Por primera vez en el país, siete mujeres que han estado vinculadas al proyecto “Diseño y Memoria”, una apuesta del Ministerio de Cultura para el fortalecimiento del oficio de la confección de vestuarios, tendrán la oportunidad de desempeñarse como coordinadoras locales en las diferentes áreas de trabajo textil, gracias a su compromiso y el resultado del empoderamiento y liderazgo que han forjado en el desarrollo de esta iniciativa.
Este espacio propone reconocer la labor de confeccionistas y artesanos de vestuarios, fortaleciendo emprendimientos creativos relacionados con la elaboración de trajes para la danza, a través de la transmisión oral de saberes, como una parte fundamental de la cultura de quienes se dedican al arte del diseño y la confección.
Con el propósito de promover el emprendimiento, la formalización y el empoderamiento del sector, se inició en Colombia la undécima versión de “Diseño y Memoria”, una iniciativa que hasta el próximo mes de noviembre ofrecerá a más de 50 diseñadoras, confeccionistas y artesanas la oportunidad de participar en un proceso formativo y creativo relacionado con la elaboración de vestuarios, especialmente para la danza tradicional; apostándole a que este proceso se configure como una oportunidad potente de generación de oportunidades, de empoderamiento, de integración familiar y de preservación de la memoria y la tradición de los territorios.
En siete departamentos
Las actividades iniciaron en junio y se extenderán hasta noviembre, en siete departamentos: Huila, Tolima, Cundinamarca, Norte de Santander, Valle del Cauca, San Andrés y Sucre.
“Es maravilloso recorrer los territorios y apoyar a las mujeres talentosas de nuestro país. Este proyecto busca impactar a nuestras diseñadoras, confeccionistas y artistas a través de procesos de formación que les permitan crear vestuarios tradicionales para emprender, fortalecer los espacios de la danza, potenciar la creatividad y proteger este oficio por medio de formadoras que transmitan sus conocimientos desde la oralidad. De esta manera, le apostamos a la danza en toda la cadena de valor”, explicó la ministra de Cultura, Angélica Mayolo.
Este proyecto está orientado a la dotación de vestuarios para la danza, lo que beneficia a escuelas de formación municipales del país, desde una perspectiva de la valoración, el reconocimiento y la visibilidad de la confección como un oficio asociado a la práctica dancística, a través de la cualificación de saberes y el empoderamiento de mujeres en este campo.
Por eso, en lugar de comprender la dotación como la entrega de vestuarios, se apostó por fortalecer un eslabón de la cadena productiva (el de la industria de confección para la danza) a partir de un proceso que transita entre el emprendimiento, la formación y la creación.
Espacio formativo
Después de diez años de llevar a cabo este proyecto en diferentes regiones del país y en algunas oportunidades con la articulación de agentes tanto públicos como privados, el proceso de formación, especialmente de carácter técnico, se desarrolló de manera cercana en cada uno de los talleres de confección de las mujeres que año a año se vincularon.
Para 2022, se apuesta por consolidar un espacio formativo virtual sincrónico, que permita establecer diálogo entre las 50 participantes de los 12 municipios en los que tendrá cobertura el proyecto en la presente vigencia, que permita la reflexión tanto de asuntos técnicos inherentes a la confección como el reconocimiento y valoración social de este oficio.
La estrategia de formación para 2022 contempla una modalidad mixta (encuentros virtuales y presenciales) y se enfoca en temas como la gestión (elaboración de cotizaciones y administración de materiales), costos (contabilidad, consumos e inversión) y formación técnica en diseño y producción de vestuarios para la danza.
En tal sentido, se estructuraron los siguientes cursos: Modelando cuerpos de Nación: centrado en procesos de patronaje, corte y confección de trajes tradicionales; Tejiendo en el margen, que ofrece herramientas para la gestión, logística, articulación y seguimiento en la producción de trajes para danza; y Entre el quipu y la yupana, que explora bases y asuntos relacionados con el valor y el costo de los materiales en trajes de danza, costos y consumos de materiales.
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Prueba y error
En palabras de Mercedes Pardo Jiménez, coordinadora técnica del proyecto, “en Colombia no hay procesos de formación que se centren en el oficio y las técnicas de los trajes para danza. Las confeccionistas que lo realizan aprenden de otras o se articulan a instituciones o grupos de danza en diferentes zonas del país, donde mediante los procesos productivos van acumulando experiencia. La experimentación en el desarrollo de diferentes técnicas, mediante ensayos de prueba y error, va mejorando las formas de hacer las prendas y sus acabados, que en muchos casos proceden de las maneras en que cada uno de los involucrados va descubriendo la mejor forma de hacerlo, y cómo acelerar el proceso para que rinda”.
Este proyecto se realizó el año pasado en la Isla de San Carlos, donde de igual forma tuvo varias líneas de trabajo a nivel nacional. La primera línea fue la adecuación técnica para el funcionamiento de dos talleres (uno en San Andrés, otro en Providencia) y la dotación de 18 máquinas de coser (nueve para cada taller), que fueron entregadas en la Casa de la Cultura de La Loma.
La segunda fue la capacitación de las mujeres seleccionadas, quienes acceden a cursos de confección y patronaje impartidos por el SENA. La tercera línea es la formación de las beneficiarias en la elaboración de vestuarios para la danza tradicional, y la formación en gestión y emprendimiento. Luego, en la cuarta, se pasa a una fase de producción con acompañamiento técnico. En la quinta y última etapa, los vestuarios que se obtienen como resultado en todo el proceso son entregados a las escuelas artísticas.
Las que participan son mujeres mayores de edad, con experiencia y trayectoria demostrable en el sector de la confección, interesadas en adelantar un proceso de formación-producción en este campo durante tres meses.
Las emprendedoras confeccionan atuendos para la danza./Ministerio de Cultura
Durante tres meses aprendieron técnicas y diseños.