vida las tiene y hay que saber aprender a lidiar con ellas porque a mí el nomadismo digital me ha dado esa libertad que estaba buscando en mi vida profesional y el hecho de poder descubrir nuevos sitios y enriquecerme a nivel personal, me da ese crecimiento. Era un sueño para mí, que a mis 25 años creo que lo he conseguido”, expresó Necula.