Las esculturas del maestro colombiano Édgar Negret por un momento quedaron en el limbo. Estaban perdidas en el tiempo, mucho antes de que él cerrara sus ojos para siempre el 11 de octubre del año pasado, el mismo día que debía festejar su cumpleaños 92.
Son pocos los que saben que la escultura ubicada en la Plaza de San Victorino en el centro de Bogotá pertenece a uno de los máximos representantes del arte moderno del país y del siglo XX: Édgar Negret. El estado de La mariposa, título de la obra, es penoso, por no decir más. Sin embargo, el Museo Internacional de la Esmeralda con su junta directiva y Jorge Torres, artista y curador, decidieron rendirle un homenaje al maestro con una exposición titulada Tesoros nacionales, joyas en el museo que estará abierta al público hasta el 31 de este mes, en el Edificio Avianca piso 26.
Torres, director de la muestra, dialogó con EL NUEVO SIGLO sobre la falta de identidad de los colombianos frente al arte nacional y de por qué es necesario rescatar el legado de los grandes escultores y pintores del país.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo rompió Negret con esos parámetros del arte que se imponían en su época?
JORGE TORRES:Édgar Negret empieza a investigar, analizar y va a Nueva York. Allí mira cómo el arte moderno está incursionando a otras fronteras. Luego regresa a Colombia y se encuentra con el maestro Jorge de Oteiza quien lo orienta con el arte abstracto. Él no quiso quedarse con lo establecido sino romper los esquemas, mirando las culturas precolombinas e incluso creando un nuevo estilo. Negret es uno de los grandes maestros de la abstracción del Siglo XX.
ENS: Es claro que Negret le dejó joyas artísticas a este país ¿Pero qué pasa con la falta de identidad de los colombianos?
JT:Esto se debe a que no hay publicaciones acerca de estos grandes maestros. Tampoco hay reconocimiento por parte del Estado y el Ministerio de Cultura debería ser el encargado de mantener en alto el legado de estos artistas. Pero vemos en otros países el trabajo de grandes maestros que sí son reconocidos, porque allá se han dado a la tarea de otorgarles ese reconocimiento mundial, pero en Colombia eso no pasa.
ENS: ¿Qué tan satisfactorio resulta para un artista que dona su obra y es puesta en un lugar público pese a que algunos transeúntes no dimensionen la importancia de la misma?
JT: Nada satisfactorio. Eso se presenta por la falta de identidad y porque los medios se han encargado de no difundir el trabajo de estos artistas. El arte en Colombia lo han confundido con los elementos decorativos, con el cuadro que venden en la esquina, con el objeto que tiene que combinar con la pared o con el tapete y esto no tiene nada que ver con el primigenio, que es la primera forma de arte, porque de allí se desprenden todas las tendencias que conocemos actualmente. A través del arte nos hemos dado cuenta cómo ha sido la evolución del universo, del hombre en su movimiento, del pensar y de su religión, de sus mitos y sus creencias.
ENS: ¿Cómo difundir y preservar el arte colombiano?
JT: Es que los medios de comunicación se han olvidado de esa tarea. Creo que desde la escuela los niños y jóvenes deberían aprender y conocer sobre el arte colombiano, a valorar nuestras raíces e identidad; pero eso también necesita un trabajo arduo por parte del Ministerio de Cultura, que se supone es la entidad encargada de este tema.
ENS: ¿Cómo se puede romper con el mito de que el arte solo lo pueden apreciar aquellas personas que tienen conocimiento del mismo o un mejor estatus social?
JT: El arte rompe todas las barreras, es para todo el mundo y no tiene en cuenta las clases sociales. Lo que pasa es que el arte colombiano se encuentra en ciertos lugares donde van los burgueses del país y lo que pretendemos con la exposición es que todos puedan apreciar el legado del maestro, sin importar a qué clase social pertenecen.