Medicina tradicional sudafricana, a revisión | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Abril de 2014

Tras décadas en la sombra, los "sangomas", curanderos tradicionales sudafricanos, se han modernizado y muchos se han convertido en empresarios, generando debates sobre la necesidad de regular esta lucrativa actividad.

 

La "abuela" Mahlasela Matcheke realiza su actividad en una casa impoluta, con suelo de baldosas, cerca del dinámico antiguo gueto de Soweto.

La habitación donde pasa consulta está rodeada de ordenados estantes con tarros transparentes que contienen una colección caleidoscópica de polvos de colores y raíces.

Cada uno está cuidadosamente etiquetado y listo para recetárselo a pacientes que se someten a exámenes físicos acompañados por la adivinación, con ayuda de huesos, conchas marinas, dados y monedas.

El lugar está lejos de la idea generalizada que se tiene de los desaliñados y anticuados "sangomas" que agitaban palos alrededor del paciente y ejercían su actividad en sórdidas chozas de las zonas rurales.

Aunque sigue siendo así algunas veces, la medicina tradicional atrae a una nueva generación de adeptos y practicantes.

Nokulinda Mkhize, de 28 años, licenciada en ciencias sociales, lleva practicando cinco años y atiende a sus clientes tanto en persona como por Skype.

Su cuenta en Twitter, @noksangoma, cuenta con cerca de 7.000 seguidores y su atractiva página internet muestra los locales, una breve autobiografía y algunos artículos de periódico que ella misma ha escrito.

Recurrir a la tecnología para las consultas es "un paso lógico y natural", que la hace "más accesible" a los pacientes que necesitan sus servicios, alega.

"Me da libertad y flexibilidad para demostrar mis dones en una forma menos restrictiva y más exacta de lo que soy, como joven", dice, antes de agregar que la decisión de convertirse en "sangoma" fue una "llamada, mi destino".

- Sello de aprobación -

Es difícil saber cuántos sudafricanos recurren a los curanderos tradicionales. Es posible que las estadísticas que señalan que entre el 60% y el 80% de la población va a "sangomas" en caso de enfermedad sean un poco exageradas.

Pero está claro que millones de sudafricanos consultan regularmente a las decenas de practicantes que hay en todo el país.

El economista Myles Mander y unos colegas estimaron hace cuatro años que la medicina tradicional mueve al año 3.000 millones de rands (unos 280 millones de dólares).

"Hay una fuerte demanda de la medicina y no para de crecer", dice Mander.

Para muchos se trata de una alternativa barata y fiable a las onerosas medicinas occidentales.

Parece que hay un lento pero creciente reconocimiento del papel de los "sangomas" en la sociedad sudafricana.

La máxima instancia judicial del país determinó el pasado año que las bajas médicas dictadas por "sangomas" son válidas y deben ser aceptadas por los empleadores.

Antes, los trabajadores consultaban a los curanderos pero tenían que recurrir a los médicos generalistas para "comprar" la baja.

Actualmente, algunos curanderos reciben formación oncológica pediátrica básica y aprenden a administrar tratamientos para la tuberculosis y el HIV/SIDA.

Asimismo, una red de "farmacias" venden hierbas medicinales cuidadosamente empaquetadas, que en algunos casos se pueden encontrar las farmacias tradicionales en los centros comerciales de Johannesburgo.

Una médica de Johannesburgo, que pidió que no ser identificada por miedo a perder su licencia, reconoce que ella misma ha usado hierbas de "sangoma" y algunas veces se las prescribe a los pacientes.

"He comprobado que funcionan perfectamente (...) y algunas veces yo las receto si así lo quieren; y si no, utilizo la vía convencional", reconoce.

- Difícil de adivinar -

Pese a los fallos judiciales favorables, el sector carece prácticamente de regulación, lo que no hace más que generar dudas sobre la eficacia de las medicinas y temores sobre los abusos de matasanos y charlatanes.

Muchos "curanderos" sin escrúpulos aseguran tener poderes especiales para aumentar la riqueza.

En las grandes ciudades, son frecuentes los anuncios para alargar el pene o para hechizos vaginales.

También ocurre que la medicina tradicional caiga en la brujería y hasta en los sacrificios humanos.

La falta de dinero para realizar onerosas investigaciones clínicas sobre la eficacia de las hierbas hace que no exista ningún tipo de certificación oficial sobre las mismas.

"La medicina tradicional puede tener riesgos. Muchas de estas medicinas tienen un alto nivel de toxinas", advierte Mander. "Hacen mucho bien, pero la gente también muere".

Los curanderos tradicionales están enfadados con los organismos médicos que no están dispuestos a conceder a la medicina africana el mismo estatus que la china, la ayurvédica, la aromaterapia o una gama de tratamientos complementarios que han empezado el proceso de certificación.

"Es un insulto, una vergüenza que tengamos un consejo de control médico que no ha sido capaz de registrar la medicina tradicional africana, pero acepta la medicina china", dice Rui de Carvalho, que dejó un cómodo trabajo en informática para convertirse en curandero tradicional.

El ministro de Salud, Aaron Motsoaledi, ve muchas zonas grises y advierte: "Está claro que es un área que necesita control en Sudáfrica".

Para millones de sudafricanos como Robina Dlamini, que ha usado la medicina tradicional durante cerca de veinte años, el debate es sobre todo académico.

 

"Funciona más rápido y mejor" que la medicina occidental, dice.

Las generaciones más jóvenes podría exigir más rigor científico.